Texto: Malena del Campo y Stephanie Peuscovich / Fotos: Prensa Erika Lust
Erika Lust, o Erika Hallqvist, sueca o catalana, porque nació en Estocolmo pero desde joven vive en Barcelona. Una vida de dualidades. Como el contenido pornográfico que realiza: feminista y de calidad cinematográfica. ¿Qué piensa la mujer que popularizó el porno con ética, que pone el foco en el placer y el goce y no en la objetivización de los cuerpos ni los estigmas? La misma que recibe comentarios positivos de varones heterosexuales que se excitan con escenas gays de Xconfessions, el portal web de Erika. La que protagonizó un episodio de la serie de Netflix Hot Girls Wanted y desafía a la industria cuando filma escenas de sexo con orgasmos reales y eyaculaciones que no siempre terminan en la cara de las mujeres.
La mujer de 41 años, que estudió Ciencia Política con especialización en Feminismo y Estudios de Género en la Universidad de Lund, Suecia, está convencida del rol educador que tiene el porno en la sociedad, especialmente en los y las adolescentes. Por eso realizó junto a su marido ThePornConversation.org, un proyecto sin fines de lucro que ofrece herramientas de educación sexual para madres y padres.
Pero la juventud no es la única que sufre las distorsiones del sexo y el sometimiento de la mujer. Por eso XConfessions web series, la serie que acaba de estrenar, promete conquistar a todas las personas que todavía no se sintieron interpeladas por este nuevo porno, más estético, en donde las mujeres tienen el protagonismo del goce. Dos chicas, Olivia y Emma interpretadas por la española Melina Matthews y la ucraniana e it girl Karina Kolokolchykova montan un estudio de radio y graban desde su casa un podcast sobre sexo. Mientras tanto se imaginan fantasías, se sacan prejuicios y se desnudan vía streaming.
-¿Cuál es la finalidad del porno ético?
-El porno feminista es un porno filmado, editado y distribuido desde el marco teórico y práctico del feminismo. Esto implica que debe haber mujeres liderando el proyecto en roles claves y de poder de toma de decisiones: la directora, la productora, la directora de fotografía, la directora de arte, la editora. Es una pornografía en la cual hombres y mujeres colaboran para el placer mutuo; ambos son sujetos de deseo y agentes de placer. En la pornografía mainstream el orgasmo masculino es mandatorio y la mayor parte de las veces en la cara de la mujer. En cambio en la pornografía feminista esto no es así. A mí me gusta enmarcar mi trabajo dentro de la pornografía ética porque se caracteriza por asegurar el respeto por todos los derechos de todas las personas que trabajan en el film, tanto delante como detrás de cámara. Se cree que aspectos como descansos, catering y contratos que respeten las leyes laborales son factores básicos en cualquier producción, pero lo cierto es que no es así. Muchas productoras ni siquiera son capaces de incluir los nombres de las personas que trabajaron en sus películas, como si se avergonzaran de su trabajo. Yo no tengo nada que ocultar, en todos mis films se pueden ver los créditos de todas y cada una de las personas involucradas en la producción, y todo mi equipo de fabulosas mujeres con las que trabajo día a día están orgullosas de decir quiénes son y qué hacen.
-La industria pornográfica está liderada por hombres y suele generar ambientes hostiles para las mujeres ¿Cómo lograste lidiar con tus colegas?
-Fue muy difícil al comienzo, como siempre sucede cuando una mujer ocupa un rol que la industria tiene destinado para hombres. Esto no sólo pasa en la pornografía sino en la industria cinematográfica en general; para las mujeres es mucho más difícil, siempre. De cualquier manera yo no diría que formo parte de la industria. Mi trabajo es completamente diferente al porno mainstream, desde el proceso de producción y casting a los rodajes, el montaje o la corrección de color. El producto final es mucho más cercano al cine independiente erótico que a lo que se puede ver en los “tubes”, sólo que bueno, incluye gente que tiene sexo en cámara. Pero no fue fácil, los hombres me llamaron bacaburra, feminazi, y a mi propuesta falsa e innecesaria.
-Hay un gran porcentaje de mujeres que elige tus películas al momento de ver porno. ¿Crees que hay un cambio de paradigma sobre la sexualidad?
-¡Me alegra mucho que haya tantas mujeres que eligen ver mis películas! Lo cierto es que la categoría “porno para mujeres” creció muchísimo en búsquedas online el último año. Creo que cada vez más mujeres se atreven a retomar el control de su propio deseo en la intimidad. Definitivamente veo un cambio de paradigma. Las mujeres decidimos que ya no nos callaremos más, no soportaremos ningún acoso sin respuesta, no toleraremos abusos ni esperaremos de brazos cruzados que el Estado o los hombres busquen la solución a la inequidad de género. En el plano erótico sucede lo mismo. El movimiento feminista de trabajadoras sexuales que reclama en todo el mundo por sus derechos laborales y por el reconocimiento de su trabajo tiene cada vez más plataformas. Para el Día Internacional de la Mujer de este año decidí celebrarlo con mi película “Sex Work is Work – Part 1”: María Riot, la argentina que se desempeña como secretaría de prensa de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), contrata los servicios del alemán Dante Dionys. Era la primera vez que Dante tenía una clienta mujer y la primera vez que María contrataba los servicios de un escort. La película incluye también entrevistas con ambos sobre sus experiencias como trabajadores sexuales en la vida real y los derechos que reclaman. Mucha gente equipara el trabajo sexual con la trata de personas, pero son dos cosas completamente diferentes. Creo que siempre el primer paso es escuchar a las trabajadoras sexuales: qué tienen para decir, qué es lo que necesitan, cómo podemos ayudarlas a conseguirlo. Las trabajadoras sexuales son un sector de la población muy vulnerable a ser víctimas de abuso sexual, violencia física y hasta asesinatos, y en muchas ocasiones no pueden acudir a la policía ya que su trabajo es ilegal y pueden terminar multadas e incluso presas en lugar de recibir ayuda. Mi humilde aporte a la causa es ofrecer mi plataforma para ampliar sus voces y respetar todos y cada uno de sus derechos en mi compañía.
-La pornografía mainstream reproduce prácticas sexuales heteronormativas y machistas. ¿Te consideras una pionera en esta nueva forma de hacer?
-No sé si me consideraría una pionera. Ha habido muchas mujeres detrás de cámara haciendo pornografía, mucho antes de que yo empezase, como Candida Royalle y Nina Hartley. Creo que la mayor diferencia es el soporte: yo empecé a filmar cuando Internet ya tenía un lugar en tu casa, y ahora lo llevas contigo a todas partes en tu bolsillo. Las nuevas tecnologías simplificaron la distribución de contenidos de maneras inimaginables hace una década. De hecho el año pasado dejamos de producir DVDs; ahora mis películas sólo se distribuyen de manera digital.
-Si bien hay un cambio de roles con el porno feminista, en la intimidad aún no hay una revolución sexual. Muchas mujeres manifiestan haber tenido sexo sin ganas, sin deseo, por lo menos una vez en su vida.
-Creo que el consenso puede significar distintas cosas según a quién le preguntes. Una cosa es consensuar en el sentido de ceder o permitir, y otra cosa es consensuar con verdadero deseo. Si bien el número es alarmante lamentablemente no me sorprende; muchas mujeres “ceden” o “conceden” tener sexo con tal de evitarse tener que dar explicaciones de por qué no les apetece en ese momento, a sus parejas o incluso a sí mismas. Creo que vivimos en una sociedad patriarcal que nos educa a las mujeres para tres roles: la virgen, la madre y la puta. Las herencias culturales religiosas y el patriarcado llevan siglos oprimiendo nuestra sexualidad e intentando controlarla, y estas enseñanzas represoras calan hondo en nosotras, lo queramos o no. Muchas mujeres no se atreven a explorar su sexualidad y su deseo ni siquiera cuando se encuentran a solas. Hay quienes nunca vieron su propia vagina. Creo que es muy importante generar cada vez más espacios seguros para mujeres en los que puedan explorar sus propios cuerpos y deseos, sin riesgos de ser juzgadas ni sentirse amenazadas por predadores. Mi humilde aporte es continuar creando cine erótico que pone el placer femenino en el centro del cuadro, donde las mujeres somos protagonistas y gozamos en libertad.
-¿Podrías formular tu propia definición de sexualidad sana?
-¡Qué pregunta difícil! Creo que sería más apropiado preguntarle a una psicóloga o psiquiatra. Desde la intuición, puedo decirte que una sexualidad sana tiene como mínimo dos dimensiones: una en soledad y la otra en relación a los demás. En soledad, la sexualidad sana sería aquella que nos permite explorar nuestros puntos erógenos, masturbarnos, conocer qué nos gusta y disfrutar de un rico orgasmo por nuestra cuenta, sin culpas absurdas ni represiones internas. Esta dimensión de la sexualidad comienza en la pubertad, cuando los y las adolescentes empiezan a investigar su propio cuerpo y a sentir una curiosidad por el sexo completamente natural. Hoy en día el fácil acceso gratis y online ha convertido a la pornografía mainstream de los “youtubes” en el principal educador sexual de nuestros hijos. Es por eso que el año pasado creé ThePornConversation.org junto a mi marido y socio, el productor español Pablo Dobner. Se trata de un proyecto sin fines de lucro que ofrece herramientas para madres, padres y educadores para que puedan conversar sobre pornografía con nuestros hijos e hijas. Yo tengo dos hijas de 10 y 7 años y sé muy bien lo importante que es vencer el tabú y lograr tener una conversación honesta y atenta con ellas cuando llegue el momento. Cuando hablamos de sexualidad sana entre dos o más adultos, la palabra clave siempre es el consenso. Justamente hablábamos antes de qué quiere decir consenso para cada uno; para una trabajadora sexual, por ejemplo, el consenso con un cliente se da a través de un intercambio de dinero, pero eso no quiere decir que no haya límites y reglas que respetar. La comunicación sobre límites, deseos, fetiches y curiosidades es clave en cualquier relación sexual. El primer paso siempre será conocerse a una misma, para luego poder compartir nuestra sexualidad con alguien más.
-¿Cuáles son los factores que obstaculizan la liberación sexual?
-Creo que estamos viviendo una verdadera revolución feminista a lo largo y ancho de todo el mundo. Desde los movimientos de #MeToo que ya lleva más de 10 años, pero el año pasado se viralizó y #TimesUp, hasta las masivas movilizaciones de mujeres el 8 de marzo en todo el mundo. Veo cada vez a más mujeres formándose en feminismo, estudiando, saliendo a protestar, practicando la sororidad y apoyándose unas a otras. Dentro de este movimiento las organizaciones de trabajadoras y trabajadores sexuales son claves. El estigma social que rodea al trabajo sexual es uno de los grandes enemigos de la liberación sexual de la mujer. A mí me es imposible conciliar opiniones con las abolicionistas, que consideran que todo trabajo sexual y todo material pornográfico es degradante para con la mujer. Yo trabajo todos los días para poner el placer femenino en el centro de mi discurso; quiero que las mujeres se sientan emponderadas al ver mis películas, y motivadas para retomar el control de su propia sexualidad y su propio cuerpo.
-¿Te consideras feminista?
-¡Por supuesto! El feminismo es el marco teórico y la práctica en el día a día para construir la verdadera igualdad entre todas las personas sin importar su género. Antes de empezar a dedicarme al cine para adultos terminé mi licenciatura en ciencias políticas e hice un máster en estudios de género. Fue justamente esta convicción la que me motivó a hacer mi primer film erótico, ya que estaba cansada de la mirada machista, chauvinista y racista que domina la pornografía mainstream, y que aún continúa como la mayor tendencia dentro de la industria. Incluso diría que empeoró con fenómenos como los deepfakes que son videos montados alterados con inteligencia artificial, como pasó con el caso de Taylor Swift, que utilizaron su cara y difundieron un video que no era real. Una mujer despierta y observadora no necesita ningún hecho relevante en su vida para ser feminista. Es como preguntar si un afroamericano necesita un hecho relevante en su vida para ser consciente del racismo histórico o imperante en Estados Unidos.