Esta entrevista fue realizada en octubre de 2017.
Una noche, a comienzos de los 90, a Carla Tintoré le tembló el pulso como nunca. Eran los inicios de su carrera como disc jockey, estaba en Casa Suiza y había unas tres mil personas en la pista. “Puse Sweet Dreams, de Eurythmics, y estaba la barra brava de Excursionistas. Toda la barra empezó a cantar y yo no entendía si estaban enojados o si les había gustado. Se me frunció el culo, la garganta, todo”. Con la duda acerca de qué reacción se le iba a venir, pensó en el paso siguiente: decidir con qué enganchar lo que estaba sonando. “Te juro que la púa, el brazo, la mano, me temblaron como nunca para volver a picar otro tema. Al final puse un corte de INXS y chau, se re engancharon, todo bien. Pero me temblaba todo. Por suerte lo superamos y no me pasó mas, no me tembló más el pulso”.
Hoy, miles de noches después, Carla Tintoré sigue fiel a lo suyo: las bandejas, sus discos de techno, house y breakbeat, y el under. Después de producir, entre 1990 y 2000, el festival AlternatiBA y las míticas raves de Parque Sarmiento; de haberle marcado el pulso a las principales pistas de Argentina y a varias del exterior, la mujer que hace 28 años le dio el puntapié inicial a la música electrónica en el país -cuando pocos sabían de qué se trataba- asegura que ahí, en el under, es donde se siente cómoda y a gusto.
Como no podía ser de otra manera, la entrevista en su casa de Almagro se arregla para una tarde noche. A la mañana, imposible. Para la nota, Carla está de entre casa: un saco de lana, un jogging, zapatillas y -un detalle- anteojos de sol en la cabeza. El estudio, donde tiene sus equipos y la biblioteca, está en plena refacción, por lo que puede haber un poco de desorden. Entre vinilos y muebles antiguos, cuenta: “La música y los libros son los dos únicos vicios que tengo”.
“Estudié comunicación social en el Salvador. Trabajé en agencia, en producción de televisión en el viejo Canal 9, en una consultora también. Mientras estudiaba, laburaba, pero después me empezó a salir más trabajo de deejay que de otra cosa y bueno, dejé. La publicidad es un rubro medio heavy y la mayoría de los que eran buenos largaron y se fueron a hacer surf. Todos mis compañeros terminaron pelados. Tanto no me equivoqué”. Se ríe. Tiene una risa grave, pícara y contagiosa a la vez.
Y continúa: “Tenía grupos de música, tocaba y cantaba, pero bueno, después ya directamente me aboqué al formato dj. El grupo es un pelotazo: tenés que ir a ensayar y para tocar terminábamos poniendo plata nosotros. Con lo del dj tenés el feedback instantáneo de la gente y no dependés de vender los discos. Era muy concreto, ponía buenos discos y en esa misma noche vos ya te dabas cuenta si te había ido bien o te había ido mal”.
-¿Vos ibas a bailar?
-Sí, por supuesto, a bailar y a recitales. Fuimos la generación que arrancó con la caída de la dictadura, y en el ‘83 empezaron a venir todos los grupos: Inxs, The Cure, Siouxsie and the Banshees… todo era el dark y la new wave y nos vimos todos los recitales de fines de los ‘80, y recién a principios de los ‘90 se empezó a difundir el dj y a poner en algunos boliches pijos. El Cielo empezó a traer dj’s, que muchos venían de un pasado de rock, muchos habían tenido bandas, y el dj empezó a ser una figura de la noche. Yo lo primero que recuerdo era que íbamos al Cielo a escuchar a Danny Rampling, un poco después ya vino (Paul) Oakenfold. Pero los primeros nos volaron la cabeza, realmente. Era otra dimensión. Ahí empezaron a venir estos dj’s, era toda la noche techno, o acid house, y un beat más para bailar, más de boliche.
“Nos vimos todos los recitales de fines de los ‘80, todo era el dark y la new wave, y recién a principios de los ‘90 se empezó a difundir el deejay y a poner en algunos boliches pijos”
-¿De entrada pasaste música electrónica?
-De entrada empezamos a pasar música electrónica, si bien había un montón de formatos electrónicos, como el acid jazz, y había mucho break y drum & bass. No era todo techno. Estaba además el garage, y todos los primeros formatos de house. Era justo la eclosión de todo eso.
-¿Te acordás del momento en que estos sonidos te atraparon?
-No tengo un momento. La verdad es que escuchábamos mucha música, todo lo nuevo que salía. Fue una generación que se fue adaptando al mismo momento musical del mundo. Veníamos del new wave, del dark, y todo el dark había tenido ya una movida electrónica. Bandas como New Order o Primal Scream ya eran parte del rock en un punto. La new wave también tiene mucha parte electrónica. Eran en general músicos muy buenos, que empezaban a trabajar con bases, a secuenciar y creo que se fueron un poco abriendo a eso como una nueva posibilidad que les permitía hacer otras cosas. Eran todos grandes sesionistas, grandes guitarristas, como Massive Attack, unos músicos de la concha de la lora todos. Había toda una fusión del rock, y del soul y del funk, volcado a la electrónica. Les daba posibilidades de hacer otras cosas y se empezó a incorporar la electrónica a los estilos que en ese momento estaban de moda.
-De esa época de los ‘90 hay muchos recuerdos de boliches como Ave Porco, Morocco, El Dorado… y se los considera míticos, ¿por qué pasa esto?
-Porque las cosas se hacían por amor al arte. Punto. Todo esos boliches, desde el dueño hasta el que laburaba, éramos todos uno más pobre que el otro. Nadie ganaba un peso, era así. No se hacía para vender entradas. Eso cambió. En aquel momento se vivía una eclosión cultural: se juntaban los fotógrafos, los diseñadores, los dj’s y hacían un evento en la calle. Había una movida muy de todos. En esos lugares no era solo el dj, sino que había gente que hacía teatro, gente que hacía desfiles, algunos lugares tenían biblioteca y era una cosa más cultural y nadie buscaba un rédito económico, se hacía por amor al arte. Se vendían entradas, se vendían los tragos, pero nunca fue el fin de ninguno de todos esos boliches. El fin era hacer un aporte a la cultura, juntar gente que tenía ganas de expresar cosas y, al juntarlas, que se desarrollaran otras, ¿viste?
“Las cosas se hacían por amor al arte. Punto. Todos esos boliches, desde el dueño hasta el que laburaba, éramos todos uno más pobre que el otro. Nadie ganaba un peso”
-¿Extrañás esos años?
-Sí, por supuesto, pero bueno, ya pasó. Creo que hoy con la tecnología, con Internet, es imposible ya. Creo que está todo más a nivel de supermercado, más macro. Para mí, en este momento el dj es un estereotipo de la publicidad que vende entradas, es como un celular. También era la época pre Cromañón, y podías hacer una fiesta en la plaza, en el parque o en cualquier galpón porque no existían controles. Era mucho más fácil juntarse, y nosotros nos juntábamos en un galpón que nos prestaban y hacíamos un desfile, otro hacía patys, poníamos discos y se llenaba de gente. Pero todo va cambiando. Después la movida se masificó. Yo hice la primera rave de Parque Sarmiento en el ‘96. A la primera fueron 1500 personas, a la segunda fueron cinco mil, la tercera fueron 20 mil, o sea que fue una cosa que se empezó a masificar de repente y todo cambió. Ya algunos vieron el negocio, se pusieron a vender entradas con cara de culo y a ver a cuál le ponemos una cintita y a cuál otra, y se estereotipó mucho, sobre todo al dj. Y bueno, se perdió la esencia artística, cultural, llamala como quieras.
-En algún momento la música electrónica fue considerada de vanguardia.
-Y sí, era de culto, éramos cuatro gatos, y si no éramos cuatro éramos cinco. Pero ya te digo, tampoco había la difusión y el alcance que hay con Internet y la tecnología de ahora, que cualquiera se compra un programa y se pone a hacer música. Era una cosa más de ghetto y los instrumentos eran más caros, pensá que era todo análogo, y todo caro y pesado. Creo que en eso tuvo mucho que ver la expansión de la tecnología, de los nuevos medios, las redes, los teléfonos…
-¿Todo esto fue en detrimento de la música electrónica?
-Creo que no, creo que la música electrónica va para adelante porque como la tecnología va para adelante no le queda otra. Vos podés decir que antes era mejor, era peor, pero siempre fue cambiando. Eso es ir para adelante y no sabemos dónde termina. Mientras haya luz, mientras haya tecnología y mientras siga evolucionando la tecnología -porque lo ha hecho en los últimos diez años que pasamos del hardware gigante a un programita y una compu- yo creo que va a ir para adelante. Realmente creo eso. Como va de la mano de la tecnología, hay nuevos sonidos, y bueno, no me parece que el hecho de que sea accesible sea malo, para nada. Te va a dar más trabajo encontrar lo bueno, como siempre. Al haber más te va a dar un poco más de trabajo porque antes iba a una disquería y capaz que todos los discos que escuchaba estaban buenísimos. Hoy vas a una disquería, escuchás cinco mil discos y comprás diez.
“Mientras haya luz, mientras haya tecnología y mientras siga evolucionando la tecnología yo creo que va a ir para adelante. No me parece que el hecho de que sea accesible sea malo”
-A vos siempre se te identificó con el under, ¿te sentís cómoda en ese lugar?
-Era un poco esa movida de gente que te contaba de diseñadores, fotógrafos, de toda gente involucrada de una manera, de otra, a las artes mass media, y arrancamos haciendo cosas en galpones, no teníamos sponsors. El under depende un poco de eso, si tenés sponsors o no. No significa que no tenga calidad, porque la verdad, nosotros siempre nos cuidamos de que nuestro producto sea de calidad, que suene bien, y los desfiles estaban buenísimos, o sea que no significa que no tenga calidad. Underground acá se lo une a antro, pero no es lo mismo. El under puede tener muy buena calidad artística y técnica y yo creo en realidad que representa el sentimiento de una determinada época, movida, gente, que probablemente después ya no fue under. Porque mucha gente que actuó en el under ahora es mainstream…
-Y vos…
-No, yo paso. La verdad que no, no. Me tiene que gustar el lugar para ir a tocar, y no lo haría por estar en un evento más grande solo por el nombre, solo por el currículum, solo por la plata, no. No, por lo menos en esta vida.
-Da la sensación de que es una decisión muy firme y consciente.
-Sí, no me saldría de la misma manera. Es una cosa que tiene que fluir con vos, la onda, el lugar. Lo hice muchos años, la verdad. Yo hice la conquista del desierto. Hemos ido de Catamarca a Ushuaia en épocas que sacaban las bandejas del sótano y las tenían llenas de polvo, porque era el auge del CD. He hecho todo y he tocado en todos lados, pero hoy por hoy prefiero ser fiel a mis sentimientos, a mis deseos y no tocar en lugares solo por la plata o por el cartel o porque esté de moda. Creo que eso también te ayuda a tener continuidad en el tiempo, porque las modas pasan y el dj de culto -o más que de culto yo diría de autor-, el dj de autor creo que perdura en el tiempo. Pero bueno, manteniéndose fiel a sus ideales y a sus sentimientos.
“Hubo tres o cuatro vivos que se llenaron de guita, y las agencias, y las multinacionales vinieron como siempre a explotar el mercado local, a cajonear a los artistas locales y a vender los artistas que tienen en sus radios”
-¿Qué es lo que no te cierra del mainstream?
-Hacer eventos solo para ganar plata, que la gente esté incómoda, que el que te atienda tenga cara de culo, que traten a los artistas como si fueran no lo peor, pero casi lo peor de la lista, a mí no me cierra. A mí toda esa movida me parece patética.
-No obstante vos podrías ir, pasar música, cobrar y nunca enterarte de nada.
-No, pero estás avalando todo eso, estás haciendo el caldo gordo. No, no me sirve, yo creo que no le sirvo tampoco a ese tipo de eventos. Yo no voy a dar el cien por ciento, ni parecido. Puedo ir a cumplir para llevarme la guita, como decís, pero no me hace falta. La verdad que en los 90 se laburó mucho, era uno a uno, yo me pude comprar esta casa, y no me hace falta ahora, a esta altura de mi vida, después de 28 años de trabajo, ponerme a hacer cosas que no tengo ganas de hacer. Me parece que es sumarle a estos que te digo, que lo único que les importa es tener plata, que estén todos incómodos, que no tengan agua, bue, todos los horrores que han pasado acá. Yo he ido a festivales en otros lugares del mundo donde vos estás paseando, por más que haya 500 mil personas. Es una cosa muy criolla de que nos amontonamos y de que es un éxito porque estamos todos así que no podemos respirar, no podemos llegar a la barra, no podemos llegar al baño.
-¿Cómo se llegó a este presente que describís?
-Porque hubo tres o cuatro vivos que se llenaron de guita, y las agencias, y bla bla, y las multinacionales vinieron como siempre a explotar el mercado local, a cajonear a los artistas locales y a vender los artistas que tienen en sus radios, en sus medios. Porque es un pool de medios y de agencias y lo sigue siendo a todo nivel, inclusive a nivel lo que vos decis fino. Acá son unos caraduras que vienen a hacer eventos por 2,50 y lo único que les importa es meter a sus artistas internacionales porque ese es el negocio. Después, si la infraestructura más o menos, si el sonido más o menos, si la comodidad menos que menos, a esa gente no le importa. Tendrían que invertir muchísimo más en alquileres, en infraestructura, en lo que hace a la comodidad de la gente, que es en lo único que no se gasta plata.
“Tendrían que invertir muchísimo más en alquileres, en infraestructura, en lo que hace a la comodidad de la gente, que es en lo único que no se gasta plata“
-Hace dos años murieron cinco personas en Time Warp. Es parte de lo mismo. ¿En qué momento estamos ahora?
-Bueno, creo que en algún momento todo llega a un punto que, o se recrea de vuelta, o se ramifica, o no sé. Realmente es triste que tengan que pasar estas cosas. No sé igual si los que están haciendo guita ahora se están replanteando algo. Y lo lamento, pero realmente la gente acá termina creyendo que la diversión es eso, que pasar por toda esa incomodidad es bárbaro, pero yo creo que te merecés otra cosa, otro trato. Así que, ¿adónde llegamos? Creo que le toca responder a las nuevas generaciones (risas). Lo que creo es que no todo quiebre es para mal. A veces, en épocas de crisis los artistas se las ingenian para hacer cosas mejores, o más raras, o no sé. ¿Por qué ahora no hay lugares que se recuerden como aquellos? Porque la gente también se da cuenta de que a nadie le importan. La gente sale porque sale, pero esa energía de que no hay nadie trabajando para ellos creo que la sienten. Y cuando iban a esos lugares míticos, lo que sentían era justamente lo contrario.
-Volvamos a tu carrera. ¿Te acordás cuándo fue la primera vez que pasaste música?
-La primera primera vez fue en una fiesta en Punta del Este con Aldo Haydar, una fiesta que hacía Vilas, en Solanas, gratis en la playa. Eso fue verano del 90. Yo tocaba un ratito, cuarenta minutos antes de Aldo Haydar, así que para mí fue un fiestón. Después volví y empecé a trabajar de asistenta de Dr. Trincado en el Nómade Club. Le hacía el warming y el cierre, y todavía no tenía discos míos, no tenía bandejas por supuesto, trabajábamos con las que alquilaban.
-¿No tuviste nada de nervios?
-No, la verdad que no. A esa edad, 19, 20 años, te lo tomás todo como un juego. Yo no estaba pensando en hacer carrera, estaba pensando en divertirme un rato con mis amigos, y la verdad que sí, me resultó muy placentero. Ya después empecé fija en las Nómade todos los sábados, en un lugar diferente, en la Estrella de Maldonado, en Excursionistas, en la Casa Suiza. Todavía no tenía discos míos y no tenía bandejas por supuesto. Ya en el ‘92 abrió la Age of Communication con Diego Roca y con Trincado y ahí fue la explosión, porque abrió el Morocco, El Cielo ya estaba, Pacha… Había pocos disc jockeys de música electrónica, así que empezamos a tocar por todos lados. Hacíamos dos boliches por noche, tipo bailanteros, porque claro, éramos diez.
-¿Cuál es el mejor momento de una noche?
-Cuando están todos bailando igual que vos, y hay una comunión, y te subís a esa ola y se te pasa volando. Yo no estoy mirando el reloj y cuando me quiero acordar ya pasaron tres horas. Empezás a cabalgar con la música, te subís a la música y chau, y la verdad es que yo no tengo conciencia del tiempo, es como la música, que baja y se comparte. Creo que ese es el mejor momento, si lográs eso, y más si dura toda la noche, fantástico.
-¿Intentás transmitir algo en particular en tus sets?
-A mí, la verdad, me gusta que el set sea como una ola, que va, que viene, que sube, que baja, me gusta que haya climas, y trato de transmitir esa música que desde mi punto de vista es mas climática, más redonda… Te repito, es una cosa que me posee, baja y va para la gente. Es como una cabalgata. Disc jockey viene del jockey de los caballos. La traducción literal es como el jinete de los discos, así que vas como cabalgando los discos. Uno y otro y otro y otro y la gente con vos. Si tenés esa personalidad, y sos un poco autor de tu set, la gente se engancha. Da igual el background que tengan o la edad que tengan, se enganchan igual, se suben a la ola en la que te metés y no sabés cuando salís. No importa si hay diez, cien, o un millón de personas, lo importante es que todos estemos en esa ola de la música, que te das cuenta si pasa o no.
“El mejor momento es cuando están todos bailando igual que vos, y hay una comunión, y te subís a esa ola y se te pasa volando. Yo no estoy mirando el reloj y cuando me quiero acordar ya pasaron tres horas”
-¿Y qué lo peor que te puede pasar como dj?
-Que no te baile nadie. Me ha pasado, una vez fui a San Luis, creo que era, y me presentaron. “Y ahoooraa, Carla Tintoré…”. Al tercer tema quedaban dos bailando y estaba poniendo unos remixes de Pet Shop Boys que para mí eran lo más comercial. Había puesto un remix de Madonna, o sea lo más comercial que había podido revoltijear en la batea, y vino el dueño y me dice “che, ¿te parece que siga el dj?” Sí, le digo, vamos a tomar un trago, chau. (Risas). Te pasa, tampoco hay que sufrir, y de todo aprendés algo. También eso te da cancha, aprendés mucho de las cosas malas. Lo malo te suele servir mucho porque te replanteás, “uy, llevé este disco, está mal, llevo otro, se me pincho a tal hora de la noche”. Las buenas y las malas experiencias, todas sirven.
-Seguís pasando música con vinilos, a contramano de todo.
-Te mezclo con lo que quieras, pero el que mezcla bien con vinilos mezcla con cualquier cosa. Pero bueno, la calidad del sonido… y para mí los discos son una extensión de mis brazos. Saco la púa, meto la púa con las dos manos… Yo no necesito estar mirando para nada, lo hago ciega, borracha, da igual. O sea, no tengo que estar mirando una pantalla, y para mí es mucho más fácil que si tengo que estar mirando algo. Aparte me divierte muchísimo más con los discos. Con lo otro estás mirando la pantallita, mirando el cosito del coso, no sé, no me parece que fluya de la misma manera, para mí. No tengo ningún problema, que cada uno toque con lo que quiera, porque lo importante es la música y lo que hacés con la música. Vos le das los mismos discos a un dj y a otro y a otro y ninguno te va a hacer lo mismo. Es una elección personal, como un pintor que trabajó toda su vida con oleo, y le dicen no, ahora tomá el pastel. No te va a fluir de la misma manera tu herramienta…
“Yo he ido a tocar después que se murió mi papá, y bueno, vas, y es muy sanador también. A mi papá le hubiera encantando, y brindamos y bailamos por él. Le dediqué los discos y la música de esa noche y fue muchísimo mejor que quedarme en mi casa llorando”
-Uno de los argumentos para pasar mp3 es la comodidad de no tener que cargar un bolso con los discos..
-Es por comodidad y por plata. Punto. Que me den el argumento que quieran, vos manejás tus prioridades. Con Trincado hemos pasado meses, en la época que fue el corralito, comiendo arroz y fideos pero comprando discos. No te comprarás diez pero te comprarás tres, qué se yo. Para nosotros es un fetiche que no podemos abandonar. Ponemos en orden de prioridades los discos primero, pero en general la gente los ha dejado por comodidad, porque es caro y porque es mucho más fácil bajar mp3 de buena calidad. Entiendo al que dice que se pasó al Live porque tiene sus bases, pero el que se pasa porque son más livianos, porque te sale menos guita, es medio trucho (risas). Yo personalmente tengo una comodidad y un relax con la bandeja, que ya lo tengo muy incorporado, pero no denigro al que lo hace con otro sistema, me parece que cada uno elige su herramienta. Yo tengo la teoría de que el dj no es un artista, sino que es un artesano porque, está bien, producís una pieza de arte, pero el artista la produce de la nada, con su propia cabeza. En cambio el artesano necesita de alguna herramienta. Yo elijo las bandejas y los vinilos, y hay otros que eligen Traktor y otros el Live, y está perfecto.
-Trabajás en la noche, ¿hay que estar atento para no perderse?
-Es parte de la dedicación. Cuando vas a trabajar a la noche vas a trabajar, tenés que estar concentrado, dejar los problemas en tu casa. Yo he ido a tocar después que se murió mi papá, y bueno, vas, y es muy sanador también.
-¿Fuiste a trabajar después de la muerte de tu papá?
-Tenía laburo al día siguiente. A mi papá le hubiera encantando, y brindamos y bailamos por él. Le dediqué los discos y la música de esa noche y fue muchísimo mejor que quedarme en mi casa llorando. La música es lo que más te ayuda a sacarte la mala onda. Te saca del llanto, de la tristeza y de ese momento que a lo mejor uno tiene de bajón. Y, la verdad que sí, la música es sanadora.