Texto: Leo Álvarez / Fotos: Mariano Campetella
En un atolón del porteño barrio de Chacarita, está el lado salvaje de la vida. En una antigua casa vergel, lo humano y lo divino se hacen carne en Luis “Pipo” Luque, capo de maestros en el milenario oficio de simular. El actor argentino que borra las fronteras a lo Darín y trabaja para las grandes cadenas internacionales del entretenimiento. Un sujeto que se para en las tablas, frente a cámara, detrás de escena, sobre un escenario y empuña la pluma, erguido como el combustible básico que cualquier máquina infernal necesita: el estandarte de una potente locomotora que corta el denso bostezo nacional. Una bestia que destila pasión y saliva al entrar y salir por la ventana trasera de muñecos que compone con retazos de memoria. Una usina de laburo en su mejor momento de contribución de talento a las nuevas generaciones de artistas. Una de las personas más interesantes de nuestra cultura popular que encarna fabulosamente al común de los de la calle, su vivo valor en identificación y empatía. Un tipo multipremiado de extraña alcurnia formacional, locura más que ocasional, filosofía angular y pocos prejuicios, como para marcar que quizás le queda alguno.
-¿Sos puto?
-No hay duda de que soy bisexual, es la realidad del hombre en la naturaleza, pero prefiero la parte masculina. Lo que no implica que se me acerquen al orificio y me guste…
-¿Decantar?
-Mi banda de música La Dama tendría que llamarse Orificio, pero no me animo a ser tan fanfarrón. Sería nuestra versión cumbia.
-¿Componés desde lo sexual?
-Hay algo en la sexualidad del personaje que compuse en Un Gallo para Esculapio, más precisamente en el último capítulo, que es muy interesante y complejo, esas contradicciones puntuales que hacen del viaje algo profundo, con una excusa de amor que es muy difícil de hacer, casi psicótico.
-¿Hasta dónde fuiste?
-Rompí límites y fronteras que acá normalmente no rompe nadie.
-¿Cómo se vuelve?
-Me han visto cansado y mudo mirando cualquier cosa.
-¿Es propio del oficio del actor?
-No soy actor, soy Pipo, y hago lo que se me ocurre cuando tengo que hacerlo.
-¿Por ejemplo?
-A veces actúo, a veces hago música; escribo, lo que más hago; y dirijo, lo que más me gusta. Después, todo lo demás, es la necesidad de contar lo que tengo adentro.
-¿A qué velocidad te sentís cómodo?
-Me encanta ir al mango y es lo que jode, porque es a todo o nada, y me convierto en una persona insoportable.
-Implica riesgos
-Es la manera de hacer el trabajo.
-Suena el móvil y una voz de GPS anuncia quién llama. ¿Desencriptado?
-No tengo contraseña ni en el teléfono, quien quiera agarrar el aparato que lo agarre, no tengo dudas conmigo.
-¿Redes sociales?
-No me manejo en las redes, pero me doy cuenta que mal usadas, son lo más siniestro que sucedió en la historia.
-¿La diversificación te lleva a un busca renacentista?
-Soy un busca, un curioso. Camino todo el tiempo, todo me sirve.
-¿Un antropólogo de postales callejeras?
-La tranquilidad para poder pilotear esas historias te la hace la calle. Si estudiás en el Colón, también tenés que estar en la calle con la misma intensidad.
-¿Cuál es el peligro?
-Es muy fácil que te conviertas en un burgués o que pertenezcas solamente a una clase y, yo siento que puedo conocer todas, de hecho confronto con todo el mundo y soy muy accesible.
-¿Y si no?
-Te corto la cara, con mucho respeto siempre.
«Si hago algo que no me gusta me voy o me enfermo, y el yo enfermo implica adicciones, y la adicción me convierte en un hombre oscuro y malo, entonces prefiero no tenerlas»
-¿Cómo hacés para no caer en la fácil?
-Me aburro, esa es la alarma. Soy muy inquieto, de corazón gitano. Suelo despertarme en lugares distintos de la casa.
-¿Alguna preferencia?
-Disfruto de todos los rincones.
-¿Siempre fue así?
-Silvia (Kutika, también una consagrada actriz y su pareja desde hace 18 años) es igual, no somos media naranja, somos una naranja cada uno, ella rueda y yo también. Hay un vínculo básico que es el amor y nos divertimos mucho. El humor es fundamental, ya bastante con la oscuridad que tengo.
-¿Laburás mucho?
-El consejo médico que me dan es que descanse, porque amo lo que hago y no descanso hace muchos años, pero yo no me veo.
-¿Te hace falta guita? ¿Tenés deudas?
-Debo tener alguna deuda más jodida que el dinero, seguro. No trabajo por la guita. Porque me gusta y me proponen cosas interesantes que pueden ser reveladoras.
-¿Es lo creativo?
-El hecho creativo es vital y la curiosidad te hace joven. Y no es porque tenga un toco de edad, porque eso me lo planteé en el momento de empezar a quedarme sin pelo y me duró un día.
-¿Tu espina dorsal es la curiosidad?
-Siento que viví como un tipo de noventa. Te lleva a una inmortalidad casi mágica, y no soy ansioso o adicto al laburo.
-¿Qué acuerdo de pareja tienen con Silvia?
-Nuestro acuerdo más importante con Silvia es que cada uno tiene que hacer lo que tiene ganas.
-¿Hacés lo que querés?
-Si hago algo que no me gusta me voy o me enfermo, y el yo enfermo implica adicciones, y la adicción me convierte en un hombre oscuro y malo, entonces prefiero no tenerlas.
-¿Necesitás entender cómo funciona todo?
-El control absoluto no implica ser un controlador, significa creer que el laburo tiene que tener excelencia.
-¿Cuánto vértigo existe en la interpretación?
-Yo sigo caminando y la vida comienza a ser una mezcla rara. Tengo velocidad de cambio y hay gente que no entiende, pero con paciencia se renueva el foco. Trabajo técnicamente pero siento con el corazón y la tripa. El primer impulso es la verdad de todo.
-¿La técnica de dónde sale?
-Del estudio y de todo mi oficio. Yo sé de qué manera me puedo parar para hacer lo mismo que hice antes o ponerme nervioso. Cuando me pongo nervioso y empiezo a ver que tengo que sobrevivir desde esa conducta hasta llegar al final de una escena determinada. Es el vértigo.
-Siempre aparece
-Empezás a caminar un precipicio extraño y te das cuenta que no hay abismos. Porque los abismos siempre tienen un lugar a dónde llegar para que comience otro. Entonces el abismo no existe. Es perfecto porque aparece algo nuevo mío seguro.
-¿Y el fondo?
-No es el fondo, porque siempre hay otro abismo más, para arriba o para abajo, porque uno cree que el abismo sólo es para abajo, y hay para arriba también.
-¿Hay pérdida?
-El otro día estaba tocando y se me ocurrió una frase que dice “Camino con la cabeza inclinada hacia arriba mirando las estrellas, y me pierdo la tierra”.
-Un tanto colgado
-También podés estar colgado dado vuelta y no ver un carajo lo que le pasa a la gente a tu alrededor y perdés la solidaridad, perdés la vida, el amor y todo.
-¿Tu banda de rock La Dama, es el ejercicio de un contacto directo?
-Es un contacto principalmente conmigo, con lo que pienso, y es un hecho de amor profundísimo. Siento que provoca hijos buenos.
-¿Por qué sos tan transversal en las artes?
-Porque son necesidades. No paro de escribir. Y no reniego ni discuto las memorias antiguas, esas sabidurías que surgen cuando las necesitás, cuando toco porque me sale. Probé todos los instrumentos, tengo oreja y una cultura musical fuerte.
«En la naturaleza del hombre es inevitable la fe, porque sabe que va a morir, si no pasame el arma»
-¿Cómo suceden las cosas?
-No sé cómo suceden, pero tenés que tener en claro qué querés. Si vos sabés a dónde vas, el tema es el lenguaje, porque los lenguajes son reveladores y te justifican.
-Como frontman sos un rocker imponente
-Actúo lo que estoy contando ayudado por el cuerpo, pero también hay una realidad. Por momentos tengo una cosa medio femenina como cantante en el escenario, esa cosa de Robert Plant en Zeppelin, la banda de la historia de mi vida. Y después tiene que ver con los Abuelos, con Sumo, con Gabriel que es mi maestro absoluto, y después sos vos. Uno es único, lo más difícil que tiene cualquier persona más allá de la tarea que haga, es ser único, revelador, distinto, es ser vos, siempre sabiendo qué tenés que contar, la idea rectora, y confiando en tus instrumentos es lo más fácil que hay.
-¿En cada faceta estás cómodo?
-Aprendo y juego. Hay tres palabras que manejo en todos los laburos: rigor, amor y humor.
-¿Cómo divulgás tu oficio?
-Trabajo mucho con jóvenes de las universidades grabando y laburándoles en las tesis, o les hago una película. Pasa que no podés no enseñarle a la juventud porque son los que vienen. Si nosotros no preparamos a los que vienen, quién. Justamente es lo que no está pasando, no se está preparando a nadie, se olvidan de qué se trata esto.
-¿Qué es el talento?
-El talento es una idea que se concreta en la acción. El vuelo rasante no implica no tener altura, es volar mucho más alto en el alma de la gente.
-¿Maestros?
-Sacando la escuela europea, Solá fue el hacedor de que yo pudiera sacar lo que sentía, cuando era chiquito.
-¿Sos un provocador?
-Nato, pero se entiende mal, la provocación es que seamos más grosos, mejores tipos, buena gente, solidarios. No dejo de caminar la calle porque no quiero perder el amor por el otro.
-¿Querés ser Ricardo Darín?
-Ricardo maneja extraordinariamente todo el mercado, es divino, lo amo y es mi amigo. Si yo me pongo a competir con él, quién es mejor o peor, no sé si es esa. Yo sé que soy bueno, que hago la mía y que tengo un lenguaje único.
-Muy diplomático
-¿Qué querés que te diga? No puedo estar enojado, tengo que estar contento. El resentido no se acepta y seguramente no se ha jugado a fondo en algo.
-¿Quisiste ser cura?
-Estuve en el seminario.
-¿En qué crees?
-Yo soy un misionero, estuve en el seminario krishna, discípulo del trabajo de los ovnis. Ahora estoy estudiando todo el budismo. Hasta que descubrí que Dios soy yo y yo soy mi primera religión, pero toda esa cosa me formó.
-¿Qué es el tiempo?
-Otro problema que tengo, no sé en los tiempos que vivo, ni en los años y cuándo cumplo, y no es una postura, es así. Silvia me enseñó a atarme las zapatillas hace tres años. Tengo problemas muy serios con la tierra, ¿se entiende?
-No. ¿Qué tienen que ver los cordones con la tierra?
-Las zapatillas tienen muchos agujeros y me hinchan las pelotas. No sé qué es, son maneras.
-¿Qué te dejaron los Reyes?
-Me trajeron un guión en el que solo se ven los zapatos. ¿Cuánto calzás me preguntaron? Una película extraordinaria en la que no quieren que se le vea la cara a los actores. No me interesó mucho, pero intenté quedarme con los zapatos.
«A veces actúo, a veces hago música; escribo, lo que más hago; y dirijo, lo que más me gusta. Después, todo lo demás, es la necesidad de contar lo que tengo adentro»
-Aparece uno de sus perros, Astro de 18 años, al que se le cae la cadera y no remonta si no es atajado en el carreteo. Ya erguido se rasca la frente con la mesa baja del patio.
-Dale tiempo de equilibrio, recomienda Luque.
-¿Cuál es tu equilibrio?
-Todas las noches escribo.
-¿Qué juego te gusta más?
-Lo que más me gusta es la dirección porque puedo contar mi idea, básicamente desde muchos niveles de lenguaje. Uno es inevitable y hay que tener una paciencia muy grande.
-¿También con La Dama?
-La banda es un tema de dirección, más allá que escribo todo. Con La Dama estoy tratando de recuperar lo técnico que es la base de la música.
-¿Por qué en su momento blanqueaste tus adicciones con la prensa?
-Porque yo soporto los archivos desde hace más de veinte años. El mundo ahora está muy agresivo y te identifican el agujero. Nunca mentí y jamás la careteé con eso.
-¿Eran grandes tus fantasmas?
-Pájaros estilo Van Gogh.
-¿Cuál es tu precio?
-Creo que no tengo. El precio lo pago yo por las cosas que quiero hacer, y es mi cuerpo.
-¿Quién lo establece?
-Yo. Y normalmente soy bastante generoso. Como por ejemplo no cobrar, y proponer devolverle el dinero a una producción si está mala la película, te devuelvo lo que gané. Los ayudo.
-¿En qué papel te ponen los de afuera?
-Ahora en el de genio, entre comillas. Para los pendejos que ven todo soy “un capo”. Cuando hacía de malo en novelas íbamos caminando y todo el mundo le preguntaba a Silvia, “¿qué hacés con éste?”.
-La palabra maestro es importante.
-No soy maestro, soy discípulo de los mejores discípulos, porque el maestro tiene un techo. Un maestro se supone que no aprende más. El discípulo está todo el tiempo en movimiento.
-¿Se están yendo tus maestros?
-Sí, se están yendo todos, como Ulises Dumont y Lito Cruz. Acá estudié un par de veces con Augusto Fernández y después estuve todo el tiempo con Francisco Javier, uno de los dos tipos de doctorado en teatro junto al de Raúl Serrano. María Rosa Gallo me vio en una muestra que hacíamos los lunes cuando servía en un Café Concert a los 15 años por la propina y me dijo que estudie teatro. Entonces fui con Carlos Gorostiza.
-¿Reivindicás el aprendizaje discipular?
-Hay gente que tiene que estudiar. Yo en lo personal siento que es peligroso porque hay veces que vos sos un genio natural y un método te pone en una cuadratura que te mata la creatividad.
-¿A qué jugabas cuando eras pibe?
-Waterpolo, casi era del preseleccionado argentino. Amo el agua, nunca jugué a la pelota.
-¿Existe la fe?
-En la naturaleza del hombre es inevitable la fe, porque sabe que va a morir, si no pasame el arma.
-¿Qué pasa con la muerte?
-La única que se ríe en el mundo es la muerte. Si tiene algo de divertido es jugar con ella. En el hecho artístico sobrepasás la finitud.
-¿Te sentís polémico?
-Puede ser, a veces no la paso bien. Soy como una especie de mal ejemplo que duele. Me gustaría tener una mayor proyección a nivel lenguaje para llegar a los pendejos. Porque sino los pibes siempre arriban al mismo modelo.
-¿El sistema te hace competir?
-Podés competir pero también podés optar. Para cierta gente es muy importante un premio.
-¿Cómo juega la estética en tus composiciones?
-Es fundamental porque cuenta y te da identidad. Me meto mucho en la lectura de la estética de los personajes, soy bastante rompe huevos.
-¿Hay un espacio donde preparás tus personajes?
-Claro, acá tengo un lugar especial donde me pongo en pelotas y me tiro flanes con crema en el cuerpo entre los que buceo, y cuando salgo digo, ahora sí, estoy preparado.
-¿Te cabe el dulce de leche?
-A veces le digo sí al dulce de leche y compongo con flan mixto, jaja.
“Ahora en serio” dice Pipo y baja la mano izquierda como bajando una persiana por su cara, y cuando su mirada vuelve, el punto aparte desaparece por magia del arte para continuar con la expresión de un interlocutor diferente. “En este lugar analizo, acá asocio, acá me emborracho, acá surge lo que tengo que hacer. Arriba duermo y cuando me levanto leo y estudio. Acá veo la estética entre ropas y accesorios míos de distintas épocas. Entonces cuando tengo lo que quiero lo llamo al vestuarista y le digo que venga a ver lo que quiero ser”.
-¿Dónde te dejó la búsqueda de tu parte femenina?
-Entendí que la sensibilidad de la mujer y el hombre es la misma, que no tiene sexo. Mi generación confundía sensibilidad con fragilidad, entonces era un tema importante para mi.
-¿Sobre la locura?
-En el discurso del astrólogo de Los siete locos, Arlt dice: “Estamos todos locos”. Y yo decía: “No estamos todos locos, estamos angustiados, que no es lo mismo”.
«Me han visto cansado y mudo mirando cualquier cosa»
-¿La política transforma ese sentido común?
-No creo en la política. Tendrían que ser misioneros y solidarios, la política que yo conocí. Hace muchos años que los gobiernos destruyen el sentido común. Se acabó el romanticismo. Hoy ser político es tener poder, antes era que vos tengas poder.
-¿Un consejo?
-Yo aprendí de muy chico, con Pappo, que donde hay mucha gente tenés que bajar los brazos y dejarte llevar. Así se manejan las cosas, relajate, no saltes porque te vas quebrar. Es un consejo para los que lean esta nota.
-Pipo se pone uno de los relojes que no funcionan guardados en un cajón del escritorio de su estudio, y muestra lo excéntrico de su detenida belleza, ¿algo más?
-La próxima vez sean puntuales, con el laburo no se jode.