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Texto: Julio De Bonis | Fotos: Guille Llamos

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Eduardo Duhalde: “Diez años más y chau, van a estar gobernando los mutantes”

En el barrio de Constitución, sobre la calle Carlos Calvo y a metros de la 9 de Julio, se encuentra la oficina de Eduardo Duhalde, el presidente más importante desde la vuelta a la democracia entre quienes no fueron electos. La sala de entrada bien podría confundirse con la de cualquier organismo sindical o estatal: gris, sin colores, con demasiada política en blanco y negro, como los cuadros de todos los mandatarios argentinos que se ubican al costado de unas filas de sillas, todos menos los de facto. En la oficina sólo entran sus figuritas favoritas: Yrigoyen, el Papa Francisco -“el mejor, el más claro”-... Aunque él destaca a tres: Perón, Frondizi -“el único con visión productiva que tuvo el radicalismo”- y el socialista chileno Allende -“un campeón mundial”-.

En una extensa charla, el ex presidente intentará postularse a pontífice, en el sentido etimológico de la palabra, como un puente entre el peronismo y el radicalismo, alegando que tiene la llave para la tan mentada unión de los argentinos, sacando chapa por los acuerdos que tejió en el pasado con el radicalismo de Alfonsín y alegando que esa coalición será imprescindible para atravesar la dura crisis actual. Habrá pasajes donde desviará la mirada hacia los reclamos de las nuevas generaciones e intentará promocionar varios de sus libros, aunque sinceramente este cronista cree que el éxito editorial de ex presidentes es exclusividad de Cristina Fernández.

Consejo: prestar especial atención al recuerdo de una charla antológica en la que surgirá la posibilidad de una boleta electoral que de haberse dado hubiera pavimentado la grieta tal como la conocemos hoy.


-¿Recuerda qué sensaciones le generó cuando conoció a Alberto Fernández?

-Sí, conocí mucha gente en esa época, pero cuando vos ponés una persona en cargo es porque te gusta, obvio. Y fijate la confianza que le tendría después que fue el único tesorero de mi campaña. Y hoy lo vi en televisión... Está afilado, afiladísimo.

-¿Le tiene confianza?
-Le tengo confianza, pero él unido al justicialismo no alcanza, la situación es de una complejidad que se necesita más que eso, se requiere lo que hicimos con Alfonsín hace unos años, una gran coalición. Y hay quienes dicen que no se puede porque están enfrentados. ¿Vos creés que el partido bicentenario no es afecto a los consensos? Sanz, el otro día decía que el radicalismo es el partido de los consensos. El jefe de gobierno de Capital, yo le digo el tractorcito, es amigo mío. ¿Y el colorado? En todos los lugares hay gente importante para armar una gran coalición, pero para eso no tiene que haber egoísmos.

-Debieran para eso los dos partidos mayoritarios evitar las tendencias hacia sus núcleos duros.
-Es que sin una gran coalición la salida es extremadamente difícil. Con Alfonsín hicimos dos grandes coaliciones, en la provincia primero, en el 91, y en el 2002 la otra. Así es más fácil gobernar, porque en principio ya tenés la legislatura, nosotros teníamos el ejecutivo y la legislatura y si bien tuvimos problemas con la Corte, los superamos por trabajar juntos. Es lo que le falta a la Argentina y aspiro a que lo logremos, mi tarea es ser facilitador.

-Bueno, si quisiera llevar adelante ese emprendimiento, usted cuenta con la ventaja de conocerlos.
-Es que todos dicen "vamos a hacer un consenso", desde Alberto a Cristina a Macri. Mentira. Lo dicen porque queda bien y la gente quiere escuchar eso, pero para lograrlo se necesita un poco más. Sobre todo hay que dejar de lado la matemática del egoísmo, qué es pensar en uno, en el cargo que uno va a ocupar, si no se deja eso de lado la Argentina va a continuar en esta curva descendente y va a terminar en tragedia. ¡Tragedia! Porque en un país cualquiera que los índices de pobreza siguen aumentando, no se puede salir a la calle, digo por los que se quejan de los planeros. Y los partidos tradicionales, el justicialismo y el radicalismo, tienen una misma visión, entonces hay que juntarse. ¡Sí, se puede!, como dice Macri.

-Habría que ver si hay acuerdos sobre qué hacer con los más desamparados, que parecen tener mayor representación en Juan Grabois, Emilio Pérsico, en los movimientos sociales antes que en los partidos. ¿Se puede consensuar una mirada a futuro sobre estos temas?
-Yo no sé si eso es el futuro, lo que sí sé es que hay un reclamo de los nacidos en el siglo nuevo en el mundo, que no son Grabois, y ahí está la revolución, ahí está el cambio, la piba Greta, pobrecita, la sueca, lo que dice ella, y no se dan cuenta de que hay una revolución en marcha. Y nosotros, que somos los Sapiens, somos muy inteligentes, sabios, pero soberbios que creemos que los chicos saben menos que nosotros. ¡Mirá estos veganos que fueron a la rural! Escuchame, por primera vez en décadas millones de jóvenes están por entregar lo más valioso, que es la libertad, por un tema eminentemente espiritual. Que no los entendamos me parece razonable, pero no quererlo escuchar me parece ridículo, algo nos están diciendo.

-Me sorprende.
-¡¿Qué te sorprende?!

-Que esté tan atento a las nuevas generaciones.
-Porque yo soy positivista, estudio el futuro. Los chiquitos le hicieron entender al viejo Rey Juan Carlos de España, gran rey para nosotros, que no se puede matar más animales. Perdió cuarenta por ciento de su imagen positiva. ¿Sabés por qué? Porque de golpe, nosotros los sapiens, nos damos cuenta de que tienen razón. Cuando mi nieto viene con una foto mía con cinco o seis tiburones y me dice, “¿abuelito, por qué los mataste?” ¡Pumba! ¿Por qué los maté? Tiene miles de años, cazadores y pescadores. Por eso las mujeres no cazaban ni pescaban, el varón era él que hacía eso. Y todavía estamos en esa. Los chiquitos no, no quieren matar hormigas ni arañas. Los señores de la guerra que quedan son payasos que no entienden a las nuevas generaciones que nos están gritando que no quieren más películas interespaciales porque quieren vivir acá. Y cuando vos lees que en los últimos 20 años mataron al 40 por ciento de las aves los empezás a entender. Ahora, si estás pensando en lo que piensan los políticos, no. A mí me asombra que mis congéneres políticos no se asombren porque apareció un medicamento sueco cuya primera aplicación cuesta un millón de euros: ¡cinco departamentos! Y nadie dice nada, como si el sistema actual pudiera tolerar remedios para los megamillonarios.


"Nosotros, que somos los Sapiens, somos muy inteligentes, sabios, pero tan soberbios que creemos que los chicos saben menos que nosotros. ¡Mirá estos veganos que fueron a la rural! Escuchame, por primera vez en décadas millones de jóvenes están por entregar lo más valioso, que es la libertad, por un tema eminentemente espiritual. Que no los entendamos me parece razonable, pero no quererlo escuchar me parece ridículo, algo nos están diciendo"


-¿En qué piensan sus congéneres políticos?
-En lo que hablan todos los días, pero no en eso, y yo creo en esas cosas. Pero estamos trabajando para el Gobierno de ahora y creo que tenemos que armar una gran coalición, es lo máximo que se puede hacer ahora.

-Y para hacer esa gran coalición hay que resignar puestos, egoísmos, ¿no debiera haber un renunciamiento del ala dura? ¿Habría que borrar a Macri?
-Yo jamás voy a decir eso de un dirigente, tema de ellos si quieren correrse o no. Yo nunca me peleé con Macri, no estoy de acuerdo en su forma de gobernar, pero bueno, allá él. Va más allá de Macri y Alberto, el problema es la gente que la está pasando mal y la va a seguir pasando mal si nos seguimos peleando, esa es una elección pésima. Cuando hice la primera gran coalición con Alfonsín yo había ganado las primeras elecciones de gobernador, había duplicado en votos al radicalismo y le dije “Don Raúl, le ofrezco gobernar juntos”. ¿Cómo es? Me preguntó. Muy sencillo, yo con mis ministros voy a administrar fondos y ustedes van a controlar. “¿Qué?” Todo. Procuraduría, fiscalía de Estado, Tesorería, todo. Se sorprendió. Yo como intendente, gobernador y presidente, nunca elegí un área de control, está totalmente contraindicado. Que el que gobierne elija quién lo controla pasa en las democracias poco serias como la nuestra.

-Cuando habla de la segunda coalición que arma con Alfonsín, es la que gobierna ante el fracaso de De La Rúa. Ese gobierno genera una creencia de que es un gran piloto de tormentas aunque, como diría el Turco Asís, autogeneradas.
-Lo que te puedo decir es que les prohibí hablar a mis ministros una palabra mal de los que se fueron, el que lo quiera hacer que no venga, les dije. De La Rúa fue el único hombre que invité a participar en la más importante comisión anticorrupción que se armó en la Argentina. De La Rúa era un hombre inteligente, después se lo tomó por zonzo, lo dejó herido de un ala la renuncia del vicepresidente, que renuncia acusándolo de que en su gobierno había corrupción, quedó muy mal, y a lo último estaba medicado, empastillado y se burlaban de él. Periodistas, su gente, eso a mí me dolió mucho porque yo era muy amigo suyo.

-¿Su salud estaba muy deteriorada?
-Tremendo, no entendía nada. Fue triste.

-Asociado a este tema, ¿cómo dormía usted cuando fue presidente?
-En los primeros tiempos cuando había gente en la calle me quedaba despierto para decidir, por si había algún lío. De todas maneras, te desgasta rápido, tres meses y ya estaba como De La Rúa. Un día le digo a Chiche: “Chiche, ¿no ves un río acá en el fondo de Olivos? Porque yo veo un río y peces atrás”... enseguida llamé en secreto a seis o siete adventistas, que estuvieron ahí curándome, porque encima no tenía vice.

-¿Se le fue rápidamente ese cuadro?
-Un par de meses. Fui mejorando pero nunca estuve del todo bien, porque es constante, un presidente recibe muchos impactos diarios en su psiquis, ninguno está preparado para recibir eso.

-Justo comentaba recién que no tenía vicepresidente, ¿cómo vio la jugada de Cristina de ponerse como vice y nombrarlo a Alberto?
-Fue la mejor jugada que yo recuerde, tan es así que cuando me preguntaban colegas tuyos en el momento que lo anunció yo les decía que era un error, porque no lo conocía nadie a Alberto. Pum, me tapó la boca. En tres meses demostró su capacidad, dándoles paseos a varios periodistas.

-¿Cómo imagina el rol de vicepresidenta de Cristina?
-Todo lo que te imagines puede ser, no está escrito eso. Cristina está en una situación tremendamente difícil para cualquier ser humano, en especial para una madre que tiene una hija realmente enferma como la tiene ella y que además le echa la culpa a ella y al hermano de la situación que está pasando, tremendo. Para una mujer es tremendo, para un varón también, pero más para una mujer. Los hijos son de las madres. ¿Qué va a hacer? Nadie sabe. Tampoco nadie sabe qué va a pasar con la coalición de gobierno hoy, por eso en momentos como estos tienen que surgir ideas superadoras. Cuando fui presidente del Mercosur, Néstor me llama en octubre del 2003, yo había dejado hacía cuatro meses la presidencia y estaba en una cátedra de posgrado en Madrid, y me dice vení que te nombramos… ¡La que te pastoreó! ¡¿Por qué no le decís a otro?! Estaba muy cansado. Volví y lo acepté con una misión, la de unir los diez países sudamericanos y ese día me iba. Los unimos el 9 de diciembre del 2004, eran todos besos y abrazos, nos llevábamos todos bien, pero desgraciadamente esto que es una degradación moral muy grande en la humanidad se da también a niveles presidenciales, y poco a poco empezaron a aparecer los presidentes barrabravas como los de ahora de Estados Unidos y Brasil, que actúan como en la cancha. Es parte de esta degradación que vive la sociedad y los partidos políticos.

-Estos outsiders que aparecen cuando hay decepción con la política tradicional.
-No son realmente outsiders, son gente que tiene poder y no tiene parámetros morales.

-Y son un poco la contracara del optimismo suyo sobre las generaciones futuras.
-No, eso es imparable. Ahora todos se creen revolucionarios, pero los que vienen son el cambio, los demás son los últimos de un sistema que agoniza, la democracia está agonizando. Hay que intentar mantenerlo, pero poco tiempo, siete, diez años más y chau, van a estar gobernando ellos, los mutantes.

-¿Alienígenas?
-No, no, mutantes, esa palabra la utilizó hace unos setenta años un gran escritor italiano. Mutantes son los que están mutando. Antes de aparecer nosotros, que somos los sabios, los sapiens, doscientos mil años antes empezaron los mutantes, los que ya pintaban en colores, ya eran distintos a nosotros. Se veía ya entonces que había tipos que no pensaban como nosotros, no sólo ahora, esos eran adelantados. Cada día se va masificando y unificando, y los chiquitos... Todos los códigos civiles de occidente han generado una nueva persona, porque los que estudiamos derecho sabemos que hay dos, la física y la jurídica. Ahora aparece una nueva que es la no humana con derechos, que son los animales. Un grande como el negro Obama mató un moscardón en un discurso y lo tiró contra el suelo, se le armó un lío con las redes. Son los nuevos, los que no entienden estas cosas y nosotros no los entendemos a ellos. Bueno, van a gobernar en poco tiempo.

-Va a haber problemas en las unidades básicas con las choriceadas.
-Desaparecen las unidades básicas, desaparece todo.


"Un día le digo a Chiche: 'Chiche no ves un río acá en el fondo de Olivos, porque yo veo un río y peces atrás'... enseguida llamé en secreto a seis o siete adventistas, que estuvieron ahí curándome, porque encima no tenía vice"


Corre el año 2003 y Eduardo Duhalde, para mejorar las perspectivas electorales de su candidato a presidente Néstor Kirchner en suelo porteño, se le ocurre llamar también a elecciones a jefe de gobierno. El problema es que su candidato natural para esa misión, Daniel Scioli, ya había determinado ser el compañero de fórmula de Kirchner. Así que tras pensarlo un rato agarra su teléfono y marca el teléfono del presidente de Boca Juniors.

Eduardo Duhalde: Hola, Mauricio, ¿querés ser jefe de gobierno porteño? Mauricio Macri: ¿Cómo sería? ED: Vos tenés un partido chiquito, preséntate que yo te apoyo con una lista de diputados nacionales, vas a ganar por entre 15 y 20 puntos, vas a ser jefe de gobierno. MM: ¿A quién va a poner en la lista? ED: No seas irrespetuoso, eso no se pregunta. MM: Bueno, tengo que pensarlo. ED: Pensalo hasta mañana.

Al otro día, Macri reiteraría la pregunta sobre la lista, Duhalde indignado no llamaría a elecciones para la jefatura de la Ciudad Autónoma, y finalmente ese año Ibarra sería electo con la bendición de Néstor.

Duhalde luce muy bien sus 78 años, no parece estar en pole position de ser octogenario. Su voz, sólo interrumpida por breves estribillos de tos, transmite seguridad y la calma marca su tempo. Parece entretenido o disimula bien su aburrimiento. Hacemos una pausa en el relato de la entrevista para recrear un diálogo que, de haber arrojado otro resultado, la tan mentada grieta actual tendría otras zanjas o por lo menos una boleta paradójica.

-Cuando le mencionaba antes el tema de Cristina nombrando a Alberto recordaba que usted lo ungió a Néstor, ¿se arrepintió? -Uno no puede arrepentirse de las cosas que no maneja, yo elegí a Reutemann.

-Cuando se le cae Reutemann, ¿va convencido con Kirchner?
-Yo a Néstor lo tenía que apoyar, pero a mí me gustaba el mejor gobernador en décadas: Adolfo Rodríguez Saá. Y Menem no podía ser, porque el segundo ganaba, cualquiera fuera. Mandé a llamar a Adolfo por el negro Moyano, que era muy amigo suyo y estaban trabajando juntos, “decile a este muchacho que venga que va a ser presidente”. Viene al tiempo Hugo y me dijo que Adolfo quiere poner un vicepresidente radical y que venía por todo, primera vez que me dice un tipo que viene por todo, se le apagaron las luces. Y así me quedé con el pingüi, yo tenía que apoyarlo, no tenía nada contra él. A Néstor le hizo un daño enorme que toda la prensa lo tratara como el chirolita de Duhalde, eso es muy jorobado para un candidato y para un presidente.

-¿Piensa que eso lo hizo salir a pelearse con usted?
-Claro, es muy feo, yo el día que asume el cargo me fui antes, almorcé con los presidentes y pregunté quién se iba temprano para que me llevara, no quería quedarme para que no hubiera esa idea de que podía pedir algo, tenía que irme rápido para no alimentar eso, pero no pudo ser.

-Igual, rápidamente decide enfrentarlo, cuando fue en la Provincia con Chiche contra Cristina.
-Enfrentarlo no, yo en ese momento era presidente del Mercosur y no volví, Chiche enfrentó a la señora con todo derecho, pero yo no, nunca he enfrentado a ningún presidente, está contraindicado, ahora que pueda participar Chiche en una elección era lógico. Porque yo respeto mucho los lugares donde estoy y un presidente de un organismo internacional no debe participar en la política de un país.

-Hay otro hito en su historia que es cuando llega al Pacto de Olivos.
-(Interrumpe) Sí, estaba totalmente de acuerdo, una ridiculez que un presidente tenga sólo un mandato. Estuve siempre de acuerdo con la constitución americana, dos mandatos y nunca más. La enfermedad del poder hace que quieran vencer ese dos y nunca más.

-¿Y usted estuvo totalmente a favor?
-De una reelección por supuesto. ¿Por qué no?

-Porque sino en ese entonces probablemente hubiera sido su turno.
-Ese es el cálculo del egoísmo, que siempre se equivoca, yo estaba absolutamente de acuerdo, fui partícipe de esa reunión.

-Lo que pasa es que se ha narrado muchas veces que llegó vestido como para jugar un partido de tenis y ahí se enteró de lo que estaba pasando.
-Que cuenten lo que quieran, son pavadas. Yo era muy, muy amigo de Alfonsín, el dirigente político con quien mejor me llevé. Y esto es 95, yo en el 91 hice con él la coalición en la provincia, cómo no voy a tener confianza y saber qué estaba haciendo.

-¿Lo pondría en un podio de mejores presidentes?
-Él vino con una misión, había que terminar con el militarismo en la Argentina, la cantidad de golpes militares que tenemos... La gente no lo piensa. Estos años de democracia que tenemos son los más largos del período democrático. Él y después Menem terminaron con ese militarismo.

-Tiene en esa pared al Papa Francisco, ¿le recomendaría que viniera al país?
-No, no arregla nada y genera vítores y críticas, porque la gente en la grieta podrida en la que estamos si no quiere al justicialismo no lo quiere. Tengo tipos muy católicos que están enojados con Francisco porque no lo quiere a Macri.

-Además es raro, porque salvo algunas fotos, cuestiones de expresividad mínima frente a una cámara, o protocolos de imagen, Francisco no ha realizado grandes pronunciamientos ni se ha inmiscuido en demasía en la política local.
-Pero la gente no piensa así, entonces dejalo a Francisco que tiene una tarea muy importante. Que se quede, en marzo tiene una reunión internacional muy importante en Asís, en Italia, a la que voy a intentar ir, con muchos economistas de los más importantes del mundo que sostienen lo que nosotros sostenemos, que hay que cambiar el sistema, porque este capitalismo usurero termina con el capitalismo, no puede ser que la plata esté cada vez en menos manos, la desigualdad se manifiesta no sólo en Chile y en Ecuador, en todo el mundo, los jóvenes están enojados y esas manifestaciones son síntomas del derrumbe del sistema.


"Este capitalismo usurero termina con el capitalismo, no puede ser que la plata esté cada vez en menos manos, la desigualdad se manifiesta no sólo en Chile y en Ecuador, sino en todo el mundo, los jóvenes están enojados y esas manifestaciones son síntomas del derrumbe del sistema"


-Si uno se preocupa por la desigualdad, en la Argentina se manifiesta especialmente en el conurbano. Usted que ha gobernado la provincia y fue intendente de Lomas, ¿cómo ha visto la evolución del conurbano desde la vuelta de la democracia?
-Cada vez peor, porque como este es un país desordenado y descontrolado, el gobierno no maneja la tierra. El primer tema que me ocupa es la tierra, al Papa le mandé un breviario para que me ayude en ese tema. Juan Pablo decía que es inmoral que haya familias que no tengan tierra, yo digo es una hijaputez. Acá ando con el avión por el país y es todo tierra, somos junto con Bolivia, el país sudamericano que tiene menos habitantes por kilómetro cuadrado. Y hay gente sin un pedazo de tierra, somos muy guachos. Es una culturización nuestra que nos parece normal y no lo es. Como nos parece normal que haya monarquías en democracias porque es nuestra cultura. ¿Cómo los monarcas van a ser democráticos? Nacen siendo distintos, eso no es democracia, pero nos parece por nuestra cultura. Lo mismo con la tierra. Yo en mi provincia modifiqué la constitución y en 103 municipios de 130 la gente tiene derecho a la tierra para la vivienda. Yo quería regalárselas pero la gente no estaba de acuerdo. El campeón en eso fue el gran maestro sanjuanino –por Sarmiento- si uno lee lo que pensaba de la tierra y lo que hizo es impresionante. Él va a mitad del siglo pasado a EEUU, antes de la Guerra de la Secesión, todavía dependiendo de Inglaterra, y ya se da cuenta de que va a ser el país más importante del mundo por el reparto de la tierra.

-Bueno, acá arrancó la repartición muy mal y se profundiza tras la conquista del desierto de Roca.
-Se repartió muy mal, ahí nacen en todo Latinoamérica las oligarquías vacunas, ganaderas, cafeteras, que se van manteniendo, mientras crecían los pueblos y venía más gente... Y después el maridaje de ellos con los ejércitos. De esas oligarquías surgían los militares. Eso lo denuncia el Papa ante miles de juristas. Y el tema de la tierra… este Sarmiento, qué capo, como senador nacional presenta una ley de entrega de tierras en Chivilcoy a disposición de la gente, igual que en Estados Unidos, y en su discurso como presidente dijo voy a hacer cien Chivilcoy, desgraciadamente no pudo, pero es eso. La tierra es de pocos.

-¿Y usted por qué no pudo?
-Uno puede hacer lo que puede. ¿Qué podía hacer yo? Modificar la constitución de mi provincia, ir resolviendo ese tema, no permitir asentamientos. Porque el gobierno tiene que tener el manejo de la tierra, yo estoy en contra de los asentamientos. Y los estúpidos que gobiernan todavía los alientan, pobre gente, la metés en un lío. Hace unos meses en Mendoza, en un pueblo de 10 mil personas, una de estas organizaciones que vos nombraste (se refiere a los movimientos sociales) había ocupado terrenos para esa gente. Una estupidez. A la gente hay que darle la tierra pero legalmente, no tenés que meterla en un lío que después no sabés si lo resuelve.

-Imagino que muchos dirigentes de la CTEP y movimientos sociales estarían de acuerdo, aunque seguro le dirían “Eduardo no es muy fácil que nos la den por las buenas”.
-Bueno, pero hay que trabajar para eso y no trabajan para eso, trabajan al revés, yo no estoy de acuerdo. Han metido a la gente en unos líos, no hay que permitir asentamientos, hay que garantizar la tierra legalmente. A Lula no lo pude convencer hasta su último mandato, un día me dice que le entregaron la tierra a los primeros favelados, la más vieja de las favelas, 5.600 familias, no te imaginás como cambió, me dijo. Sí que me imagino, ¿cómo no me voy a imaginar? Lula después se entusiasmó, pero ya se iba. Todo lo que yo planteé es del plano municipal, yo fui intendente desde el 74 corrido por el gobierno militar precisamente por mi lucha por los que habían sido estafados con la tierra, mi carrera empezó por defender a quienes habían sido estafado con la tierra.


-¿Qué expectativas le genera Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires?
-No lo conozco ni siquiera de refilón, amigos de él que han sido profesores dicen que es muy inteligente, pero bueno, yo estoy cansado de las invasiones porteñas. Sobre todo de esta última que fue masiva.

-¿Hablamos de Vidal?
-Estoy hablando de eso, él –por Axel- creo que está avivado. Ya no se soporta que venga gente, no porque sean buenos o malos, que no conocen la provincia. No se puede gobernar la provincia sin conocimiento.

-¿Lo dice por el gabinete de Vidal que también tenía mucho condimento porteño?
-Exacto, y se reunían acá en capital. La provincia fue un desastre manejada. Yo la aprecio a ella en lo personal, una persona honesta, conozco a muchos de sus ministros que han venido acá, me parecen buena gente, pero no entienden y acá se trata de entender.

-¿Cómo ve el movimiento feminista?
-La bendita revolución femenina, así la llamo yo, y está en sus comienzos. Los varones somos la violencia, somos la guerra, llenamos las cárceles, 90 por cientos de las cárceles de varones, 73 por ciento de los adictos somos nosotros, ellas son la paz. En este mundo deshumanizado, donde estamos en la megabarbarie fomentada por los varones, las necesitamos. Con el tiempo, son revoluciones que se juntan, los chicos y las mujeres le pueden hacer muy bien al mundo que viene.

-¿Titulamos “Eduardo Duhalde el progresista”?
-No, no, ¿qué progresista? Para nada, yo lo que advierto es eso.

Duhalde, cual Frank Underwood, da dos golpes en el escritorio y sentencia: “Listo, terminamos”.


 

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05/05/2024