“Che pibe, sentate bien cómodo porque me gusta charlar. Te va a encantar mi historia: cómo me convertí en un ídolo porno”, recibe Roberto Sena, más conocido por su nombre artístico, Víctor Maytland. Su voz de ultratumba podría intimidar a cualquiera. Hasta que sonríe y convida un café, prende un Marlboro y se sienta en un sillón desgastado, en su departamento tres ambientes.
Pícaro y visionario, Maytland es un sello en la industria del cine porno argentino. En tiempos donde Internet marca el terreno del placer al alcance de un click, este es el presente de quien supo construir un imperio.
Afuera llueve y Víctor pide dos minutos antes de empezar ya que se olvidó de llamar a una chica con ganas de incursionar en el género.
-¿El porno ha muerto?
-Casi muerto. El trabajo disminuyó un 90%. Sobrevive únicamente porque es un género de cine, y los géneros nunca mueren. Ponete a pensar que antes se filmaban como 10 películas en un año. Ahora con suerte filmás una y eso no te garantiza que te vaya bien, de hecho perdés mucha guita. Internet invadió al consumo personal. En 2010 empezó a derrumbarse y ahora está en su apogeo. Por eso me puse una radio que trasciende lo porno.
-¿Te va bien con la radio?
-Es jodido. Radio Hot Venus se llama. Imaginate. Por semana tenemos 2000 oyentes pero lo que nos traba es conseguir sponsors. Entrás a la web y te aparece tremenda pija, o un buen par de tetas. Es jodido. Lo bueno es que hago lo que me pinta: podemos hablar de política o de cine, y vincularlo o no con el porno. Funciona como conector, pero no es el hilo que mueve a la radio. No, no. Tiene identidad propia.
-¿Siempre quisiste dedicarte al cine?
-Mirá, el cine estuvo presente siempre en mi vida. Me encanta. Mi vieja hizo que me gustara. Iba martes y jueves con ella porque eran los días más baratos. Los martes había cine de súper acción y los jueves cine para la mujer. Ahí descubrí mi amor por los musicales. En casa se cantaba la marcha peronista y se iba al cine casi como una religión. Con Cinema Paradiso confirmé ese amor cinéfilo ya que transité la época en que los besos eran cortados de las cintas. La gente puteaba. Veo esa película y hasta el día de hoy me emociono.
-¿Y con el porno fue un camino parecido?
-Para nada. Mi relación con el porno nació durante la dictadura. Milité políticamente con el grupo de cine y liberación y, mientras desaparecían a muchos compañeros, yo me exilié en Canal 9. Ahí descubrí que además de la política amaba la comedia. La comedia fue el motor que me llevó al porno. Fui productor de Feliz Domingo y ahí aprendí a laburar con pocas cosas. Fue como una especie de escuela para lo que se iba a venir. Igual, la realidad era otra como para ponerme a producir. Tenía la idea romántica y pelotuda de salvar al mundo. Pasaba películas prohibidas durante la dictadura. Entrábamos en las universidades a proyectarlas y escapábamos de los militares cuando la cosa se pudría. ¿Por qué te cuento todo esto? Porque si bien no pude salvar al mundo como quise, sí pude satisfacer algunas libertades personales.
“Tenía la idea romántica y pelotuda de salvar al mundo. Pasaba películas prohibidas durante la dictadura. Entrábamos en las universidades a proyectarlas y escapábamos de los militares cuando la cosa se pudría. ¿Por qué te cuento todo esto? Porque si bien no pude salvar al mundo como quise, sí pude satisfacer algunas libertades personales”
-¿Cuál fue la reacción de tu familia cuando les comunicaste lo que querías hacer?
-Tuve síndrome de hijo del doctor. Mis viejos querían que fuese doctor y les salió mal. Cuando apareció Víctor Maytland mi viejo me aplaudió. “Sos un genio”, me dijo. Jamás me condenaron por querer hacer porno. En ese sentido, fui muy afortunado. Por otra parte, soy abuelo de siete hermosos nietos. Nos vemos los fines de semana. Mis tres hijos están casados. No me puedo quejar, algo hicimos bien con mi mujer. Y todos adoptaron al porno como algo natural. Bah, mi mujer es un capítulo aparte.
-¿Por qué?
-Convivimos bien un tiempo. Hasta que le empezó a joder que fuera tan famoso. Le daba vergüenza ser esposa de un director porno. Íbamos al cine y me gritaban “capo, maestro”. Y mi mujer decía “estos pajeros”. Le jodía que me reconocieran por mi laburo. Una pobre mina, otra se enorgullecería.
-Volviendo a tu carrera, ¿cómo fue tu primer acercamiento con la industria?
-Fue en un viaje a Los Ángeles con un amigo. La dictadura había terminado y mis fantasías por filmar una película porno seguían intactas. Había hecho algunas comedias zarpaditas, nada importante. Una tarde mientras nos fumábamos un cigarrillo me dice: “¿querés ir a un estudio porno? Tengo la posibilidad de ir y conocer uno”. Decirle sí fue la mejor decisión de mi vida. Yo pensé que iba a encontrarme en una cueva de gangsters y drogados. Me encontré con lo mismo que en Canal 9: un portero que te saluda y te pide los documentos, un archivo, un comedor para almorzar, actores tomándose un cafecito. Justo estaban haciendo Penetraitor, la parodia de Terminator. Le dije al director: ¿De qué la va esto? “Y mirá, dicen un par de huevadas, un hasta la vista baby y después se la pasan garchando”, me dice. Y pensé, qué pena, con semejante argumento el protagonista se podría garchar a Sarah O’Connor. Le pones un poco de drama y romance a la historia y te queda una peli espectacular.
-¿Ahí se gestó la idea de “Las Tortugas Mutantes Pinjas”?
-Eso se me ocurrió a la vuelta y por accidente. Una noche en la calle Corrientes vi un cartel en el cine, que bien grande anunciaba “Las tortugas mutantes ninjas”. Entré a verla y salí loco. “¡Qué bueno sería hacer una porno con esto!”. Así nacieron Las tortugas mutantes pinjas. Armamos un guión muy original. Yo no quería que fuese todo coger. Le pusimos comedia, erotismo, gags y mucho porno. Un guión redondo. La película tenía un tinte político, en amor a mi militancia: Bush padre venía a la Argentina a encontrarse con Menem. Y en el café entre dos, le ponen una cápsula que le puede llegar a causar la muerte en caso de que eyaculara. Le sangra la leche y pum, chau Bush. Ahí entran las tortugas para salvar a este Presidente que no puede coger, y así evitar un desastre mediático. Las tortugas descubren el antídoto: semen de tortuga. Pero solo queda un problema ya que no puede ser semen en un frasco y tiene que ser administrado por cuatro y en tiempo real. “¿Usted vio Garganta Profunda señor Presidente?”. Con esa pregunta y Bush tirándole la goma a las cuatro tortugas cierra la película. Fue un éxito irreverente, un fenómeno. No lo podía creer.
Desde aquella película, Las Tortugas Mutantes Pinjas, Maytland se convirtió en el padre de la parodia porno y uno de los tipos más célebres del género, a nivel mundial.
-¿Te bastardearon por tu profesión? ¿Sentiste que eras menospreciado en algún momento?
-La respuesta positiva de tanta gente hacía Las Tortugas Mutantes Pinjas me marcó mi vocación. Soporté burlas y comentarios del tipo “esto es una mierda para pajearse”. Yo les demostré que el porno puede ser original y digno. Y lo defendí con vehemencia y dignidad. Seguro que se clavaron alguna paja con mis películas esa manga de giles. Casi todos críticos de cine.
-Y después de semejante éxito, ¿pudiste mantener la frescura de tu ópera prima?
-Absolutamente. Creo que por eso se me considera el rey de la parodia porno. Con la plata de las tortugas, seguí con “Un delito de corrupción” que, a mi criterio, es mi mejor película. La estrené en 1996 fue una crítica política a Menem y a su gestión. Un thriller porno. Había planos de la Casa Rosada, espionaje, corrupción y un mensaje para el Presidente (nunca citado en el film): “sabemos de tus chanchullos, no te tenemos miedo”. Y después de eso seguí con las parodias, terreno en el que había triunfado. Perfeccioné mi técnica, la edición de los videos, introduje más efectos y así salieron “Los Pinjapiedras”, “El último suspiro” (policial), “Scary sex movie”, que estuvo primera en un podio de Estados Unidos. La estrené en Halloween y tenía un vértigo increíble, 13 películas en una: Hannibal Lecter, La Momia, Freddy Krueger, JasonVorhees, Psicosis, El exorcista, entre otros. Respeté la esencia y la reversioné al porno. Toda una seguidilla de películas delirantes.
-Tus películas tienen guiños políticos, ¿le dedicaste alguna al peronismo?
-Sabés que sí. Fue una carta de amor a mi papá. “Tango sex”, se llamaba y era la historia de dos marginados que abrían un prostíbulo durante la década del peronismo. Me costó tres meses hacerla, pero tiene desde coreografías hasta escenografía y vestimenta de lujo. Y un grupo de bandoneonistas, jaja. Bien tanguera la peli. Como yo.
“Una noche en la calle Corrientes vi un cartel en el cine, que bien grande anunciaba “Las tortugas mutantes ninjas”. Entré a verla y salí loco. ‘¡Qué bueno sería hacer una porno con esto!’. Así nacieron Las tortugas mutantes pinjas”
-¿Qué tenés en cuenta a la hora de hacer un casting para una película?
-Selecciono de acuerdo a lo que me inspira la persona. La estudio, me fijo si tiene posibilidades y la pruebo. Les hago un test: les pido que se saquen la ropa y les digo que vuelvo en 10 minutos. Mentira. Los observo y evalúo si son pudorosos, si caminan por el espacio, si no tienen miedo de andar en bolas. Con eso decido si sirven o no.
-¿El tamaño, importa?
-Para nada. Más vale chica y potente, que grande inservible.
-¿Inservible?
-Sí. A muchos hombres no se les para la pija. Lo comprendo, son muchos nervios. Pero por más que sea paciente si no se te para es al pedo toda la producción de la película.
-¿Y con el porno gay incursionaste?
-Sí. Me encanta laburar con gays. Son súper limpios y cuidadosos. Tengo una deuda de gratitud con los gays. Con las lesbianas no. Me odian.
-¿Por qué te odian?
-Por culpa del posporno o porno feminista. Me acusan de denigrar a las mujeres, no entienden nada. Mi porno no las trata mal. Ellas me dicen que el hombre es violento y yo les digo que es pasional. Acaso, ¿cuándo estas por acabar ponés música de Bach o gritás como un hijo de puta del placer que te da? No me saben qué decir cuando les digo esto.
-¿Ves porno?
-Ahora muy poco. Me quedé pensando en la respuesta anterior. Me gustaría hacer una gay con Nicolás “Tacho” Riera. Es lindo y a los chicos les gusta.
-¿Algún proyecto que te quede por cumplir?
-Dos. Estoy haciendo mi autobiografía, se va a llamar “Luz, cámara, acción”. Y tengo ganas de enamorarme. Me cansé de las orgías. Cuando era más joven me gustaban pero ahora querría volver a estar con una sola mujer.
-En pocas palabras, ¿quién es Víctor Maytland?
-Un tipazo. Si me conocés me querés de suegro. A veces, me pone triste que la gente te juzgue por lo que hacés porque, después de todo, yo soy un tipo común.