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Publicado por Javier

Príncipe de las pampas, de Facundo Zilberberg

Los hermanos Titino y Dolores están escandalizados por la cumbia que escuchan los obreros peruanos en su paquetérrimo edificio. Máximo, el vecino, se muestra un tanto avergonzado porque su mayordomo no conoce el significado del término francés “robe de chambre”. El universo de la calle French tiene pronóstico de derrumbe y Ceferino Namuncurá es para algunos la peor amenaza pagana y, para otros, la gran esperanza de transformación.
La recomendable Príncipe de las pampas es la sexta obra escrita por Facundo Zilberberg y la tercera que dirige. Zilberberg empezó su formación como actor junto a Alicia Zanca y Roberto Castro en El Portón de Sánchez, con el tiempo se volcó a la escritura de la mano de diferentes docentes, estudió dirección en el IUNA y finalmente llegó a la dramaturgia en la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) -con maestros como Mauricio Kartún, Luis Cano e Ignacio Apolo- y en el taller de Javier Daulte.
Hace pocas semanas, mientras promocionaba sus obras en cartel y trabajaba en nuevos textos, Zilberberg recibió la noticia de que había ganado el segundo premio del certamen de dramaturgia Germán Rozenmacher por su obra El tiempo se detiene, aun sin estrenar.

-Ganar el segundo premio significa un orgullo muy grande y, aunque suene pavo, también una responsabilidad, porque ese premio lo ganó gente a la que admiro y es raro estar en la misma lista que están ellos.

 -¿Cómo es hacer teatro en Buenos Aires? ¿Qué estrategias existen para seguir haciéndolo?
-Me siento afortunado de estar viviendo esta etapa del teatro de Buenos Aires. Siento que hay espacio para todas las formas de entender el teatro y está buenísimo formar parte de este colectivo tan amplio. En relación a las estrategias, en el último tiempo pienso a qué público le puede interesar lo que hago y cómo puedo llegar a ellos.

“Para mí el sentido es importante en una obra de teatro, pero está lejos de ser lo más importante”

Y es el gran problema que tenemos. Hay espacio para todos pero pareciera que no hay público para todos. Pero tampoco necesito una estrategia para seguir haciéndolo. Sí siento que ver, leer y hacer teatro tiene que ver con el deseo en el estado puro. Uno es diferentes personas al mismo tiempo. Por ejemplo, yo soy por un lado el Facundo que va a trabajar, el que va a hacer las compras al Dia, el que paga el monotributo, el que se anota en un gimnasio, el que deja el gimnasio, pero claramente de todos los Facundos el que más me gusta ser es el Facundo que ve, lee, escribe, y ensaya teatro.

-Sobre Príncipe de las pampas, ¿cuál es tu vínculo con el mundo aristocrático que retratás?
-La realidad es que ese “mundo aristocrático” lo habían trabajado en una escena de quince minutos dos de los actores de la obra, Jerónimo Vélez Funes (el que hace de Máximo) con Felipe Llach (que en la obra hace de Titino pero en esa escena era el mayordomo). La escena era muy divertida y nos parecía que ese mundo aristocrático de quince minutos podía ser una obra de teatro. Entonces me sume en el rol de director/dramaturgo. Y sumamos al proyecto a dos actores más, Fernando de Rosa (que hace del mayordomo Arturo) y Carla Appella (que hacía de Dolores en la primera temporada de la obra).

-¿Fueron probando escenas con los actores para ver por dónde iba?
-Tuvimos una primera etapa más que nada de búsqueda, primero del registro de actuación. Había algo de la obra La fabricante de tortas, de Urdapilleta, en la escena que habían mostrado Felipe y Jerónimo, y me interesaba llevar el registro de actuación hacia la zona “Urdapilleta, Batato, Tortonese”. Después de encontrar el registro de actuación (que no es estrictamente el de Urdapilleta sino que tiene más bien un espíritu o un color similar) pasamos a una etapa de armado de personajes. A veces teníamos ensayos que estaban buenísimos donde estábamos todo el ensayo hablando sobre las posibilidades de los personajes. Fue fundamental tener cuatro actores que en los ensayos no solamente se limitaban a improvisar las acciones de los personajes sino que además generaban discurso. Con generar discurso quiero decir que podían hacer dos cosas que fueron fundamentales. Lo primero tiene que ver con el comportamiento de los personajes, ellos como actores no juzgan el accionar de los personajes sino que lo defienden. Eso es fundamental para una obra que en definitiva es una comedia, lo que genera gracia tiene que ver con la distancia entre lo que el personaje cree que es y lo que uno como espectador ve desde afuera. Lo segundo que genera discurso es lo más obvio, es lo que los personajes “dicen”. Eso abre campo poético, genera un mundo que está por fuera de la obra. En las vacaciones de verano, con el material que tenía filmado y grabado hice un trabajo de dramaturgia, que fue armar una historia que justifique la existencia de estos cuatro personajes en un aquí/ahora y que tuviese una forma para que la obra cuente algo, que tuviera “sentido”. Quiero aclarar por las dudas que para mí el sentido es importante en una obra de teatro pero está lejos de ser lo más importante, pero bueno eso ya es otra discusión.

Príncipe de las pampas está los sábados a las 20,30 en El Estepario Teatro, Medrano 484.