Es apropiado que, después de una Palo de golf Verano, deberíamos tener un Heroína pura Otoño. Pero volvamos atrás: estamos en el año 2013. “Royals” de Lorde suena a todo volumen en el estéreo de un coche mientras fumas tu primer cigarrillo en el aparcamiento de una iglesia. Esa foto viral de cinco adolescentes alineados contra una pared de ladrillos vestidos de pies a cabeza con ropa normcore todavía no ha llegado al punto de la ironía, como tampoco lo han hecho las gargantillas con tatuajes ni Matty Healy. La nostalgia motiva la estética, la idea de que cualquier época anterior a la nuestra era de algún modo mejor. Dentro de ese vórtice de miradas y añoranzas se encuentra la “opulencia áspera” de la primera colección de Seán McGirr como director creativo de McQueen, que se lanzó la semana pasada.
Inspirado por la ciudad de Londres y su galería de personajes rebeldes, McGirr, que antes de su nombramiento en McQueen se desempeñó como jefe de moda masculina en JW Anderson, retrocedió en el tiempo para moldear siluetas hipster en estructuras hápticas más grandes que la vida. Su colección Otoño Invierno 2024 muestra cuellos altos cilíndricos que ondean sobre la boca; abrigos de piel peludos con cuellos extragrandes; trajes de pin-up con hombros afilados; y botas con tachuelas que se arrastran por una cola de caballo en el talón (un guiño a los zapatos de armadillo del Sr. McQueen). “McQueen es una marca nacida en Londres y siempre ha representado una idea de Londres a la que estoy profundamente apegado”, nos dijo McGirr. “Quiero darle vida a esa energía con el rigor y la sensación cruda que hace vibrar el aire de la ciudad, inmerso en sus tensiones”.
La tensión de esta colección –como es esencial para cualquier marca McQueen– reside en la fluctuación entre la constricción y la catarsis. “Siluetas comprimidas”, escotes envolventes, vestidos de chapa y jeans ajustados ceñidos dan paso al “animal interior”, hecho literal por explosiones de pelo que estallan a través de las costuras. (Si consideramos la tarea de McGirr, que es casar su voz con una marca ya establecida, ¿podemos ver los paralelismos?) Como un cristal roto que se convierte en un prisma, la nueva visión de McGirr para McQueen se relaciona con la carga del legado pero lo distorsiona, haciendo que lo viejo vuelva a ser nuevo. A medida que se acerca el otoño, McGirr evoca algo profundamente optimista sobre el estado de la cultura: tal vez si enfocas con una linterna el año 2013, no fue tan malo. Y si tuerces el pasado lo suficiente, puede volverse moderno.