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Publicado por Javier

Clemente Cancela: “La solución no es salir a contagiarnos entre todos puteando a Soros y a Bill Gates “

“Tengo tres perras y a veces pasa algún gato por arriba y se vuelven locas. Entonces quizás jodan” advierte Clemente Cancela (1977) quien, con un gesto logra que una de ellas, Tita, se siente sobre su regazo. Enseguida cierra los ojos y se relaja, como en un trance: “Entra en un estado de meditación trascendental con un solo mimo” explica el conductor de Sexy Pipol, antes Gente Sexy y alma mater de CONGO, el proyecto radial autogestivo que lleva adelante hace dos años luego de que FM Blue decidiera despedirlos a él y a todo su equipo al desarmar su programación. “Me da mucha felicidad -admite- y trabajo todos los días un montón de horas. Hago el programa, pero después hago mil cosas más que no se ven pero de las que no me quejaría nunca”. Hace ya diez temporadas que informan y hacen reír a una gran masa de oyentes.

 

El conductor, periodista egresado de TEA y ex movilero de CQC es muy consciente de los recaudos que se deben tomar en tiempos de pandemia. Graban los programas desde sus casas y no van al estudio. Agrega: “considero que todo aquel que pueda cuidarse lo tiene que hacer. Es tan simple como eso. Si tenés que salir de tu casa hay que tomar todos los recaudos posibles. No se me ocurre otra manera de combatir los contagios. Son todos lugares comunes, pero pareciera que a veces hay que seguir repitiéndolos. Desde mi lugar como comunicador trato de dar la información más seria que pueda dar”. Es consciente de las dificultades de los tiempos que corren y también se preocupa por la desinformación: “Es un momento muy especial que ha mostrado una cara dramática de la relación entre medios, redes sociales, flujo de información, noticias falsas y teorías conspirativas. Conozco gente que está mal anímicamente y con problemas con sus trabajos. Eso es real y no se puede negar. Pero la solución no es salir a contagiarnos entre todos puteando a George Soros y a Bill Gates diciendo que el virus no existe. O tomar algo que no nos hace bien y recomendar falsas soluciones”.


“Este es un momento que ha mostrado una cara muy dramática de la relación entre medios, redes sociales, flujo de información, noticias falsas y teorías conspirativas. (…) La solución no es salir a contagiarnos entre todos puteando a George Soros y a Bill Gates diciendo que el virus no existe. O tomar algo que no nos hace bien y recomendar falsas soluciones”.


 

Estudiaste Letras, Comunicación y te recibiste de periodista en TEA, aunque en algunas entrevistas contaste que no te sentías periodista. ¿Cómo fue tu formación?

Sentirme o no sentirme periodista va cambiando con el paso del tiempo. No recuerdo cuando lo dije pero seguro hace más de cinco años. Con respecto a lo que estudié, fue todo en un lapso de tiempo muy corto. No estudié carreras. Me anoté en Letras en 1996 por una suerte de descarte, porque no me interesaban los números. Había ido a un colegio perito mercantil que detestaba. Como me gustaba mucho leer, algo que me ha gustado siempre, me metí a Letras. Siempre fui una persona muy curiosa. En ese momento, a los dieciocho/diecinueve años también era músico. O intentaba serlo. Hubo un momento en que me di cuenta que Letras no me apasionaba mucho. Me pasé a Comunicación. Terminé el CBC. En ese momento había empezado a trabajar también como cadete y no me daban los horarios. Tenía un amigo que iba a DeporTEA y, entonces, me metí a TEA en 1998. En ese momento, estaba medio en la cresta de la ola, tenía contactos y me permitía trabajar y cursar de noche. 

 

La curiosidad te acompañó siempre. Hasta tuviste un programa de entrevistas que se llamó Soy curioso.

Es lo que me ha guiado a lo largo de la vida. Puede ser por cosas realmente relevantes para cualquiera o sólo para mí y que sean pelotudeces al ojo común. Siempre fui bastante basurero, de recorrer mercados de pulgas. Ese tipo de curiosidad también la tengo. Y, por otro lado, está la curiosidad más aplicable al periodismo, de tratar de saber un poco más sobre ciertos temas. Hasta con detalles muy básicos. Me gustaba una película o una banda y trataba de saber todo. Me parecía que en un momento tenía que apuntar para un lugar más orientado a eso. Entendía que la carrera de periodismo podía acercarme. No sabía si lo que quería era estar en una redacción. Supongo que en ese momento tenía dudas. Hoy te digo que no lo hubiera disfrutado del todo. Después tuve bastante suerte, una vez que terminé TEA y empecé con mis trabajos periodísticos. Se resolvió todo rápido.

 

Tu primer laburo en los medios mainstream fue CQC, un programa muy importante para toda una generación. ¿Eras consciente de su importancia cuando empezaste?

Sí. Cuando entré a CQC era más aspiracional de lo que podría ser ahora. Con el tiempo, obvio, se le han cuestionado cosas pero porque las épocas cambian. Para mí, de todos modos, siempre fue un buen programa. Cuando entré yo volvía de un parate y había una renovación. Se esperaba mucho. Tenía 24 años y nunca había trabajado en televisión. Tenía noción de que estaba trabajando en un lugar que era relevante sobre todo porque te lo hacían sentir ahí adentro. Había una cosa de: “esto es así, nosotros somos esto. Hay que jugar acorde a lo que significa este equipo”. Era otra época de la televisión. Desde que salió la primera nota al aire, que duró cinco minutos, al día siguiente me reconocían en la calle. Eso también era muy loco de pensar.

 

Claro, en ese momento estar en la televisión era “pegarla”. Hoy en día hay pibes/as que se hacen famosos a través de las redes sociales. Eso lo verás también en CONGO a la hora de producir contenidos. Si bien tuviste un recorrido en los medios mainstream nunca te alejaste de la cultura independiente

Sí. Hoy, para crear un contenido que valga la pena no necesitás a la televisión. Hace 20 años había filtros para entrar. Tenía que seleccionarte un grupo de gente. Entonces, seguro hubo gente muy talentosa que se quedó afuera. Hoy, si tenés algo para dar, lo podés compartir en tus redes o YouTube y lograr cierta trascendencia. No sé si esta idea de monetizar es tan aplicable a todo, pero por lo menos podés mostrarte y, de última, dar un salto a una forma de mantenerte. Respecto a la conexión con la independencia que he tenido a lo largo de mi vida, es real. Cuando era más chico era algo que me interesaba marcar y después, me di cuenta que estaba en mí ser fiel a ciertas cuestiones que me interesaban y no tenía que esforzarme porque así sucediera.

 

En Gente Sexy/Sexy Pipol siempre se le dio lugar a artistas y producciones que tienen algo para decir desde un lugar alternativo. Eso ayudó a formar una identidad fuerte y un público fiel. Esto se vio cuando Blue los echó de la radio

Gente Sexy es un programa que está en su décima temporada y a lo largo de estos años sucedieron muchas cosas. Las premisas que elegí para el programa las fui cambiando de acuerdo a las épocas. Tuvo muchos horarios, pasó por muchas radios. No fue un programa que haya tenido suerte, pero sí logró reinventarse. La primera premisa que tuvo en su momento, cuando arrancamos con Martín Lipszyc (el primer co conductor que hoy vive en Israel) era despegarme de lo que se podía llegar a pensar de mí porque venía de CQC. Tratar de mostrar un arco de intereses más amplio. Las cosas que hicieron crecer al programa estuvieron más ligadas a lo popular y al humor popular. También en algún momento se alinearon los planetas y coincidimos un grupo de gente que funcionaba muy bien. Como un grupo de rock que la pega. Creo que el programa generó dos tipos de culto paralelo: la persona que lo escucha por curiosidad y porque entiende que está hecho con honestidad sin casarse con nadie (no por esto convirtiéndonos en tibios sino sosteniendo una idea de independencia). Y, por otro lado, también un público que veía en nosotros la idea de un grupo de amigos que hacen todo juntos y se cagan de risa. Desde afuera se ve así, como si no fuera un trabajo. Pero lo es. Eso está claro.


“Lo que se conoce como “cultura de la cancelación” no me gusta. No comparto la idea de eliminar todo tipo de difusión, consumo y análisis de la obra de artistas porque no se ajustan a un valor moral.”


Mencionabas el tema del humor, parte importante de tus trabajos en radio y televisión. En una entrevista de hace un par de años decías que tus mayores referentes venían del humor y nombrabas a Louis CK, hoy víctima de la “cultura de la cancelación”. ¿Cómo analizás esto? 

Es un tema complejo y apasionante para analizar. Lo que se conoce como “cultura de la cancelación” no me gusta. No comparto la idea de eliminar todo tipo de difusión, consumo y análisis de la obra de artistas porque no se ajustan a un valor moral recientemente visibilizado gracias a luchas nobles y justas. Y, además, porque soy de los que separan al artista de su obra. Entonces, hay dos cuestiones: si una película es brillante pero realizada de acuerdo a cánones de otro tiempo, me parecería tristísimo pretender que salga de un catálogo o condenarla. Lo mismo con episodios de series. Sí apoyo que antes de su proyección pueda verse una explicación para entender la época a la que pertenece y por qué las cosas eran de esa manera. Yo soy fan de Rocky, es mi saga favorita de todos los tiempos y amo a Sylvester Stallone. Hace un año la vimos con mi novia y en la primera cita de Rocky con Adriana, él la acorrala contra la pared para poder besarla. Probablemente, hoy esa escena sería diferente gracias a que empezamos a comprender que muchas cosas que antes normalizábamos estaban mal. Pero Rocky me sigue pareciendo una gran película y no pienso dejar de emocionarme con su historia.

 


“Hoy en redes mucha gente nos cuenta que se siente ofendida por chistes que quizás hasta son muy buenos. Y aquí estoy con Ricky Gervais, cuando dice “que estés ofendido no significa que tengas razón”.


¿Y con respecto a los artistas?

Con respecto a la vida personal de los artistas es más difícil, pero tampoco puedo negar que las personas somos complejas y contradictorias. Obvio que condeno las actitudes de Louis CK hacia las mujeres que lo denunciaron. Pero la realidad es que no lo considero peor comediante por eso y no voy a negar que me gustó mucho su último especial. El acto de cancelar, que se suele reclamar en redes como algo colectivo, me parece muy personal. Todos en algún momento dejamos de escuchar a una banda o un programa de radio o televisión porque alguien que nos interesaba alguna vez dijo o hizo algo que nos pareció demasiado. ¿Pero deberíamos pretender que nuestra postura sea la misma para los demás?

 

¿Creés que esto afecta las posibilidades de hacer humor?

El humor es parte indispensable de nuestras vidas y los más grandes comediantes han creado obras maravillosas de las peores tragedias. Creo que el peor pecado de un chiste es que sea malo. No es necesario armar un listado de temas sobre los que se puede hacer humor y los que no porque más o menos el consenso lo tenemos.  No pienso dos veces a la hora de hacer un chiste porque hay cosas que no las tengo incorporadas. A mí no me causa gracia que una persona tenga sobrepeso o su identidad sexual. Dicho esto, hoy en redes mucha gente nos cuenta que se siente ofendida por chistes que quizás hasta son muy buenos. Y aquí estoy con Ricky Gervais, cuando dice “que estés ofendido no significa que tengas razón”. Mi viejo se murió cuando yo tenía catorce años y desde el primer día hice chistes sobre eso porque fue una forma de atravesar una situación dolorosa. Creo que el humor es una herramienta genial para eso y, también, para visibilizar problemáticas. También es cierto que hay mucho nabo que se siente perseguido por la corrección política cuando la realidad es que sus chistes son pésimos. No cualquiera puede hacer un chiste filoso con maestría y ese es un arte que muy pocos dominan: Mel Brooks, Larry David, Gervais, Anthony Jeselnik y otros.

 

Te tocó hacer muchas coberturas en otros países de entregas de premios, elecciones, mundiales ¿Cómo era la previa a esas entrevistas? ¿Era, más bien, improvisado o había mucha preparación?

Cuando viajábamos y sabíamos que podíamos tener un solo tiro, tratábamos de tener algo preparado que pudiera tener un efecto en la nota cuando se viera en la tele y, por otro lado, que pudiera llamar la atención del potencial entrevistado/a. Voy a contar algo que es muy de otra época. Es tremendo. Una vez en Cannes, en el estreno de Sin City, estaba Mickey Rourke. Él no daba notas. Averiguando un poco sobre su vida me enteré que era fanático de Monzón. Entonces fuimos a El jardín de Oscar, un negocio donde fabrican camisetas que existe aún hoy. Le hacían el buzo a Chilavert, el loco Gatti. El primer bulldog de Chilavert era la remera que usaba Monzón para entrenar. Me acuerdo que le llevé la remera que usaba Monzón para entrenar, se la mostré de lejos, no le quería dar notas a nadie, le grité “Micky, Micky”, vino y me dio una nota porque quería la remera. Qué loco, otra época. Hoy ni se me ocurriría hacer un paso de comedia o incluir a Monzón en una cobertura pero en ese momento sí. Por eso me pasa eso con la cultura de la cancelación: yo también hice y dije un montón de cosas que hoy no haría. Considero que, en ese sentido, evolucioné pero no me quiero condenar. Quiero creer que aprendí y ese trato, que pretendo para conmigo, quiero tenerlo para con otros.


 “El mercado creó un nuevo concepto con viejo nombre: el nerd. Una categoría de góndola que incluye todo lo que se pueda consumir referido a series, películas de superhéroes, nostalgia envasada y una cantidad infinita de merchandising”


En los últimos tiempos se habla mucho de la cultura pop, el fandom y el coleccionismo sobre sagas o películas de superhéroes, comics. De algún modo, Gente Sexy abordó ese tema, que durante un tiempo fue de nicho y se fue expandiendo. ¿Cómo analizás esto?

Desde que comenzó el programa en 2011 traté de incorporar a la conversación mainstream ciertos temas de la cultura pop que, en esa época, aún podían ser considerados de nicho, pero que lentamente comenzaban a encontrar un mayor espacio en el interés popular. Para mi generación, el amor por la cultura pop es identitario. No éramos tantos los interesados y nos emocionábamos cuando encontrábamos a alguien con quien compartir nuestras pasiones. Esto implicaba tener un deseo constante de aprender y alimentar nuestra curiosidad. En los últimos años, quizás empujado por The Big Bang Theory y, también, por una demanda creciente, el mercado creó un nuevo concepto con viejo nombre: el nerd. Una categoría de góndola que incluye todo lo que se pueda consumir referido a series, películas de superhéroes, nostalgia envasada y una cantidad infinita de merchandising. Nació un nuevo tipo de especialista: el “fan de todo” y el coleccionismo de merchandising. Acumulación orientada al consumo disfrazado de cultura. Algo que no permite profundizar porque requiere descartar semanalmente una pasión para reemplazarla por otra. En ese sentido, lo que sigue siendo de nicho es ofrecer un análisis profundo sobre un tema popular. Por suerte, creo que hay chicos jóvenes que lo hacen, como los pibes de Krakozhia Podcast. Con respecto al coleccionismo, creo que lo más apasionante que implica es la búsqueda del objeto deseado y hasta, muchas veces, encontrarlo de casualidad. Es un hobby que lleva tiempo y dedicación. Comprar Funkos no me parece coleccionar porque están al alcance de la mano. Yo colecciono desde mis doce años ejemplares de MAD, una revista clásica de humor norteamericana que tuvo una edición nacional por unos años. El placer que me da encontrar un ejemplar que aún no tengo es indescriptible.

 

¿Cómo analizas estos dos años de autogestión de CONGO?

CONGO nació por el despido de la radio en la que estábamos y era una alternativa que me parecía valiosa. En ese momento me ofrecían trabajos pero no incluían al equipo. Nos tiramos un lance sabiendo que podía ser difícil. De última probábamos unos meses y lo cerrábamos. La verdad es que caminó. Encontramos un público que se renueva también porque algunos nos conocen por Spotify. Hoy se convirtió en una casa en la que me gusta vivir. Si bien, por supuesto, un medio como CONGO no puede generar las ganancias de una FM, he ganado en tranquilidad y, sobre todo, en el desafío artístico de producir cosas que me gustan. Me encantaría que dure. No sé. Con los medios es muy difícil. No es un medio que nació con una gran inversión ni mucho menos. Nació con estudios prestados y apostando a la suscripción de nuestros oyentes. Con eso tenemos más o menos una entrada. La inflación hace todo más difícil pero es muy lindo.

 

O sea, aunque sumaste un montón de horas de trabajo te motiva que se trate de tu propio proyecto

Sí. Es lindo tener la posibilidad de probar y aprender cómo trabaja un medio con todo lo que eso implica. Poner al aire un programa o un podcast que me enorgullezca que forme parte de nuestro equipo o que haya gente que nos diga “tengo ganas de hacer algo con ustedes”. Está buenísimo. Me hace muy bien.