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Publicado por Javier

La Sacerdotisa de San Telmo: conciencia divina y elogios para “Trapito” Barovero

Texto: Lucas Villamil / Fotos: Francisco Odriozola

 

“Marte se puso en Capricornio, la energía está en el aire. Mercurio estaba retrógrado y siempre te hace pensar mucho, y cuando Mercurio se pone directo lleva a una comunicación más fluida que lleva al éxito profesional”. Así de etérea empezó la charla con María Elena Garbarini, también conocida como La Sacerdotisa de San Telmo, un miércoles de sol, a la mañana, entre mate y churros. Nadie hubiera dicho que íbamos a terminar hablando de fútbol.

Todos los días, en este PH de San Telmo que comparte con su hijo adolescente, Elena recibe a personas que la vienen a consultar por diversos motivos. Sus herramientas son muchas: revolución solar, carta astral, tarot… Ella aclara: “La astrología no es lo que más me gusta de la mística”.

-Ya vamos a llegar a eso, pero empecemos por el principio. ¿Naciste en el campo?
-Nací en Álvarez de Toledo, partido de Saladillo, en provincia de Buenos Aires, en un rancho de adobe, techo de chapa. Mamá es de un campo cerquita, son chacareros, sistemas de chacras, cien hectáreas, familias que trabajan. Y mi papá compraba y vendía productos del campo. Se conocieron y se enamoraron, y en el 73 el hippismo les pegó de esa manera, vivir en el ranchito donde nací yo. Y mamá ya había tenido dos hijos, entonces no quiso ir al hospital. Nací con parto natural con mi mamá, mi papá, el médico y la esposa del médico. Entonces ya de chiquita me decían que mi placenta estaba ahí, ya te pone un colorido eso.

-¿La placenta la enterraron ahí?
-Si si si.

-Ah, unos hippies completos.
-Si si si… pero ellos no son hippies, son de campo. Nosotros venimos de ranquel por parte de madre. Esa es la historia más linda de todas.

“Mis bisabuelos vivieron un tiempito en la toldería hasta que el cacique los dejó salir y fueron nómades, anduvieron a caballo”.



Mi bisabuela, Aureliana Torres -le cambiaron el apellido- vivía con un cacique, era protegida del cacique, cerca del límite de La Pampa, y era chasqui. Iba de la toldería a caballo a lo profundo de la provincia de Buenos Aires llevando información, a finales de mil ochocientos… Y ahí, andando a caballo, en las apostaderas, conoce a mi bisabuelo, que también era chasqui.

-¿También ranquel?
-No, vasco, de esos primeros vascos que llegaron. Vivieron un tiempito en la toldería hasta que el cacique los dejó salir y fueron nómades, anduvieron a caballo. Tuvieron un hijo, dos, y ahí se tuvieron que asentar. Y ese segundo hijo era mi abuelo, el papá de mi mamá. Esa es una línea…

-Tenés la sabiduría ancestral de ese pueblo originario.
-Ponele. Pero también soy bruja por parte de padre. Con un astrólogo miré mi carta astral: Saturno en 8, en géminis… bueh, no importa, toda una conexión… Me dice: padre brujo. Y papá, no es que era brujo, pero era alquimista yuyero, le encantaba.

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-Y vos, además de todos estos antecedentes, ¿Tuviste en algún momento una especie de iluminación?
-Si, bueno, una experiencia de conciencia divina, de conciencia pura, conciencia total. Todos tenemos.

-¿Cómo fue?
-A los once años, Tierra del Fuego. Fuimos a vivir allá por la ley de promoción industrial y… Te aclaro que ni mi mamá ni mi papá son religiosos, más vale unos son socialistas de Palacios y los otros creen en la naturaleza. Las instituciones religiosas no tenían cabida. Un día, mi mamá me da una plata para pagar la cooperadora, un billete de cincuenta australes. Entonces yo salgo de casa, había tormenta de nieve, y yo, pensando en no perder la plata, agarro el billete y lo voy a meter en el bolsillo de la valijita, pero cuando lo saco, el billetito se va… Imaginate: frío, nieve, en mi casa ya no había nadie, me desespero… Busco por todos lados, un auto casi me pisa, me caga a pedos…

-Una situación traumática.
-Bueno, en la psicología se lo puede llamar brote místico. Pin pin pin… Vuelvo y siento que el autito que me llevaba a la escuela ya se estaba yendo. Entro a casa de nuevo y sentía que se me caía el mundo. Mamá me iba a matar, llegaba tarde a la escuela, perdí la plata, me sentí morir. Entonces, la mente se hizo mancha congelada, no hay más pensamiento, no hay dualidad, no hay ruidos, y viene un pensamiento que era: Dios, sacame de acá. Ya, abstraída de la realidad. Y despierto de eso con un chchchch…chchchch… un ruido que nunca me voy a olvidar. Y miro que la lámpara de la calle hace una guarda por la entrada, la luz viene finita y frena a un metro mío, y donde frena hay un papelito, que es el billete.

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-Te hablaba, prácticamente.
-Ponele. Yo dije chau, llamé a Dios. Lo agarré y salí corriendo a la escuela, y fue como una película, imaginate, otro estado de conciencia. Pin pin pin, tenía una fe absoluta, una alegría tremenda, todo era hermoso, la nieve era hermosa, la vida era hermosa. ¡Onda verde! Y cuando llegué al aula… Pensá, era Tierra del Fuego, yo era de Buenos Aires, ya me habían tirado piedras, me odiaban, había una cosa de invasión. No son gente asi… Mercurio. Son hermosos, son petisitos, unas piedras, hermosos, divinos, pero… Todos corroídos, el viento, el frío… ¿cómo vas a ser? Entonces cuando me siento en el aula la maestra dice: Ah, parece que hay alguien que está contenta. Y me levanté y le puse la plata re contenta. ¿Sabe por qué estoy tan contenta? ¿Por qué, María Elena? ¡Porque Dios existe! Y así viví mucho tiempo, con certeza.

-¿Y cómo era esa imagen de Dios?
-No no, era una energía, es un estado. Y después el camino fue una serie de sincronicidades que me explican qué fue eso. Spinetta, Castañeda, Artaud, los Tarahumaras…

-¿Escuchabas a Spinetta y entendías todo?
-No no, no es que entendía todo. Es con quién te empezás a conectar. Va pasando, son coincidencias, no es algo premeditado. Es como un truco sin señas.

-¿Cuándo decidiste que con todo esto que sabías ibas a trabajar y ayudar a los otros?
-Yo soy actriz, estudié actuación y la profesora nos conecta con el yoga, meditación, butoh… y yo ya venía… tiki tiki tiki taka. Yo quería ser actriz, pero la salida laboral no iba para mi clase media baja, porque yo no tenía un contacto. Yo tenía mucho talento, de hecho creo que lo tengo, pero tenía que comer, pagar el alquiler. Entonces decía soy esto, pero, ¿trabajo de qué? Entonces trabajaba dando clases, de niñera… Pero después, a través del yoga y el butoh entro en la filosofía. Trabajé como modelo vivo, que también: mucha quietud, meditación… Y empiezo a estudiar filosofía de oriente y occidente comparada, por mi cuenta, con diferentes institutos y maestros, para ver si ahí hay una salida laboral.

“Mi casa siempre fue un consultorio, siempre se me llamó y venía gente a pedirme consejos, desde qué número compro para ganarme la grande hasta pim pim pim”.

 

 -¿En qué época era esto?
-En el 98. Ahí también desembarco en San Telmo, me caso, tengo un hijo. Siempre quise vivir acá por el teatro, por el nuevo Parakultural, cuando ya se había ido de Venezuela a Chacabuco. Siempre estuve en San Telmo por el teatro. Por eso yo te digo que esto que yo hago lo hago porque lo que yo estudié no era como yo creía en cuanto a la salida laboral. No era que me anotaba en el San Martín, cobraba un sueldo municipal y la mesa estaba servida.



Era mucho más complicado, yo era muy inocente en ese sentido. Entonces siempre seguí con el teatro independiente pero sabía que eso no me iba a dar de comer. Y aparece una chica que me regala las cartas de tarot.

-Y ahí empezaste.
-Igual te aclaro que mi casa siempre fue un consultorio. Siempre se me llamó y venía gente a pedirme consejos, desde que soy muy chiquita. Desde qué número compro para ganarme la grande hasta pim pim pim.

-¿Hiciste millonario a alguien?
-Si. Para mi era natural. Y un día el papá de mi hijo me dijo Elena, ¡empezá a cobrar! No tenemos plata… Y yo dije, claro, ¿no? Debería ocuparme de esto. Argentina es un lugar muy difícil para que esto lo puedas vivir como una profesión. Cuando fui a México fue una liberación porque dije: ¡hay un país donde todas y todos son como yo!

-¿Acá hay un prejuicio con estas ciencias?
-No es que hay un prejuicio, pero la estructura de la educación formal universitaria es fuerte. Vos pensá que yo misma quiero que mi hijo termine la carrera. Acá matamos a casi todos los originarios. Además de que los nuestros no eran los más power, excepto los de catamarca, que esos eran solares, nosotros somos todos lunares. Los wichis, los quilmes, los que estaban en lo que ahora es Belén…

-Buenos Aires tiene una tradición muy fuerte del psicoanálisis.
-Y claro, excelente, porque es la oposición de sol y luna que hace eso. Para un buscador este es un lugar ideal. Porque acá si o si te hacés la pregunta. Si realmente querés tener una conexión con el inconsciente colectivo, y un inconsciente colectivo interesante, y… acá mirá el inconsciente colectivo que tenés.

“Acá matamos a casi todos los originarios. Además de que los nuestros no eran los más power, excepto los de catamarca, que esos eran solares, nosotros somos todos lunares”.



-¿Cómo definirías el inconsciente colectivo de Buenos Aires?

-¡Bipolar! ¡Es hermoso! Fijate cómo te muestra la maia, la verdadera naturaleza de la realidad. Estás en una plaza tomando sol -y acá hay un sol espectacular como en ningún lugar del mundo-, estás tomando mate con tu novia, en un momento que decís llegué al amor, ¿si? Y vienen dos chicos como de dieciséis, medio con sangre, que no sabes si te van a cortar y te dicen dame una moneda, y te sacaron de ahí… Y esto también es la realidad. La moneda es verdad y el amor es verdad, y es constante, pero para vivir así hay que tener unos huevos bárbaros. Y si no, sos un negacionista como… ya sabemos los negacionistas que tenemos acá. La inseguridad. ¿Qué inseguridad? La vida cambió, el mundo cambió. Vamos, chicos, ¡despiertensé!

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-¿Eso es lo que les decís a los que vienen a la consulta?
-Mirá, a la gente yo la mando a toda a meditar. Pero una vez que te agarra el dolor, el vacío existencial, ya estás.

-¿Ese es el problema principal por el que la gente te consulta?
-Mirá, fue al médico, fue al terapeuta, que le sacó un auto y una casa y no se lo solucionó, estudió la carrera y capaz que hasta tiene un doctorado, y el tipo es infeliz… Y viene acá. ¿Cómo se va esa angustia? No se va a ir con una acción, con una cosa hacia adelante. Se va a ir yendo hacia adentro y hacia abajo. Más para adelante, más te perdés.

-¿Y por qué siempre queremos resolver esa angustia con acciones?
-Me voy de viaje, ponele. No está mal el viaje. Pinto la casa, no está mal. Pero Dios es el sí mismo, la búsqueda de sí mismo. Hay tres estados: estado causal, sutil y material. En este estado estamos en conciencia despierta. Cuando estamos durmiendo, soñamos, ¿y en el sueño estamos o no estamos? Estamos, es el mundo sutil. ¿Y cuando a veces dormimos y no nos acordamos de nada? Mundo causal. Ese es el mejor estado porque somos solo energía, la consciencia se calmó, ese es el descanso, lo más cerca de Dios. Ahora, en los tres estados, lo que no varía es que siempre estamos nosotros, Dios es uno. Yo me acuerdo de salir de un recital de Spinetta, veinticinco grados, estado de gracia, la mente sin preguntas… Si muero ahora, ya está, ¿no? Porque eso es casi morir.

“Fue al médico, fue al terapeuta, que le sacó un auto y una casa y no se lo solucionó, estudió la carrera y capaz que hasta tiene un doctorado, y el tipo es infeliz… Y viene acá”.

-¿Pero vos qué le decís a alguien que viene con un vacío existencial? ¿Qué herramientas le das para que puedan mirar hacia adentro?
-Ahí están los truquitos, es cuando uno lamentablemente se tiene que hacer el mago. Yo soy el reloj de Dalí, por afuera parezco una cosa colorida pero adentro esto es una máquina. ¿Sabés lo que es tener una Elena interna? Es horrible.

-¿Sufrís?

-Es que es todo tan previsible… Vos ya lo vas viendo. La mayoría de la gente que viene acá se sienta y te dice: ¿me va a dejar mi novio o no? ¿Voy a ascender en el trabajo o no? Y vos le contestás eso porque más o menos lo ves, por los arcanos mayores, bla bla bla… Pero aprovechás eso y en el medio le decís: está bien esto, pero, ¿vos no querías ser bailarina? Y si… Ah bueno, nos vemos mañana, que andes bien. Porque acá el problema es que nadie quiere ser lo que es. Yo tampoco. Ya está, esto es sencillo: es mejor cumplir el verdadero karma aun sin merecimiento que con éxito el karma ajeno. Uy, yo quería ser trapecista del Circo de Soleil. Y no, Helena, vos ya sos una cosa y sos hermosa, y aceptate, y seríamos todos felices, la humanidad estaría toda coordinada. Hay que autoconocerse, hay miles de herramientas: la gimnasia, el médico, la escuela, la universidad, los amigos, los libros, los místicos, la iglesia… hay un montón, no importa cuál. Yo soy universalista, me encantan todos.

-Hay muchos tipos de maestros.
-Yo tengo un Swami. Los libros son los maestros, los padres son los maestros, los hijos son los maestros. Si te ponés en esa energía de discípulo maestro… Es vivir el instante, y acá está el aprendizaje. ¿Ahora qué estamos haciendo? Un reportaje… Mentira, si estamos haciendo un reportaje pero estamos pasandola bien, si no estuviéramos mirándonos a los ojos y pasándola bien yo te abro la puerta y te vas. ¿Para qué vamos a perder el tiempo? Se feliz. En el sentido de que estás consciente, estás acá… No hay mucho más que eso.

-¿O sea que esa angustia viene de la prisma con la que miramos las cosas?
-Y claro, porque no estamos a tiempo con el corazón, pero para eso hay que conocerse y hay que ir adentro. La gente tiene miedo de ir adentro, porque ahí adentro hay cosas que uno niega de sí mismo. ¿Podés creer que tengo este apego con el vino? Y si… sos ranquel… ¿Cuál es el problema? ¿Qué puede llegar a pasar? ¿Que no era lo que mamá quería? ¡Nunca vas a ser lo que mamá quería!

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-Vos decís que hay que ir a ritmo con el corazón, pero ¿qué pasa cuando venís en otro código, endiablado con la política argentina, o con el trabajo o con lo que sea?
-Está bien, no te identifiqués. Si queres ser perfecto y gobernar a la altura del inconsciente colectivo no te podés identificar con vos mismo. Te tenés que identificar con el inconsciente colectivo, porque siempre el inconsciente colectivo es la verdad. ¡Mirá el Diego! Vamos a hablar del Diego.

-Hablemos del Diego.
-Uno de los señores con más grande inconsciente colectivo, tocó la fibra interna de cada uno en un montón de países del mundo mundial. ¿Es verdad o es mentira? Entonces si él se identifica con todo lo que esas personas, esa energía, quieren que sea él, y bueno, ahí tenemos la vida del Diego. Es bueno, es malo, es pingui, es pongui… El Diego es una antena de felicidad. Justamente en ese momento, lo que la energía de los planetas transpersonales estaba pidiendo era el gol con la mano, era la gambeta mágica, barrilete cósmico, era que alguien saliera de donde salió el Che. Siempre que se necesita un cambio viene un transformador. Ok, sos un político, querés cambiar la realidad: ¿para el bien de quién?, ¿tuyo, de tu partido político, de Europa? ¡Mirá el inconsciente colectivo! Y ahí vas a quedar en todos los libros del mundo… Marx. No me importa el partido, no estoy hablando de la orientación, no podés seguir diciendo que a vos te gustaría que el argentino fuera de una manera o de otra. ¡El argentino, es! A mi también me hubiera gustado estar en la época en la que vino Einstein y estaba Lorca en el sauna del Castelar Hotel. Pero ¿sabés qué? No somos así, nosotros somos la conjunción de una energía originaria mezclada con un vasco y un italiano anarcosocialista, cooperativista. Hay gente que va a la facultad y lo sabe. ¡Llamenlos!

-Vos decís que el político tiene que estar al servicio del inconsciente colectivo, pero para llegar a ser presidente también tiene que tener un deseo interno muy fuerte, un ego muy grande.

-Claro, una consciencia de que él es el transformador. ¡Como el Diego! ¿Vuelvo al Diego?

“Es mejor cumplir el verdadero karma aun sin merecimiento que con éxito el karma ajeno”.



-Volvé al Diego.

-El Diego, ¿en algún momento dudó de que él venía a ganar un mundial? ¿Dudó de que iba a ser jugador de fútbol y dijo yo quiero colgarme en la tela…? El dijo soy yo, me entrego. Por eso habla en tercera persona, ahí está el inconsciente colectivo.

-¿Ves en este momento a alguna figura que exprese el deseo del inconsciente colectivo?
-… Para mí es grupal lo que está esperando el inconsciente colectivo en este momento, no es individual. Ahora, por ejemplo, vino una persona que se llama Bandana Shiva… Yo se que está en el medio ambiente, estoy segura que tiene que ver con el mambo del ambiente, y seguramente va a ser con el agua. Pero no puede ser individual.

-¿Cómo ves el rumbo que tenemos hoy en lo ambiental?
-Estamos en el horno, acá y en todo el mundo. Pero acá todavía hay energía de la tierra, todavía crecen los bichos, y hay que defenderla. Estamos en cuenta regresiva. Hay gente que está esperando a los salvadores de otros planetas. Depende de dónde estés. Para mí estamos esperando a un grupo, una cosmovisión… Y otros dicen que esperan a los uranianos, ¿entendés? Directo. Y otros los esperan en el Uritorco.

“El Diego es una antena de felicidad”

-Bueno, para ir pasando a la realidad más cercana. A tu hijo…
-Es de River. ¿Vos de qué cuadro sos? Porque si el sitio se llama Almagro… No serás de San Lorenzo, ¿no?

-No, soy de Racing.
-Ah, gracias a Dios y la Virgen.

-¿A tu hijo lo ves con ganas de estudiar ciencias orientales?
-¡Ni en pedo! ¿Ulises? Periodismo deportivo, mundo pelota. Le encanta. Cada cual sale como es. Igual es cabulero, cuando juegan la Libertadores vamos a la madre Durga y yo sé que él pide por River, estoy segura que está pidiendo por River porque esa es su preocupación.

-Y a vos el fútbol te gusta, claramente.
-Me encanta el fútbol, pero en la cancha. Me acuerdo cuando fui a ver Huracán-Banfield y lo vi a Zanetti correr por el lateral, en el 93, ponele… Estaba en el Ducó y veo esa cosita, esos macetones, y digo este pibe tiene… En la cancha se ve cuando un jugador tiene un estilo propio. ¡Qué hermoso Zanetti! Pero por ejemplo, otra vez fui a ver Argentina-Bolivia, Riquelme jugando y tirando la pelota para atrás, contra Bolivia en el Monumental, y dije ¡dejensé de joder! Está bien la exactitud del pase, todo, pero la tirás para atrás contra Bolivia… ¿De qué te estás cuidando, Riquelme? Yo estoy acostumbrada a ver a Huracán, que tiran la pelota afuera todo el tiempo, y cuando aparece uno que da dos pases bien ya es gracia divina, para mí ya es Dios. A mí me gusta Pastore, esa elegancia. Me gusta que la banda sea compacta pero que cada tanto haya como destellos de iluminación, todos con sus personalidades. Mirá Trapito, por ejemplo.

-¿Trapito Barovero?
-Es hermoso, Trapito es hermoso. Con esa inseguridad que parece que tiene, cuando ataja el gol… ¡qué grande Trapito se hace! Parece inseguro pero no es inseguro. Tapa el gol y tranca, se acomoda y sigamos, sigamos…

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