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El Mago Fornes, un clásico de la city que quiere quedar embalsamado en un museo

Texto: Nicolás de la Barrera / Fotos: Mariano Campetella
 

“Una vuelta hice una tarjetita, que el dia que muera quiero que me lleven al Museo de La Plata. Vamos a ver si pasa, y si no, quedaré en el cementerio, jejeje”.

-¿Querés quedar embalsamado? -Claro, que los tatuajes queden ahí en el museo. De ahí a que lo hagan... andá a saber. Una parte al cementerio y los tatuajes al Museo de La Plata.

Alberto “el Mago” Fornes está tranquilo con la muerte. Y, como intentó hacerlo a lo largo de sus 62 años, piensa en la forma de seguir siendo visto, así sea disecado y detrás de un vidrio en la sala de un museo de ciencias naturales. Queda claro: convertirse en una exhibición, para el Mago Fornes, no es problema.

Es muy probable haber cruzado alguna vez al Mago. Por la ciudad, arriba de la bicicleta, volanteando por Lavalle o, hace algunos años, haciendo zapping, en el living de Susana Giménez, Sin Codificar o Café Fashion. “La tele siempre la hice”, dice el hombre más tatuado de la Argentina, en una pausa del trabajo, en la galería Luxor. Ahí en donde alguna vez los locales de tatuajes fueron mayoría, hoy solo queda uno. Pero el Mago no reparte avisos para ese local. Alberto Fornes trabaja para una casa de electrodomésticos, llamada “El 22”.

-Cuando no hay mucho laburo me quedo en la puerta, fumo un cigarrillo, vuelvo, estoy todo el día afuera, dando vueltas. Feliz y contento con lo que hago.

Es de respuestas cortas el Mago. Y, al final de cada una, se ríe brevemente: “Jejeje”. Cuando lo hace, está en silencio, muestra uno de sus dientes, uno de los dos incisivos, la paleta, que le sobresale y toca su barba. La otra ya no la tiene.

Cada célula de su piel tiene un rastro de tinta. Se peló (y mantiene la cabeza sin un centímetro de cabello) para tener más espacio para tatuarse. Y cuando ya no le quedó lugar en su cuerpo, se puso implantes: en la frente llegó a tener dos “chichones” metálicos debajo de la piel, que se los sacó cuando le empezaron a lastimar. Ahora tiene las mismas bolitas, pero en el brazo. Ahí, la primera capa de la piel, parece estirada hasta su punto límite. Todo lo que el Mago hizo con su cuerpo -con él- tuvo una búsqueda: ser famoso y figurar en el Libro Guinness de récords mundiales.

-Siempre soñaste con el tema de la fama. -Sí, siempre me gustó, siempre estuve en el espectáculo. Vengo de familia de artistas. Estuve en casi todos los canales haciendo magia, quería salir en revistas y no podía, tenía que pagar bastante plata. Después me empecé a tatuar y venían todos los periodistas de gráfica.

Pero la historia del Mago empieza bastante antes de sus notas en Semanario, Clarín y varios medios más. En el mundillo del tatuaje local circulan historias varias sobre él: que heredó una gran fortuna y un día esa plata se le terminó, o que quería ser una obra de arte viviente.

Lo cierto es que su papá, Alberto Cristal, cantante, y su mamá, ayudante de escenario de su marido, le hicieron conocer, como él dice, “el mundo del espectáculo”. Y cuando le tocó salir a los escenarios lo hizo como lo que es: un mago.

Un mago que en sus números usaba galera, varita mágica y víboras. Que podía llegar a los shows en limusina, camisa, jacket, corbata y habano. Un mago que, después, arriba del escenario, quedaba casi en pelotas.

-Antes lo hacía como hobby, después me fui perfeccionando y empecé a laburar haciendo cumpleaños. Después me tiré a los boliches y a los cabarutes, y me metí en el circo -estuve en el Hollywood Argentino, en el Copacabana, el Europeo-. Y bueno, después con los tatuajes, salía con la sunga de leopardo, unas botas, una capa y hacía apariciones.

El Mago Fornes hoy puede ser el hombre más tatuado de la Argentina o estar entre los primeros puestos. Pero en los noventa, cuando empezó a tatuarse, era el único que se animaba a dibujarse la cara. “Era como el renegado de la sociedad”, dice.“Pero como laburaba en el circo quería ser un personaje parecido al Gran Omi”, explica.

(¿Quién es el Gran Omi? Hablamos de Horace Ridler, inglés, veterano de la Primera Guerra Mundial y uno de los hombres tatuados más famosos del mundo. Se lo conoció también como el Hombre Cebra. Su transformación lo convirtió en un fenómeno y, al igual que el Mago, se presentaba en circos. Andrés Araoz, uno de los tatuadores pioneros en la Argentina, recuerda que a comienzos de los noventa no quiso tatuarle la cara al Mago porque había leído que el Gran Omi, en el ocaso de su “carrera”, cansado de ser siempre foco de todas las miradas, ya no salía de su casa. Al hombre ilustrado argentino eso no le importó y se tatuó la cara igual, con otros tatuadores.)

"Todo lo que el Mago hizo con su cuerpo tuvo una búsqueda: ser famoso y figurar en el Libro Guinness de récords mundiales"

El Mago lo reconoce sin pudores: él siempre buscó las luces de la cámara, y en buena medida las atrajo.

-¿Qué representa para vos la mirada de los otros? -Siempre, como iba a la televisión, fui visto de otra forma y mucha bolilla no le doy. A algunos les gusta, a otros no les gusta, y al que no le gusta que la chupe.

-¿Sentís que cumpliste lo que querías? -Sí, es lo que quería.

-¿Sos una persona feliz? -Sí, sí, feliz, y contento con lo que hago. Laburo ahora con la bicicleta, porque acá eran todos tatuadores, los tatuadores se fueron y me quedé laburando con la bicicleta, con la galería Luxor, local 22 y feliz contento. Cuando no hay mucho laburo me quedo en la puerta, fumo un cigarrillo, vuelvo, estoy todo el día afuera, dando vueltas.

-¿Sos un tipo nostálgico? -No, soy feliz, hago lo que me gusta, tranquilo.

-¿Vivís el momento? -Hay que vivir cada día porque hoy estamos, mañana no sabemos. Cuando estás del otro lado no te llevas nada, ni la ropa, ni los tatuajes.

-¿Nunca te dijeron “vos estás loco, cómo te vas a tatuar tanto”? -Lo que diga la gente no hay que darle bolilla porque si no te volvés loco vos como ellos.

-¿La gente está loca? -Cada uno es un mundo diferente. Mientras que hagas cosas coherentes, que tengas tu laburo, hacer tus cositas, hacer lo que te gusta, suficiente. Soy un tipo tranquilo, le esquivo a todos los problemas y bueno, soy feliz. Eso es lo más importante.

-Siempre mostraste tu cuerpo. Supongo que pensarás que no hay que tener vergüenza del cuerpo. -No, y más cuando uno labura en la noche, ¿viste? Hice más noche que la luna. Ahora dejé un poco la noche, hace un par de años la dejé. Pero feliz y contento, jejeje.

-Las drogas las conociste. -Sí, pero bueno, ya pasé, y nunca más, jejeje. Son pavadas que uno hace de joven y bueno, la cocaína, la marihuana, pero ya lo dejé hace rato, la época de Maradona ya no viene más.

-¿Estuviste con Maradona? -No, no, debe ser el único que me faltó conocer. Estuve muy enganchado pero después me desenganché como el mejor. Es al pedo, te arruinás la vida. Es tan linda que hay que disfrutarla bien.

-¿Cómo hiciste para salir? -Cambiaaaando de pareja, viendo otras cosas, y bueno. Es difícil pero se puede. Y ahora estoy feliz, contento, vivo de mi laburo, voy a convenciones, estoy con mi familia, salgo a pescar, soy muy sociable. Siempre con relaciones públicas. Y bueno, siempre conectado a la buena gente.

-¿Cuántos hijos tenés? -Con esta de ahora tengo uno, con otra pareja tengo dos, y después otro por Barracas, jejeje. Varias parejas tuve.

-Cuatro hijos entonces. -Más o menos.

-... -Varias parejas tuve, y bueno, estamos onda amigos.

"Hay que vivir cada día porque hoy estamos, mañana no sabemos. Cuando estás del otro lado no te llevas nada, ni la ropa, ni los tatuajes"

La charla se interrumpe: le suena el celular. El ringtone es de música electrónica. La misma que bailaba hace más de 20 años en el Buenos Aires News, Nave Jungla y otros boliches. “Me gusta la marcha”, dirá el Mago después.

-¿Te gustaría que tus hijos tengan tatuajes? -Sí, sí, hay uno que se está tatuando todo y bueno, no le puedo decir nada, jejeje. Frente mar. Y me alegro… hice una buena tendencia.

-¿La libertad es todo para vos entonces, Mago? -Sí. La libertad es hacer deportes, actividades, y poder hacer lo que te gusta. Sí, sí, dentro de lo bueno, porque la parte mala, drogas, todo eso… lejos de mí. Como mucho un paquete de cigarrillos, un escabio a la noche y nada más, tranquilo, en casa.

-¿No extrañás la noche? -No, ahora ya no, ya tengo 62, más tranqui. Laburo de lunes a viernes, sábado y domingo me voy a pescar, los domingos a la tarde estoy en el puerto de Tigre, hago la promoción de tatuajes de una a cinco, y feliz y contento.

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16/05/2024