En el Teatro San Martín tiene lugar un proyecto multidisciplinario: la obra El Porvenir (cuentos coreográficos) ofrece la confluencia de la danza del Ballet Contemporáneo del San Martín, la música de Zypce, proyecciones y el papel de María Merlino arriba del escenario. Eleonora Comelli es la responsable de la idea, dramaturgia y dirección de la puesta, mientras que las coreografías fueron pensadas por ella y Gabriel Contreras.
“El destino de una mujer” es la base sobre la que se desarrollan tres cuentos. “Son muy diferentes entre sí, por la estética y por lo que cuentan -dice María Merlino a Almagro, en una pausa de su agenda cargada-. Son historias trágicas que le pasan a estas mujeres y son como duplicadas por las coreografías, por las cosas que pasan. Y además está Zypce, haciendo lo de la música en vivo, increíble, entonces es una combinación interesante”.
La original puesta recorre tres textos: “El presagio”, “La elegida” y “La probabilidad”. En ellos confluyen el dolor y la alegría, el movimiento y la quietud. El tiempo en el que se suceden las acciones, que en los tres cuentos varía, juega un papel fundamental en una obra en la cual está en juego el destino del personaje en escena.
Merlino (con papeles destacados en “La dama del mar”, “Nada del amor me produce envidia”, entre una larga lista) pasa con comodidad del circuito independiente al oficial: “El tema de los presupuestos es diferente, pero no hay diferencia en lo actoral ni en lo estético, para nada”, dice la actriz que, en esta puesta, también canta: un bolero, tango, un aria. La obra ofrece a una Merlino que despliega todo lo que sabe.
-No es la primera vez que formás parte de una obra que aborda la vida de una mujer. ¿Te interesa estar en una puesta que tenga este tema?
-Sí, me interesa mucho la mirada que tiene Eleonora, sus ideas. El primer día que nos encontramos, que me contó de la obra, me interesó muchísimo, me encanta cómo llevó a cabo la idea. Fue un proceso muy intenso. Pero la temática es lo que le pasa a una mujer en esos tres cuentos, pero no es que sea una temática feminista.
-Decías que te había gustado mucho la mirada de Eleonora, ¿cómo la describirías?
-No sé cómo describirte eso. Por ahí es la forma … Ella parte de unas ideas, de unos cuentos, un barco y una tripulación que se hunden, y todo tiene que ver con el destino, el porvenir y también con lo onírico, y hay unas imágenes que son realmente increíbles. La verdad que la obra se ve hermosa y me gustó la manera en que ella encaró el proyecto y se fue desarrollando. Lo más novedoso fue trabajar con el ballet, eso para mi es una experiencia muy diferente.
-Es la primera vez que formás parte de una obra con este cruce de disciplinas artísticas. ¿Cómo fue que llegaste a esta y cómo elegís en que obra participar?
-En este caso Eleonora me llamó, me contó lo que quería hacer, yo había visto “El hombre que perdió su sombra” (con coreografía de Comelli) y me encantó mucho la idea. Y además el ballet, Zypce, todo lo de alrededor, enseguida me entusiasmó. ¿Cómo elijo una obra? Son un montón de cosas, pero me tiene que interesar trabajar con ciertos actores o con tal director…
-¿Es algo que te interesa el teatro que se juega a experimentar con otras disciplinas o elementos?
Sí, en las que que hicimos con la compañía Flor De Un Día y cuando trabajé con (Alfredo) Arias, la música ya estaba muy ligada a lo que iba experimentando. Me parece que está bueno cuando se requiere combinar disciplinas siempre está bueno, pero no sé si es experimental.
-Has estado en dos o tres obras al mismo tiempo. ¿Cómo te sentís ahora un poco más liberada de obras?
-Ahora no estoy nada liberada, estoy con muchas horas de ensayo de la obra de Arias.
(Merlino, adelanta, ya está bajo la dirección de Alfredo Arias en los ensayos de Happyland, una obra escrita por Gonzalo Demaría, que llegará al escenario de la sala Casacuberta en septiembre.
-Estar en una sola obra en este momento…
-En realidad no es que hice muchas sino que perduraron mucho en el tiempo, y se fueron superponiendo, se fue dando.
-La obra ”Nada del amor me produce envidia” estuvo diez años. Este es el primero que no está. ¿Se siente algo en particular después de tanto tiempo de hacer esa obra?
-Cuando la hago me encanta y cuando no está bien también. No me sucede nada especial.
-No extrañás.
-No. Creo que no la extraño porque sé que está ahí y que en cualquier momento la hago de vuelta. Creo que pasa por eso.
-¿Cómo es posible hacer una obra tanto tiempo sin aburrirse?
-No creo que todas las obras se puedan hacer tanto tiempo… supongo que me sigue emocionando, entonces lo puedo hacer. Sí sé que sigue siendo material con el que puedo expresarme y por eso está vigente.