Texto: Julio De Bonis / Fotos: Guille Llamos
Hugo Alconada Mon tiene como costumbre citar a sus fuentes en lugares donde no hay señal. “Busco la máxima concentración del informante, que no se pueda distraer para que deba estar netamente concentrado”. Lo que para él es una táctica efectiva, para sus editores es un dolor de cabeza. “Me ha pasado que me han estado llamando y salir con el teléfono en llamas porque había alguna novedad judicial y en el diario estaban desesperados preguntando dónde estaba”.
Si al periodista de investigación estrella del diario La Nación se le permiten esas licencias de blackout tecnológico es porque sus informes lo valen. En 2018 publicó el libro La raíz de todos los males, líder de ventas, en el que expone una tesis tan cruda como inquietante: la corrupción está tan arraigada en el sistema que se ha convertido en su principal variable.
La cita con Almagro Revista es en una de sus oficinas céntricas, a metros del Luna Park, adonde Alconada Mon llega de impoluto traje, el uniforme habitual de esta suerte de Eliot Ness criollo que persigue sus Al Capones con más dureza que la Justicia y que exhala indignación ante cada quebranto de la ley. La luz roja del grabador está encendida: a plantar dudas.
-En las últimas elecciones el voto a Cambiemos llevaba un mandato de reforma institucional. Que ese legado haya caído en un hijo de la patria contratista, ¿es una paradoja o tiene razón el kirchnerismo que acusa a los medios de preocuparse sólo de algunos corruptos?
-Reducir que Mauricio Macri esté en la presidencia por culpa de los medios es una inmensa ingenuidad, si no una somera estupidez. El que piensa eso no conoce cómo funcionan los medios y generalmente es un absoluto desprecio por los electores. ¿Por qué? Porque es un reduccionismo. Mauricio Macri sí es el hijo de Franco Macri, sí es el fruto de la patria contratista, sin dudas. Ahora, ¿ahí se acaba todo? ¿Cuánta gente votó a Macri por desencanto o porque consideró que era menos malo que lo otro? Esto pasa muchas veces, vos sos vos y tus circunstancias, y termina ganando un tipo no ideal, pero que del otro lado tiene algo peor.
-Un descarte, lo raro es que la indignación de la corrupción termine beneficiando a Mauricio Macri.
-Pero eso es problema del sistema, tenemos un sistema que te permite que un Macri sea presidente. ¡¿Qué nos va a pasar el año que viene?! Eventualmente vamos a tener la elección entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri, y las encuestas marcan que el votante no elegiría como primera opción a ninguno de los dos. El sesenta por ciento prefiere votar a cualquiera menos a ellos, y vamos a terminar votando entre Drácula y Frankenstein, porque el sistema no te ofrece el menú de opciones que te gustaría.
-Cuando la administración de De La Rúa estaba a la deriva, las coimas en el Senado lo dejaron al borde del knock-out. El gobierno de Cambiemos, que tampoco encuentra rumbo, no pareciera perder el favor de su electorado por causas como la de los aportantes truchos. ¿Los cuadernos de Centeno lo blindan éticamente?
-Es una pregunta abierta, depende de muchos factores. Al gobierno actual, al elevar la bandera de la lucha por la corrupción, se le exige más. Igual, lo protege la sensación de “aprés moi le déluge”: si pierde Mauricio, ¿quién gana? El cuco de que vuelve Cristina.
-Pasemos a las investigaciones de corrupción que presentan un origen espurio, inicios de causas por anónimos y denuncias brumosas. ¿El denominado Lava Jato argentino tiene ayuda de los sótanos?
-En algunas investigaciones tenés preguntas pendientes, por ejemplo en el caso Ciccone tenías a este señor Pacífico, y a la ex mujer de Vandenbroele que lo denuncia. De todos modos hay múltiples investigaciones que arrancan con un anónimo y luego la investigación penal va desarrollando el proceso. El tema de espurio o no espurio lo va resolviendo la justicia. También están quienes intentan agarrarse de cualquier argumento para no ver el árbol. En estos momentos todavía algunos preguntan dónde está la foto de Boudou con Vandenbroele, como si eso fuera una forma de poner en duda el caso Ciccone, y Boudou ya fue condenado.
-Es que el árbol está ahí, los cuadernos de Centeno son irrelevantes por las confesiones de los empresarios.
-A eso voy, incluso Zaffaroni plantea que hoy los cuadernos son irrelevantes. Vos podés arrancar la investigación con un anónimo que te diga abajo de ese árbol hay un cadáver, vos hacés una exhumación y si encontrás el cadáver el anónimo ya es irrelevante.
-Te paso a otra línea de cuestionamientos: muchos plantean que a los empresarios los dejaron detenidos sin un debido procesamiento y que los apretaron poniéndolos a dormir al lado de la morgue con olores nauseabundos. ¿Se están respetando las garantías legales?
-¿Por lo que estoy viendo? Creo que debieran tratarlos peor, como a un preso común, no como presos VIP. ¿Por qué estás en Gendarmería? ¿Quién sos? Cometiste un delito, bancatelá, yo sería muchísimo más duro con los empresarios, y si eso lleva a que vomiten más, fenómeno. Cuándo me hablan del trato correcto… Andá a que te detengan en el conurbano a ver cómo te tratan, los están tratando muchísimo mejor que al 95% de la población carcelaria del país. Tenés a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos diciendo que hay trato inhumano en las cárceles de Mendoza, Tucumán, Santiago del Estero, Formosa, Chaco, comparado a lo que están recibiendo estos muchachos… ¡Comen! Hay cárceles que ni siquiera. Lo mismo Vandenbroele, que se acogió al régimen del arrepentido, estamos hablando de un tipo que colaboró en un acto de corrupción para quedarse con la máquina de hacer billetes del vicepresidente de la Nación. Que dé gracias al cielo que puede irse a su casa, debiera estar pidiendo perdón de rodillas, caminando a Luján, y en vez de eso se van a quejar de que hay un trato desigual. Yo he ido a dar charlas a cárceles de máxima seguridad, ¿sabés cómo están ahí los muchachos? ¿Sabés cómo lo recibirían a Alejandrito Vandenbroele?
«Al gobierno actual, al elevar la bandera de la lucha por la corrupción, se le exige más. Igual, lo protege la sensación de “aprés moi le déluge”: si pierde Mauricio, ¿quién gana? El cuco de que vuelve Cristina»
-En tu libro marcás una cadena de corrupción que incluye políticos, empresarios, jueces, fiscales, policías, una telaraña con tantos actores involucrados que si marchan todos presos no hay plata del FMI que alcance para construir cárceles. ¿No existen alternativas? ¿Una amnistía a cambio de la devolución de dinero e impedimento de ejercer cargos públicos?
-Es un buen punto, yo creo que hay que recuperar el dinero mal habido. Y no hablo sólo del “dinero que escondió Lázaro”. No, hay que ir por la de los empresarios. Si un empresario pagó coimas a un funcionario, está fenómeno que recuperes el dinero del funcionario, como Ricardo Jaime, y también el que ganó el empresario con ese contrato mal habido. Habría que recuperar fortunas. Segundo, hay muchísimas personas que debieran terminar en prisión. También sé que cuando vos acordás el régimen del arrepentido, vos cedés parte de las prerrogativas del Estado a cambio de información.
-¿Tendrías alguna línea de corte?
-La prescripción penal. Todo lo que no esté prescripto, adentro todo el mundo. Porque si no, ¿cuál es el mensaje para la comunidad? Afaná, no pagues impuestos que total va a haber una moratoria. Después no te quejés cuando vayas a un hospital y no haya guita para gasas. La regla tiene que ser igual para todos, porque si vos y yo vamos a tratar de venderle plasticola a las escuelas, que gane el que tiene el mejor producto en el precio más competitivo. Si no, ¿cuál es? Yo al final tengo un producto de mierda, que además es más caro, pero gano el contrato y me enriquezco mientras vos vas a la quiebra. Eso sí, después me llaman y me dicen que vamos a hacer una amnistía. Vos que sos el empresario perjudicado vas a decir: me tomaste de boludo, perdí mi contrato, mientras vos te ibas a Punta del Este yo me iba a Punta Lara, porque jugué limpio y vos no, y si encima tiene amnistía la señal que te estoy dando es la próxima hacé trampa, porque eventualmente habrá una amnistía.
-En crímenes de lesa humanidad jamás lo plantearía, y no digo que me alegra pensar en una amnistía en estos casos, pero la sensación es que ante algo tan grande muchos van a quedar impunes.
-Una cosa es que alguien quede impune porque se te escapó, otra es premiar la impunidad. Te insisto, prefiero ser durísimo. Si vos ya tenés cuatro de los diez empresarios más grandes del sector del transporte que tuvieron que pagar un soborno a cambio de los subsidios que cobraron, lo que tienen que hacer los fiscales es llamar a los otros seis empresarios del top ten y decirles: ¿Aldo Roggio es un pajarito al que se comieron crudo y vos sos un águila guerrera que se protege de los sobornos? ¿O en realidad vos me estás tomando de boludo y estás callando algo que Roggio confesó? Tienen que desfilar uno por uno. Eso está pasando, en parte, en Brasil, donde en un momento plantearon hacer una amnistía y no. ¿En qué terminó eso? En que las doce empresas más grandes de Brasil están para el cachetazo, algunas quebraron. ¡Qué quilombo! ¡Se perdieron puestos de trabajo! Sí y no, porque las siguientes doce, que eran las medianas, empezaron a ganar contratos que ganaban las más grandes y contrataron empleados de las empresas más grandes que quedaron en la calle. Ahora doce empresas medianas tuvieron la oportunidad de empezar a crecer con reglas sanas. Entonces, sos Pescarmona, sos Eurnekian, sos Roggio, sos un delincuente, andá a la cárcel, me importa un carajo.
Esta entrevista fue realizada en noviembre de 2018 y forma parte de la edición especial impresa de Almagro Revista. Comprala haciendo click acá y llevate a la playa este y otro artículos inéditos.
-El problema es que vos mostrás que no son sólo funcionarios y empresarios, hay fiscales, jueces, oficiales, servicios.
-¡Todos presos! Yo soy un ingenuo que trata de escribir sobre esto: todos presos. ¿Bonadío me gusta? No, pero es lo que hay. Después la Cámara corregirá los errores, después Casación y después la Corte Suprema, pero es lo mismo que Brasil. Moro a mí me parece un excelente juez, ahora: ¿la Cámara de Apelaciones es fantástica? No. ¿El tribunal Superior a la Cámara? Más o menos. ¿El tribunal Federal Brasileño que es nuestra Corte Suprema? Y… pero es lo que hay y juzgaron y condenaron a Odebrecht, que es un empresario entre dos y cinco veces más grande que Paolo Rocca. Creo lo mismo en este caso. Para que te quede claro: ¿me cae graciosa la figura del arrepentido? No. ¿Me gustaría verlo condenado a Vandenbroele? Sí. De hecho yo investigo el caso Ciccone hace seis años, me amenazaron y se metieron con mi familia, quisiera verlos a todos presos. Al mismo tiempo sé que la única forma de llegar adonde hay que llegar es si tenés un Vandenbroele que se te da vuelta y entrega a un Boudou y a un Brito, el banquero de esta historia, uno de los más grandes de la Argentina, y el único que dio su nombre en Tribunales fue Vandenbroele. ¿Es el mundo ideal? No. En Brasil una historia de Folha de Sao Paulo expone que una mujer negra pobre robó tres paquetes de pañales de un supermercado y fue condenada a ocho años de prisión, mientras tanto la misma semana al financista Alberto Youssef lo condenaron a tres años, se quedó con 100 millones de dólares, y lo mandaron a su casa, un penthouse con pileta olímpica. Estamos todos mal, es cierto. Ahora, Youssef es el que te entregó la información para llegar a Marcelo Odebrecht y a Lula, en total embocaron a funcionarios y legisladores de 14 partidos distintos. Prefiero tenerlo a Youssef nadando de espalda en su casa, pero a los 12 empresarios más grandes de Brasil adentro, es como tener a los empresarios del coloquio de IDEA de Mar del Plata desfilando por Tribunales esposados. ¿Estarías dispuesto a entregar al gran financista en negro de la Argentina a cambio de ver desfilar a todos los muchachos? Yo, sí.
-En tu libro das una frase que es la de quemar fusibles sin que salte toda la instalación eléctrica. Bonadío, con lo que parece una obsesión con Cristina Kirchner, ¿no quiere hacer saltar ese fusible sin tocar nada más?
-Bueno, ese es uno de los dilemas. En los últimos años, María Julia como fusible que la condenan y el resto del menemismo queda impune. Durante el kirchnerismo parecía que el que iba a inmolarse era Ricardito Jaime, y Amado Boudou, que son satelitales. Y ahora tenés este punto. Con Bonadío hay que ver qué ocurre en los próximos meses. Los cortes temporales según los cuadernos fueron en 2008, y ya tenés algunos que dicen que esto empezó en 2003. Entonces Bonadío tiene que llamar a Iecsa, que cambió de manos en el 2007. ¿Del 2003 al 2007 quién estuvo? La familia Macri, hay que agarrar a los familiares de Macri para que declaren. Todavía es prematuro saber si están encapsulando o no, ese es un riesgo en esta causa, pero al mismo tiempo hay que ser cuidadoso porque recién comienza.
-Pero hay que estar con la guardia alta.
-Y sí, porque Techint te dice que pagaron a partir de 2008 porque tenían un problema en Venezuela, y Uberti dice que le empezaron a pagar en 2006. Hay que llamar a todos los ejecutivos de Techint y empezar de nuevo, porque me dijiste que era por Venezuela y que eran aportes de campaña, y al final no eran ninguna de las dos.
“Podrían haber sido más duros impulsando la reforma electoral, yendo a fondo con la democratización de los sindicatos… En esos debates el Gobierno optó por gradualismo y perdieron la oportunidad”
-Un capítulo de tu libro está dedicado a los periodistas que cobran por hacer mal su trabajo, divulgar fake news, defender a un gobierno o atacarlo, lo mismo con empresarios. ¿La sociedad castiga al que recibió dádivas con pérdida de credibilidad y popularidad o no hay condena social al mal periodismo?
-No, en eso tiene mucho que ver la grieta. Aquellos que están en contra del kirchnerismo les van a creer a quienes escriban actos de corrupción del kirchnerismo y van a descreer de quienes escriban actos de corrupción de Cambiemos, y quienes votaron al FPV van a creer en las denuncias sobre Cambiemos y van a rechazar las otras, entonces al final no tienen relación los índices de credibilidad con el cobro o no cobro.
-Vos parecieras manejarte desapasionadamente, investigás a los dos partidos mayoritarios.
-Sí, pero es muy desgastante. Amnistía Internacional hizo un estudio hace poco que me da como el periodista más puteado en las redes sociales. ¿Por qué? Porque cuando escribo sobre el kirchnerismo tengo todo lo del kirchnerismo que me vuelan las piñas, y cuando publico algo incómodo para Cambiemos vuelan todas las piñas de ese lado. Mis redes sociales parecen un electrocardiograma, me dejan de seguir como diciendo “yo ya no te creo”, en realidad para decir “no quiero saber lo que vas a publicar”, entonces se desconectan.
-Eso en parte lo estimulan los algoritmos de las redes sociales que te muestran tus preferencias.
-Y bueno, entonces terminamos en una situación tan ridícula que todavía hoy tengo que dar explicaciones sobre lo que hicimos en los Panamá Papers en base a mentiras difundidas por el mismo señor que dijo que Scioli era el presidente (Nota de la redacción: se refiere al periodista Roberto Navarro), que el domingo que nosotros empezamos a revelar los Panamá Papers hizo que escuchaba por la cucaracha para después decir: “Accedimos a la mayoría de los Panamá Papers, me dicen que está Alfonso Prat Gay y Juan José Campanella”. Mentira. También dijo que el material de Macri estaba listo antes de las elecciones, mentira. Pero en Twitter todavía algunos me acusan de ocultar la información. En definitiva, cada uno va a creer lo que quiera creer.
-Con los Panamá Papers salió una nota en Anfibia de Tomás Lukin y Santiago O´Donnell, en la que dijiste sentirte incómodo en La Nación sobre el tratamiento que le estaba dando el diario, aunque terminaste conforme en parámetros de un mundo no ideal. ¿Cuáles son los límites para el periodista con su medio?
-Es donde cada uno fije su línea roja. Yo tengo ciertos estándares de publicación: tiene que ser una persona pública, de asunto de interés público, y políticamente expuesta. Cuando fijo lo que quiero publicar, quiero que se publique, si algo no se hubiera publicado hubiera renunciado. Dentro de mis parámetros, porque no todo lo que está merece ser publicado. En Wikileaks, Julian Assange en un primer momento quería publicar todo, y nos negamos. El ejemplo concreto es este: en Wikileaks están los cables secretos de la embajada norteamericana informándole a Washington sobre un operativo conjunto en la triple frontera con agentes encubiertos en lucha contra el narcotráfico y financiamiento del terrorismo, una eventual célula de Al Qaeda, y estaban los nombres reales y ficticios de los tres agentes. Si publico eso, la operación termina ahí mismo, la célula queda impune y los matan a los tres. ¿Corresponde publicarlo? Yo tomé la decisión de que no. Cuestiones de seguridad nacional y de protección de vida, porque además verifiqué que la operación estaba en curso, porque si ocurrió hace cinco años y los agentes están viviendo de vuelta en Kamchatka puede ser una nota de color, pero si no, no.
La entonación y la gestualidad de Alconada Mon presentan intervalos anímicos, por momentos cuenta anécdotas cual futbolista brasilero que disfruta su trabajo, en otros se lo nota agobiado, al borde del pico de estrés, y con frecuencia recurre a recursos discursivos políticos para convencer a su interlocutor: “¿Qué mensaje le estamos dando a tu hija con estas reglas, Julio?”. Porque si hay algo de lo que está convencido es que para extirpar la corrupción, esa raíz maligna que es su trabajo diario denunciar, hay un solo camino: ser muy duros.
El cronista saca de su saco una servilleta y, continuando el género literario de restaurante inaugurado por Corach y Cavallo, le alcanza una serie de preguntas judiciales a su entrevistado. Alconada se presta al juego y devuelve un alarmante resultado: sospecha que ocho de los once jueces actuales de Comodoro Py son corruptos, sólo le compraría un auto usado a tres y tan solo uno despierta su confianza.
-¿Qué te pareció la designación de Laura Alonso en la Oficina Anticorrupción (OA)?
-Fue un error. Es una buena mujer, pero no debería estar allí. Además la OA está mal diseñada, porque no podés controlar al Poder Ejecutivo y depender del Poder Ejecutivo. Y no podés ser militante del partido político que tenés que controlar. Además, el cargo debe ser ocupado por un abogado y para que sea Alonso lo reformaron.
-¿Qué opinás de la ex jefa de los fiscales, Alejandra Gils Carbó, y del revuelo mediático que generó su figura?
-Mezcló rasgos positivos con errores grotescos, se abrazó demasiado a un sector innecesariamente. Por otra parte tomó decisiones muy buenas creando algunas procuradurías y áreas especiales, y designó gente piola en ciertas áreas. Pudo ser mucho mejor de lo que fue, pero no fue tan mala como la pintan.
“Incluso Zaffaroni plantea que hoy los cuadernos son irrelevantes. Vos podés arrancar la investigación con un anónimo que te diga “abajo de ese árbol hay un cadáver”, hacés una exhumación y si encontrás el cadáver el anónimo ya es irrelevante”
-En tu libro denunciás a la mafia sindical y cómo caen los Pata Medina mientras siguen intactos los peces gordos. ¿Es posible ir tras ellos en plena recesión?
-En un contexto de debilidad es como boxearte con Mohamed Alí. ¿Tenés ganas de subirte a esa pelea en este momento? Y eso va a otro debate dentro de Cambiemos, que era de ser gradualista o no, no en el campo económico sino en el institucional. Podrían haber sido más duros: impulsando la reforma electoral, con la boleta única y la electrónica, con reformas judiciales, yendo a fondo con la reforma sindical y la democratización de los sindicatos. En esos debates el Gobierno optó por gradualismo y perdieron la oportunidad. Una y otra vez, lo que te dicen los ex presidentes es que vos tenés dos o tres tiros y son al principio. Y todos repiten que cuando estaban ahí no se animaron, porque les da vértigo el lanzarse, que no haya agua y pasar a la historia como el estúpido que se rompió la cabeza en los primeros 100 días de mandato.
-Cuando en Colombia cayó Escobar aparecieron nuevos actores, pero el narcotráfico siguió. ¿No tenés miedo de que el sistema que describís en tu libro gane en todos los ámbitos, independientemente de las detenciones momentáneas o la supresión de algunos personajes?
-Sí. Es el dilema que tienen en la provincia de Buenos Aires. ¿Qué preferís, una policía bonaerense delincuencial, que regula el delito, o tratar de depurarla y que se arme el desmadre? Es una disyuntiva perversa.
-¿Se puede salir de esa disyuntiva perversa?
-El tema es si tenés la voluntad, el coraje y la decisión política para hacerlo. Y excede a cada Gobernador, pasa por la sociedad, es pararte frente a la televisión y decir muchachos, vamos a ir por una renovación, lo que puede ocurrir es que se nos pudra todo, que haya más homicidios, más secuestros, más de todo, y esto puede ser una transición que tome años hasta que logremos depurar lo que está pasando. ¿Estamos dispuestos a bancárnosla? Si Winston Churchill hubiera nacido en la Argentina y dijera, “muchachos, sangre, sudor y lágrimas”, vamos a bancárnosla. Cuando en frente otro tipo te dice: ¡Está todo bien! ¡Argentina, potencia, estamos nacidos para la victoria! ¿Quién te gana la elección?