Artículos destacados, Política

Publicado por Javier

¿Qué pasó en el mundo durante 2017? La visión de la periodista Ayelén Oliva

Texto: Ignacio Staropoli / Fotos: Mariano Mascotto

 

Una de las primeras experiencias periodísticas de Ayelén Oliva fue nada menos que en la Venezuela de 2014, en Telesur. Pero su formación había empezado mucho antes. Oriunda de La Plata, tras recibirse de politóloga en la UBA trabajó un tiempo en Cancillería representado al país en organismos internacionales, como Unasur. A los 26 años creó Portal del Sur, una web de noticias de América Latina, y se dio cuenta de que lo que más la apasionaba era comunicar lo que pasaba en el mundo. Entonces obtuvo una maestría en Periodismo en la Universidad Di Tella y, tras sendos pasos por Caracas y Madrid -donde cubrió las elecciones de 2015-, volvió a la Argentina para hacerse cargo de la sección de política internacional de “Ahora es Cuando”, el programa radial conducido por Diego Iglesias en la mañana de FM Blue.

“El seguimiento de la actualidad es desgastante porque requiere estar alerta todo el tiempo, eso nos pasa a todos, pero son los gajes del oficio. Lo diferente en política internacional es que tal vez se aborda más desde el análisis, a diferencia del periodismo de política nacional o de economía, uno lo que hace es tratar de contextualizar la noticia para poder hacerla extensiva a un público que tal vez no sigue atentamente esos temas y hacer comprensible determinadas causalidades que a veces son muy complejas”, dice. Y ejemplifica: “Lo que está pasando en Cataluña o el intento de golpe de estado en Turquía… Bueno, a ver, ¿qué pasa? ¿Cómo llegamos a esto? Si se cae un avión ruso en Egipto, entender por qué pasa después de la intervención de Rusia en Medio Oriente”.

Después define al 2017 como un año “intenso, impredecible, de mucha incertidumbre”, y dice que le llamó la atención la cantidad de gente que estuvo interesada en la política de Estados Unidos.

-A un año de la asunción de Trump, al tipo seguimos sin entenderlo…
-No, a él por supuesto que no. Trump sale de todos los patrones del bipartidismo tradicional norteamericano. De hecho, si uno revisa las promesas de campaña, tampoco se puede decir que cumplió. En la balanza queda la mitad de promesas cumplidas y la otra mitad en la que cambió totalmente de posición. Hay cuestiones en las que avanzó mucho, como la instalación del muro con México, que si bien no se concretó porque intervino la justicia norteamericana, él sigue intentando instalarlo como política. En el caso del vínculo con China también hubo un cambio de rumbo muy marcado.

-Eso fue una gran contradicción…
-Bueno, ahí sí tuvo que dar marcha atrás. Pero creo que es producto de la situación de tensión política con Corea del Norte. Estados Unidos sabe que necesita un aliado, por algo a principios del año se juntaron en su mansión de Florida y, de repente, Donald Trump se da cuenta que China es un gran aliado. Recordemos que en campaña él fue muy duro con China, todos los males de Estados Unidos venían de China (risas). Pero bueno, de repente ahora todo eso se revirtió.

-Así y todo, ¿no creés que sigue siendo una alianza frágil? China y Estados Unidos son competidores en muchísimas industrias.
-Sí, pero ante esta situación, la reacción de Estados Unidos es la lógica. Y China también está buscando otro tipo de posición en el mundo. El hecho de que Xi Jinping vaya por primera vez al Foro Económico Mundial también da un mensaje del rol que China está jugando hoy. China hoy pasó a ser el garante del libre comercio internacional, mientras que la principal figura política de Estados Unidos busca cerrarlo cada vez más. Digo la principal figura política porque, claramente, no todo el gobierno de Estados Unidos tiene esta posición. Esto también lo ves en temas como el tratado de Libre Comercio o, por ejemplo, la Alianza del Pacífico, por la que Obama buscó instalarlo impulsando recursos y dándole un lugar de relevancia en su agenda internacional. Eso fue todo para contrarrestar el peso de China en el mundo. Y de repente, Trump decide que ya eso no le interesa, y con esa estrategia, ninguno de los dos se incomoda. Lo que queda claro es que en política interna, Trump tiene un horizonte muy definido: fortalecer las fronteras internas. En política exterior, es totalmente difuso, este año vimos varios volantazos inesperados que generan mucha incertidumbre.

-Con Jerusalem entre los principales.
-¡Lo de Jerusalem es terrible! Un hecho histórico que durante distintas presidencias -no solo de demócratas sino de republicanos también: Bush, Clinton, Obama- que venían pateando la resolución que había pasado por el Congreso que decía que había que establecer a Jerusalem como la capital de Israel. Trump tomó la posta en eso y avanzó. Ya estamos viendo las repercusiones de esa decisión política. Es como que en temas de política exterior, él va viendo cómo resuelve de acuerdo a sus intereses, que no siempre son los mismos a los del partido republicano. Ahí es donde se producen los volantazos que hablábamos, recordemos que en su momento había dicho que no quería intervenir en otros países, después viajó a Arabia Saudita…

“El hecho de que Xi Jinping haya ido por primera vez al Foro Económico Mundial también da un mensaje del rol que China está jugando hoy. China hoy pasó a ser el garante del libre comercio internacional”

-¿Qué pasa con la relación border con Rusia?
-Rusia tampoco tiene muy en claro los objetivos y las prioridades de Trump. Putin lo expresó varias veces, ya desde el comienzo de su administración. Cuando gana Trump muchos decían “hay una alianza entre Rusia y Donald Trump”, y Putin sale a decir: “Nosotros no lo conocemos a este personaje, no tenemos idea qué va a hacer”. Fijate que en su primer gira por el Medio Oriente hace la reunión en Arabia Saudita, que sabemos que es el primer adversario de Irán, ¡uno de los principales aliados en Medio Oriente que tiene Rusia! Así que todo esto es parte de lo que hizo de este año tan interesante en la geopolítica.

-¿Cómo ves los conflictos de Siria y cómo crees que va a evolucionar la relación con Rusia?
-Es una guerra muy larga, ya lleva más de seis años. Recordemos que Rusia dijo recientemente que estaría sacando las tropas. Pero la situación es muy compleja porque es un territorio donde se libran muchas guerras en simultáneo. Una es la que libra el gobierno de Bashar Al Assad contra los rebeldes, a los que Estados Unidos apoya interviniendo directamente, como fue con el bombardeo a la base cercana a Homs (N de R: A principios de abril del 2017, Estados Unidos bombardeó una base de Siria, lanzando 59 misiles Tomahawk, alegando que el gobierno de Al Assad habría utilizado armas químicas en su guerra civil) y, paradójicamente, Rusia apoya al otro bando, es decir, al gobierno de Al Assad. Y por otro lado está el combate contra el Estado Islámico, en el que ambos países están coordinados porque el Estado Islámico está reaccionando y llevó su guerra por toda Europa. ¿Qué va a pasar? No lo sabemos, pero los efectos primeros ya son terribles.

-Nos corremos para Europa, con las negociaciones del Brexit, ¿es posible que Gran Bretaña libre una guerra comercial con Europa, en caso de no producirse una desvinculación de acuerdo a sus condiciones?
-Empecemos por aclarar que fue sorpresivo lo que pasó. Gran Bretaña llamó a un referéndum en el cual el pueblo votaba y, por medio de mayoría, se decidía la permanencia o no de Gran Bretaña dentro de la Unión Europea. Y sí, claro, es la principal causa de la inestabilidad del bloque hoy. Gran Bretaña se retira porque no quiere pagar los costos de la crisis migratoria, de la crisis económica europea. Es una de las principales potencias económicas y uno de los principales contribuidores del presupuesto del bloque, claramente su decisión se basaba en no querer pagar los platos rotos de un modelo de integración europea que estaba fallido.

-¿Creés que esta decisión le trajo a Gran Bretaña problemas internos?
-Si, por supuesto. No fue algo totalmente consensuado. Incluso sorprendió a muchos de la dirigencia politica británica, no solo los conservadores sino también los laboristas, que inclusive salieron a abogar por la permanencia en el bloque. Pero lo que hay que entender es por qué el ciudadano medio votó a favor del Brexit, y la principal causa es por miedo; miedo al terrorismo fronteras adentro, miedo a los inmigrantes, miedo a tener que hacerse cargo de las deuda del resto de Europa. Eso es lo que pasa cuando se toman decisiones por miedo, los Estados se tienden a cerrar en sí mismos.

-¿Europa tampoco tiene claro su horizonte?
-Claro, es otro de los focos de incertidumbre. Una Europa que está atravesando aun hoy una profunda crisis geopolítica. Los efectos del bloque los vemos directamente en los países más pobres: Portugal, Italia, España y Grecia. Lo de Grecia, por ejemplo, les aplicaron todas las medidas que pudieron para asfixiarlos. El Gobierno de Txipras tenía una gran oportunidad para implementar medidas más heterodoxas, de refinanciación de su deuda, de intentar no afectar a su gente, pero directamente no les dieron margen. Lo cual fue negativo para el resto de los movimientos de izquierda y progresistas de Europa, como Podemos en España, por ejemplo. Fue un mensaje claro y aleccionador por parte de la Comisión Europea, fue como decir: “Este es el costo por salirte de las recetas ortodoxas”.

-Y en todo este contexto, Argentina con su idea de abrirse al mundo… ¿No llega con una idea algo anacrónica?
-Creo que eso de “abrirse al mundo” es un poco falaz. Al menos como afirmación, porque hoy, en un mundo globalizado estamos todos insertos, de una manera u otra. Entiendo la raíz de ese dicho del que se parte: de la reinserción al crédito internacional, de tener visibilidad nuevamente en los mercados financieros, que es lo que nos lleva a contraer deuda. Ahora bien, después todo se fue corriendo a lo comercial. Durante la gestión de Susana Malcorra lograron, en tan solo un año, tener lugar en la agenda de las principales figuras políticas del mundo: Obama, Hollande, Ángela Merkel, Xi Jinping también. Realmente hubo un esfuerzo en fortalecer algunos lazos, pero no es real que antes no estábamos insertos en el mundo. También hay que ver con qué países se priorizaba la integración. Digo, durante el gobierno kirchnerista se fortaleció la integración regional; hoy por hoy está muy debilitada, casi sin operación. La región está prácticamente desarticulada, para lo único que parece coordinar acciones es para avanzar en un acuerdo de libre comercio Mercosur-Unión Europea y para aplicarle sanciones a Venezuela. Articularse por el miedo a no ser Venezuela… O sea, prefiero las agendas positivas. Tal vez, sí coincido en que se arrancó con una visión del mundo un poco vieja que después, durante el segundo año del gobierno, se reformuló.

-¿Cómo se reformuló?
-Empezaron con la visión de que iríamos a Europa a venderles materias primas porque éramos muy competitivos, pero no se tomó en cuenta el contexto actual, y nos encontramos con mercados realmente muy cerrados. Todos están protegiendo su comercio interno. Fíjate en Francia por ejemplo, que está protegiendo el ingreso de importaciones agrícolas porque necesita cuidar su actividad agropecuaria.

“No es real que antes no estábamos insertos en el mundo. Hay que ver con qué países se priorizaba la integración. Durante el gobierno kirchnerista se fortaleció la integración regional; hoy por hoy está muy debilitada”

-¿Entonces, cual es el lugar del Mercosur y de Unasur en todo esto, donde parecería que ni las agendas están alineadas y las economías son tan asimétricas?
-Lo veo muy trabado. Es una época de mucha desarticulación. Antes hablábamos de que en años anteriores la región fue prioridad, no solo en términos económicos sino también en términos políticos. Ahora, desde el gobierno han ratificado la idea de salir de la UNASUR, que ya no estaba funcionando durante los últimos dos años, ya dejó de tener prioridad y ahora prácticamente no existe. En cuanto al Mercosur, con la situación política de Brasil, atravesando por la crisis económica y política más importante de su historia reciente y la tensión que quedó con Paraguay, no hay un horizonte muy favorable, al menos a corto plazo. Lo triste de este momento que estamos viviendo en la región es que se dinamitó la política. Algunas veces con motivos, como el caso de Lava Jatto, una mega causa de corrupción que atraviesa a varios países y compromete a altos funcionarios de toda la región. Pero lo triste del momento en el que vivimos es que se vuelve a descreer de la política como herramienta de transformación, porque sin política ¿Qué nos queda? ¿Se lo dejamos a los técnicos, a los empresarios? No quiero dejar de creer que uno puede participar para que las cosas vayan mejor.

-¿Qué expectativas podemos tener para este año que recién comienza?
-Hay que estar atentos y ver qué es lo que va a pasar tanto con los organismos regionales como con el resto del mundo. Pero tenemos que tener claro qué tipo de integración queremos. Más allá de salir al mundo, entender para qué salir al mundo. Me parece que el desafío va a estar en tomar una posición más moderna, apostar e invertir al valor agregado. Y por supuesto, cuidar la balanza comercial y controlar el déficit fiscal. Estar atentos a que lleguen las inversiones, que por ahora no las estamos viendo. Deseo que efectivamente suceda eso, y que el déficit fiscal no se descontrole y nos sigamos endeudando ineficientemente. Ese es el desafío de este gobierno.