Texto: Julio De Bonis / Fotos: Zalo Lynch
Gerardo López Alonso tiene un extenso currículum como periodista económico. Arrancó en los 60 en el viejo diario La Prensa y cuando le estaban por dar el mando de la sección pasó a Primera Plana, a la que define como “la revista estrella de ese momento”, a la que renunciaría a principios de los 70 para fundar con otros compañeros la revista Mercado, de la que fue Secretario de Redacción, Director, y luego propietario hasta su venta en el 93, cuando dejó el oficio para dedicarse a la docencia en la Universidad Austral.
Acudo a su encuentro junto a mi amigo, el experto en semiótica, Arturo Fitz Herbert, también colega suyo. El encuentro deriva en un debate sobre el nuevo rol de rockstars de los economistas en la tele, cómo leer “el nuevo rostro humano del FMI”, y filosofar acerca de qué hacer si un Presidente de la República se queda dormido en medio de una entrevista. La charla se da en un aula vacía de la sede de la Universidad Austral en Cerrito y Juncal, cuando el dólar no había superado la barrera de 26, no se conocía el monto del acuerdo con el FMI y todavía los funcionarios confiaban en dar metas de inflación, antes que las exterminara el banquero Federico Struzenegger, que pocos días después quedaría desempleado. El entrevistado abre el juego:
-De los noventa para acá se afinó bastante la interpretación de lo que pasa, hoy es más sofisticado. Sturzenegger dijo: “Si subo la tasa, el efecto inmediato es que la economía se retrae, pero baja la inflación y ese es mi objetivo principal”. Eso muchos lo entienden ahora, décadas atrás la gente decía cualquier cosa.
-Y ahora todos los programas de interés general de la televisión llaman a economistas, parecen los nuevos mediáticos.
-Sí, efectivamente hay muchos más economistas que antes, y varios son coherentes en el análisis económico, después eso tiene o no un correlato en cómo se implementa, porque muchos dicen “si aplico esto se incendia el país”, pero eso no es economía, eso es incendiar el país.
-¿La economía no debiera incluir como materia “se incendia el país”?
-Voy a entrar en el terreno de los sacrilegios: Cavallo es muy buen economista y nadie pone en duda eso. Después la gente pone el foco en esto de acertar o no, término que yo desconozco porque no sé qué significa acertar. Un análisis económico puede ser respetable y sustentado en datos, pero eso no te convierte en un buen ministro. Alsogaray era pragmático, esto que digo es sacrílego y quizás me cueste volver a tener trabajo en alguna parte del mundo, pero era un ejemplo de un tipo que siempre atendía a la prensa y explicaba. Yo llegaba con consultas cortas y él te explicaba muy bien.
-¿Cuánto se puede creer en lo que dice un ministro? ¿No están queriendo siempre disfrazar noticias?
-Nadie comunica con la verdad. ¿Qué novedad es esa? Pero todo tiene sus límites, porque si un ministro de economía miente mucho se queda sin apoyatura periodística. No puede macanear todo el tiempo, pero está claro que todo político, economista, sindicalista o empresario que habla con la prensa quiere verse favorecido. Instalar lo que sea útil, te quieren vender una maravilla, una bomba que no explota, un segundo semestre. Hoy en día se puede ver más cuando no ocurre y se puede señalar, antes no porque con tantas intervenciones militares duraban muy poco, el área económica se cambiaba a cada rato.
-Cuando los agentes políticos dan información incompleta, ¿lo hacen para generar expectativas en el mercado o en sus electores?
-Ahora hay una consecuencia de fenómenos monetarios y Carrió piensa que todo esto es parte de una operación terrible que se hizo y no me cabe en la cabeza ¿Una conspiración política? Eso no les interesa a los operadores de plaza, a ellos sólo les interesa el propio beneficio, no los conmueve el chimento político, tienen lógica de mercado. A Carrió le sirve ese juego de decir que tiene cartas escondidas, ¿viste que ella nunca completa sus pensamientos? Le preguntan quiénes son, y responde que algunos o que lo dirá en un momento, y ese momento nunca llega.
«La moneda se respalda por la confianza del gobierno respectivo, por eso se llama fiduciario, fides, fe, yo tengo confianza o no. Por eso para ahorrar se compran dólares, libras esterlinas, francos suizos, euros, y el yen puede ser, y se acabó. Si lo hago con una moneda de Guatemala estoy borracho»
-Las conspiraciones son un lindo tema, somos un país que gusta de creer en ellas. ¿Hay muchas conspiraciones parar generar tensiones económicas o beneficios para su sector?
-Puede ser que algún sector intente hacer algo, pero no es sencillo, es bastante complicado. Igual es verdad que acá existe esa mentalidad conspirativa fuerte. Forma parte de los discursos de varios sectores políticos y empresarios. Eso empezó con Perón, que decía “aquellos que creen que van a hacer”. ¿Quiénes son aquellos? ¿Habla con empresarios? ¿Con el imperialismo yanqui? Y da mucho rédito.
-Lo usó Cristina Kirchner, ahora lo emula a diario Marcos Peña.
-Sí, todos lo usan porque hay una tendencia a creer ciertas cosas. Eso no cambió tanto en el tiempo, lo de hablar de vendepatrias sin dar definiciones.
-Y pareciera una búsqueda comunicacional que exime al gobernante, como si el poder real estuviera en un lugar muy lejano a la Casa Rosada.
-Claro, siempre hay otro que actúa desde las sombras y aparentemente con mucho éxito. En el caso de Kirchner apuntaba a Clarín con nombre y apellido, ahora si uno se va para atrás no se identifica ese que está en las sombras y que tiene un gran poder de cambiar todo. A veces puede ser la UIA, otras nuestra bolsa, que es una de las más pobres del mundo, pero para justificar se recurre.
-¿Cuánto éxito puede tener el poder político en marcarle la agenda a los medios? ¿Los medios van hacia un lugar por afinidad ideológica o por lógica empresarial?
-Si vos tenés una afinidad ideológica muy fuerte, no tenés tanto una adaptación a lo que quiere el Gobierno, es algo que compartís. La Nación no tiene que hacer un gran esfuerzo para acompañar gobiernos liberales, como ahora con Macri. Si te cuesta más que un político o un empresario tengan mayor influencia en el medio, porque el medio trata de salvar su cara. El que imponía agenda y nadie superó era Natalio Botana, que quería tener un escándalo en Crítica todos los días. Un día se le estaban cayendo dos o tres puntas y cuando estaba en el límite de tiempo se metió la mano en el bolsillo, sacó un fósforo, y le pidió a un pibe que vaya al kiosko a comprar una caja. Se la trajeron, decía noventa fósforos de papel y él contó ochenta, al otro día la tapa de Crítica era Escándalo con los fósforos en la Argentina, y lo hacía todos los días, un talento increíble.
-¿Quién define la ideología en un medio? ¿Las redacciones son diversas u homogéneas?
-Hay figuras que en un medio pueden tener fuerza para decir cosas, como Alconada Mon y Carlos Pagni en La Nación. También puede pasar que alguien quiera imponer su criterio y no lo dejen, pero en un momento dado tenés que dejarlo decir algo, siempre con un cierto margen.
-¿Y Clarín tiene ideología o tiene sentido de pertenencia al poder de turno que beneficie sus negocios?
-Mucho que ver con eso último.
-Su revista era muy leída por empresarios. ¿El tono y la mirada se adaptan al público del medio?
-Yo lo diría más moderado, no exagerar lo que está en contra de ese público, darse cuenta que hay un límite, aunque nunca que te impida tocar un tema, porque los temas hay que tocarlos. En Mercado era bastante laxo, teniendo siempre en cuenta que quienes te leían iban a estar para un lado y no para otro.
«El tema es cómo bajar el gasto público sin incendiar el país, y no es una resolución sencilla. Y no sé qué piensa hacer Macri con esto. El problema es que la sábana en la economía nunca alcanza, la economía es la dura realidad»
-¿Alguna vez le llegó información que le pareció imprudente publicarla porque podía poner en riesgo el rumbo del país?
-Me vienen unas ideas. Conocí testimonio directo de gente que lo conocía a De La Rúa, uno genial, un periodista fue con un fotógrafo a Casa de Gobierno, tenían dos o tres temas para hablar, una entrevista de rutina. En un momento dado, De La Rúa se queda dormido. A lo que este periodista me decía: “¿Qué iba a hacer? ¿Sacudirlo?”. Otro de un tipo bastante amigo de De La Rúa, que en un acto lo saludó así nomás como si no lo conociera. Y este amigo conocía muy bien a sus choferes y le preguntó qué le pasaba al entonces presidente, y uno de ellos le dijo que vivía totalmente empastillado, que tomaba veinticinco por día. Yo cuando me enteré de esto era posterior a su gobierno, pero es complicado dar esa información.
-Pasemos al capítulo FMI. Usted conoció a muchos de sus empleados. ¿Cómo podría describir un prototipo del técnico del FMI?
-En esencia hay que recordar que el fondo es hijo de Naciones Unidas, el FMI y el Banco Mundial están pegados, entonces pertenecen a un tipo especial de burocracia, una burocracia infinita como es la de Naciones Unidas. Esto es un rasgo muy importante, más estos días en que los periodistas dijeron cada pavada. ¿Por qué? Dujovne inició una gestión por arriba con la directora gerente, entonces inexorablemente a medida que esa gestión baja la agarran los técnicos ¡¿Qué desde cuando tienen amor por la Argentina?! Te dicen que hay que revisar lo que no cierra. Y más abajo más revisiones, y si hiciera al revés también, si uno fuera muy piola y diría voy desde abajo, a medida que va subiendo pasa lo mismo, es inevitable.
-¿Piensa que hay mucha confusión en la información que se le da al público sobre el préstamo?
-Yo vi en el debate de estos días, que muchos periodistas se enteran recién ahora que no hay ninguna moneda en el mundo que tenga respaldo en el sentido antiguo del término, cuando el respaldo era el oro. Desde que Keynes planteó el tema no existe eso, la moneda se respalda por la confianza del gobierno respectivo, por eso se llama fiduciario, fides, fe, yo tengo confianza o no. Por eso para ahorrar se compran dólares, libras esterlinas, francos suizos, euros, y el yen puede ser, y se acabó. Si lo hago con una moneda de Guatemala estoy borracho.
-¿Serían ensoñaciones oficialistas que los técnicos torcieran sus lapiceras para evitar la vuelta del “populismo”, como dicen?
-De esa manera, sí, no lo veo. Ahora que vos me digas que en alguna pequeña cosita o en algún detalle pueda dar un margen, puede ser, pero nada que el fondo considere importante, eso no va a cambiar. Van a querer una definición del gobierno acerca del modo para bajar el gasto público y sobre los tiempos para hacerlo. El stand by, cuando lo tengan acordado, es por tramos. O sea que no te dan toda la plata junta.
-Digamos que la gente que cuida la plata del organismo tiene mucho apego a su tarea.
-El Fondo, otra cosa que nadie sabe es que no tiene tanto dinero, no se caracteriza por tener infinito dinero, tiene el suficiente para atender estos casos, porque el Fondo fue creado, y eso se sostiene de alguna manera, para resolver problemas de balanza de pagos de países, la plata se saca de los socios, que son los más de ciento sesenta países que lo integran, por lo cual todos opinan. Podrá haber un accionario que le caiga bien la Argentina, pero hay que ver todo el conjunto, no es tan fácil.
«Dujovne inició una gestión por arriba con la directora gerente, entonces inexorablemente a medida que esa gestión baja la agarran los técnicos ¡¿Qué desde cuando tienen amor por la Argentina?! Te dicen que hay que revisar lo que no cierra. Y más abajo más revisiones»
-Hoy en día las decisiones económicas están repartidas en nueve ministerios, ¿no es nociva esta organización para la toma de decisiones?
-Sí, claro, acá están perdiendo una base, tampoco tenés opiniones unánimes, entonces, ¿cómo manejás eso? Antes Dujovne era uno más, ahora es un poquito arriba, pero no puede decir señores yo manejo el sector y todo tiene que reportar a mí. Y si ahora cambió un poco debe ser porque el Fondo lo habrá exigido. ¿Cómo es la cosa? ¿Usted cada vez que venga va a venir acompañado por el secretario de Finanzas? Ellos quieren hablar con un solo interlocutor que les diga lo que el Gobierno piensa. Piden un ministro que sea ministro de una vez por todas. Macri siempre estuvo en contra de eso porque era como que él era el ministro de Economía.
-El modelo Socma de toma de decisiones.
-Sí, jaja.
-Hay una idea de que llamar al FMI es una forma de tutelar la economía implantando un modelo con supervisación extranjera, una suerte de plan económico propio pero que perdurará gane o pierde la próxima elección. ¿El stand-by ata a la Argentina con sus metas?
-Hay algunas metas básicas que no se pueden evitar. Eso de que cambió al Fondo… En pequeñas cosas puede ser, estoy dispuesto a aceptarlo, pero en grandes cosas no puede cambiar mucho. ¿A quién se le ocurre pensar eso de que el Fondo cambió? Algunos dijeron que no iban a poner condiciones. ¡Estamos todos mamados! Loser, que conoce el fondo como nadie, dijo hace poco esto de que a medida que se va bajando el acuerdo a los técnicos se va analizando minuciosamente punto por punto, de manera muy rigurosa, burocracia pura.
-¿Quizás un sistema tan presidencialista como el nuestro nos exime de ver procesos donde se trabaje en un conjunto con muchas restricciones?
-Claro, con un directorio complejo, con muchas áreas. El Fondo no puede cambiar porque los países le dirían que no, le preguntarían quién firmó ese acuerdo. Más los países grandes como Alemania, Francia. Trump habrá aparecido a favor, pero Trump es Trump, y justo la que manda es una francesa.
-Los números hasta de expectativas oficiales marcan una merma en el crecimiento y una fuerte inflación. ¿Estamos ante una crisis?
-Sin dudas, estamos ante una crisis grave.
-Comparemos esta crisis con las previas, ¿a cuál le hace acordar?
-Pareciera que las últimas crisis fuertes fueron peores que esta. El tema es cómo bajar el gasto público sin incendiar el país, y no es una resolución sencilla. Y no sé qué piensa hacer Macri con esto. El problema es que la sábana en la economía nunca alcanza, la economía es la dura realidad.
-¿Esta crisis termina con el sueño de reelección de Macri?
-No me atrevo a profetizar eso, yo voté a Macri y la pregunta que me hago es: ¿A quién voy a votar sino? El peronismo está muy dividido, los radicales son toda buena gente pero nada más, el kirchnerismo por su parte, no sé.