Un negocio de compra y venta de artículos usados, seis hombres y una ilusión: la apertura de un nuevo local. En esos tres ejes transcurre Sucursal, una comedia ácida escrita y dirigida por Carlos La Casa y protagonizada por Victor Frisardi, Daniel Grosso, Franco Marani, Diego Recagno, Osvaldo Ross y Cecilia Generoso, la única mujer del elenco, que se cruza con uno de los vendedores del negocio para traerle un poco de amor a la historia. Carlos La Casa, que también actúa en su obra, en 2016 ganó el premio CONTAR 3 con otros dos textos de su autoría: “Los tutores” y “Todas las rayuelas”, esta última también en cartel, en la avenida Corrientes protagonizada por Hugo Arana.
-En 2015 me puse a escribir seis obras para mandarlas al concurso y, en ese proceso, me di cuenta de que quería quedarme con una para dirigir y actuar, que su montaje no dependiera de ganar o de la decisión de un productor de hacerla. Quería tener el control del proceso. Ahí elegí “Sucursal”.
-¿Cómo conviven los tres roles –autor, actor y director- a la hora de poner en marcha un espectáculo?
-Si bien yo me formé y entrené básicamente como actor, vengo sintiendo que los roles en el teatro tienen muchas fronteras comunes, y es válido pisar esos territorios para quien quiera. No es como en la medicina que si querés ser odontólogo o pediatra tenés que formarte en eso específicamente y una institución tiene que otorgarte una licencia: acá quien quiere escribir, escribe, quien quiere actuar, actúa y quien quiere hacer todo eso junto, también puede. Después están los resultados que eso tenga en el mundo cuando lo presentes, pero es otro tema. Fue Julio Chávez, a quien considero mi maestro, el primero que me hizo ver que el actor a veces está más ocupado en mirarse el ombligo para saber “si está bien” en lo que hace, cuando quizá le convendría meterse con una palabra del texto o una marcación del director, si siente que estas atentan contra lo que él debe contar. La multiplicidad de roles no creo que tenga ninguna desventaja o ventaja, depende del proceso de cada uno, y en mi caso tuve la suerte de contar con un equipo que confiaba en el material y en mi mirada, lo queme permitió llevarla a fondo. Dejé que todos opinaran y modificaran cuando veíamos que era necesario, y ellos confiaron en mi palabra final como último árbitro de las decisiones.
-¿Y qué te llevó a elegir hacer de César, tu personaje en la obra?
-Tenía claro que tenía ganas de actuar y hacerlo con estos actores. Quería compartir escena con ellos, pero no a cualquier precio. Así que me pensé como un agente de casting: si yo estuviera obligado a contratar a Carlos La Casa, ¿en qué papel lo pondría? Me hablaba a mí mismo así, en tercera persona, a lo Maradona, tratando de distanciarme un poco, porque quería ser bien técnico en términos de lo que la historia pedía. No quería basarme en mis ganas de actuar o en la cantidad de texto. De hecho, si mirás la obra, César aparece más bien poco. Por suerte, un comentario que ya recibimos varias veces es que cada uno está muy bien elegido para el rol que tiene, lo cual me hace pensar que elegí bien, incluso en mi caso. Por otro lado, al ser mi primera experiencia en este triple rol, también pensé que un papel que no estuviera tanto tiempo adentro de la escena podía ayudarme a mantener un poco de distancia y seguir atento a cuestiones del texto y de la dirección.
-Tenés ya varias obras escritas, imagino que todas distintas entre sí, pero cuando uno revisa la producción de un artista, suele encontrar temas que se repiten que son, de alguna manera, las cuestiones que atraviesan el imaginario de ese autor. Si tuvieras que definir tus grandes temas, inquietudes, que llevás al escenario, ¿cuáles serían?
-Lo único que me preocupa y ocupa son dos cosas: contar una buena historia y entretener al público. Te diría que sólo la primera, porque si se da esa, la segunda sucede automáticamente. No tengo temáticas comunes, intenciones políticas o humanitarias. Tampoco “temas”, ni mucho menos “mensajes”. Si los hay, trato de que los deduzca el público. O la crítica. O un psicólogo, si quiere.
Me ha pasado de aburrirme mucho en el teatro y cuando empecé a escribir, recordé una frase que le había escuchado a (Agustín) Alezzo y con la que estoy de acuerdo: el teatro puede ser cualquier cosa, menos aburrido. Así que yo, que tanto había rezongado de la cantidad de bodrios que me había fumado, me dije: escribí lo que quieras, sobre lo que quieras, pero que la gente no cabecee ni una vez. Pero ni una.
“Lo único que me preocupa y ocupa son dos cosas: contar una buena historia y entretener al público.”
-Actualmente tenés en cartel una obra en la avenida Corrientes y otra en un circuito totalmente distinto, el off, ambas exitosas. ¿Cómo vivís las dos experiencias, los dos circuitos?
-Con mucha felicidad. Cuando escribí TLR apunté también a lo que te decía antes: contar una buena historia. Incluso con un poquito de eso que, a falta de una palabra mejor, llamaré “profundidad”. Me parecía un lindo desafío intentar meter un material así en un circuito como el comercial, que está siempre relacionado con lo liviano y lo superfluo. TLR bajó a los dos meses porque el teatro comercial exige un número alto para seguir en carrera y la taquilla no estuvo a la altura, pero el equipo, con Hugo Arana a la cabeza, estaba contento con la pieza y querían seguir haciéndola. Ahí apareció el señor Carlos Rottemberg, que con una generosidad impagable, nos prestó una sala del Multiteatro dos meses sin cargo y el elenco y el director dejaron de tener producción atrás para transformarse en cooperativa, lo que significa que ahora somos todos dueños de la pieza y de lo que pase con ella. Con lo cual, el “espíritu” del teatro independiente, está más que presente. Al mismo tiempo, el equipo de “Sucursal” es de una profesionalidad que no tiene nada que envidiarle a ningún famoso o mejor pago: son actores y una actriz, todos de primera categoría, que no por ser menos conocidos son menores como artistas. Vamos casi un año de trabajo y doce funciones y seguimos ensayando, puliendo y corrigiendo. El público lo nota cuando lo ve.
Sucursal. Sábados, 20 hs. Paraje Arteson. Palestina 919.
Hasta el 15-07, retoma el 01-09.