Cuando era chico, digamos que antes de la pubertad, Mariano Blatt leyó en una Revista AZ Diez que el deporte más completo era la natación. Que entrenaba todos los músculos sin esfuerzo. A los 14 años, entonces, puesto a elegir un deporte, eligió nadar. Su camino por la lectura empezó antes aún. Su casa estaba poblada de libros, pero no se tentaba con los best sellers o los de ciencia ficción que elegía su padre. Con su hermano tenían una biblioteca propia que fueron nutriendo con los libros que, gustosos, sus padres accedían a comprarles. Desde entonces, Mariano hace esas dos cosas que siempre ha hecho: leer y nadar. Y al tiempo le sumaría la escritura.
Desde hace más de una década sus poemas y apariciones performáticas están presentes en la web. Pueden encontrarse presentaciones más o menos elaboradas y escenificaciones menos laboriosas o más sofisticadas. Fue un poeta de fotolog, fue un poeta que recogió “el lenguaje popular” y que llevó a su poesía por el universo de lo cotidiano. Y es, en sus palabras, todo un juego.
Desde hace 10 años, además, emprendió el camino editorial, la búsqueda de autores, de textos, la curaduría. En Blatt&Ríos, precisamente, editó la versión definitiva de Mi Juventud Unida, el libro en el que deja plasmados 15 años de producción poética.
–¿Hay alguna unidad en esos 15 años de trabajo?
-No sé si hay unidad. El título juega con la idea de poesía reunida, con el subtítulo típico que se les pone a algunos libros. También refiere a lo futbolero, al club Juventud Unidad, juega con eso, con poesía reunida, con la juventud y con el club de fútbol. Si hay unidad en mi poesía o no, lo tendrán que decir otros, no sé…nada.
-Hablando de nada…pienso en la natación y el vínculo con los escritores, como Fogwill, en tu necesidad física urgente expresada a través de las redes, ¿qué hay en la natación para vos?
-Hay libros y mucho escrito sobre el vínculo del hombre con la natación. La relación con el útero, el nacimiento, mi vínculo con el nado es muy fuerte, no puedo explicarla y a la vez sí. Me encanta, me gusta la actividad física, me hace bien. Lo que más estoy sufriendo de la pandemia es no poder ir a nadar. No puedo reemplazarlo.
-¿Cómo venís llevando esta situación?
-Al influir en todo, depende de cada momento y de cada dimensión de la vida de la que hablemos. En cada dimensión la llevo de distintas maneras. A nivel profesional, mi sector de edición y venta de libros tuvo malas y buenas noticias en relación a otros sectores. Hace más de un mes que se habilitó, la facturación y venta no fue cero. Hubo fenómenos particulares e interesantes, por ejemplo, cuando se abrió la venta por delivery, hubo librerías virtuales que vendieron un montón. Y surgieron muchísimas más librerías virtuales. Hubo un fenómeno de mucha venta. Al mismo tiempo también hubo cosas malas. La Feria del Libro se perdió y es un evento muy importante del año para nosotros como editorial. Es momento de juntarse, de un montón de cosas, pero también de venta.
-¿Cómo está funcionando el mercado digital?
-Lo que notamos es mucha más venta que lo habitual, se está vendiendo mucho en e-book.
-En relación a los e-book y los PDF pirateados hubo un debate arduo…
-Sí, estoy al tanto. Yo mismo he descargado, no es que estoy en contra de bajar material pirata de cualquier tipo; libros, películas, series. No me parece mal, qué sé yo, pero al mismo tiempo como editor he pedido por privado que en ese grupo bajen un libro de nuestro catálogo. A lo que voy es: hice eso como editor porque está en el contrato que tengo con mis autores. Tanto editor como autor se obligan a perseguir a cualquiera que atente contra los derechos de ese contrato. Si lo veo delante de mis narices, lo tengo que denunciar o bajar. Por contrato y por mis intereses, pero jamás recorrería la web buscando policíacamente eso. Tampoco voy a iniciar acciones legales ni nada por el estilo. Está todo bien con la piratería y la uso también, pero si afecta mis intereses y está delante de mis ojos, voy a tener que pedir que lo bajen.
“Ser un autor es trabajar, dar charlas, hacer lecturas en público, ser jurado, participar en cosas, todo eso es trabajo y debe ser retribuido económicamente”.
-El debate también se instauró entre quienes perciben a la escritura como trabajo y quienes no…
-Para mí escribir es un trabajo, no tengo dudas de eso. Un trabajo cuya retribución económica puede tener otro modelo al de otros trabajos, pero escribir sigue siendo un trabajo. Por eso hay que pagar por ese trabajo y me jode la comparación que dice que ‘trabajar es levantar bolsas en el puerto’. Me pareció un lugar común, un chascarrillo para quedar bien. Ser un autor es trabajar, dar charlas, hacer lecturas en público, ser jurado, participar en cosas, todo eso es trabajo y debe ser retribuido económicamente.
-¿Y cómo conjugás esa mirada con la de la piratería?
-Mi postura es “si querés piratear, que yo no me entere”. No digo que no lo hagan, porque también lo hago, y lo mismo con programas de computación. Si se rompe y no funciona más el programa pirata, no voy a decir: ‘eh que policía’. No me voy a poner la gorra y salir a perseguir, pero a la vez no me parece que combinar solidaridad, cultura y pandemia dé lugar a hacer cualquier cosa. Me parece genial que, si un escritor quiere donar su trabajo, lo haga, pero si alguno no quiere, que no se haga. Y si no, cambiemos primero todo el sistema capitalista del mundo.
-Hablando de cómo es el mundo…en tu poesía aparece reflejada la calle y el pulso de una cotidianidad determinada, ¿qué escribe este Mariano en este contexto?
-No escribí nada sobre esta situación, pero sí estoy escribiendo. Hace unos años ya que ese mundo de encuentro no forma parte de mi cotidianeidad, porque estoy más recluido. No escribiría nada. Partamos de la base de que no me considero escritor, sino poeta. Son cosas distintas. El escritor tiene como oficio la escritura, más allá de los géneros que escriba. Entonces puede escribir sobre la situación actual, escribe por oficio. El poeta, y en mi caso particular, no puede escribir de ese modo: no tengo ese oficio, no me gusta escribir más que cuando aparece un poema. No soy un escritor de la pandemia, y cuando aparezca un poema, si aparece, lo escribiré.
“El escritor tiene como oficio la escritura, más allá de los géneros que escriba. Entonces puede escribir sobre la situación actual, escribe por oficio. El poeta no puede escribir de ese modo. (…) No soy un escritor de la pandemia, y cuando aparezca un poema, si aparece, lo escribiré”.
-Mucha de tu poesía tiene esa cosa de la vivencia cotidiana…
-Sí, pero no necesariamente lo que aparece en mis poemas tiene que ver con mi vivencia. Sé que tienta pensar eso, en algún punto lo parece y hasta quizás a veces lo es, pero no siempre. Mi poesía no es autobiográfica, la mayor parte de lo que aparece no me pasó, en todo caso me hubiese gustado que me pasara. Hace muchos años leí un poema de Daniel Durand y me quedó: no escribas sobre lo que te pasa, inventá lo que te va a pasar en la escritura.
-Mucho de esa escritura tiene una marca generacional, el skate, la calle, el andar…
-Sí, creo que definitivamente está. Por más que no sean cosas que me hayan pasado, están inventadas en base a un contexto e imaginario que tiene que ver con mi generación. Desde el tipo de música que se escuchaba, ciertos consumos culturales, fiestas o reuniones sociales. También noté hace un tiempo que empieza en 2005 y termina en 2019 y hay un eje que lo cruza, que es el hecho de ser varón gay. Y me parece interesante que en 2005, cuando empecé, el matrimonio igualitario no existía, y ahí aparece esa marca generacional: somos la última generación de hombres gay que vivimos ese cambio, que estaba todo mal y ahora el discurso mayoritario es que está todo bien con las diversidades sexuales. Y todo ese cambio está marcado en el libro.
-¿Eso de la coyuntura reflejándose es algo de toda la poesía o algo muy tuyo?
-Creo que la coyuntura siempre va a verse reflejada en la escritura poética. No como la entiendo y conozco yo. No es que me cueste hacer definiciones, pero como la poesía es una ciencia inexacta, algo totalmente personal, cualquier teorización sobre cómo es la poesía o cómo debería ser un poema es muy personal. Mi relación con la poesía sigue siendo la clásica: la aparición de las musas. No sé cómo ni por qué, pero a veces me viene algo y entonces escribo una poesía. No sé nada más.
“Mi relación con la poesía sigue siendo la clásica: la aparición de las musas. No sé cómo ni por qué, pero a veces me viene algo y entonces escribo una poesía. No sé nada más”.
-¿Y qué te aporta o te da a vos la lectura de poesía?
-Es un misterio, como la escritura. La lectura de poesía me genera mucho placer, la extrañeza que genera la poesía, que es uno de los objetivos. Es una sorpresa a partir del lenguaje, un vínculo con la belleza y la brillantez, también. Hay algo muy luminoso y celebratorio en esa lectura de poesía.
-Y hablando de lectura, de lo performático también si pensamos en tus presentaciones con Julieta Venegas, por ejemplo, ¿hay algo físico que pasa con la poesía también? Más allá del mundo de las ideas…
-Hay algo físico, sí, que es el sonido. Es parte de la física y para mí la poesía es el texto y la palabra oral. Es el texto y la respiración, la música, las dos cosas al mismo tiempo. Hay algo de la lectura en vivo que me atrae mucho que es el escenario, el encuentro, ver los cuerpos, pensar el desarrollo de un espectáculo. Ponerse a hablar en voz alta delante de mucha gente y que te escuchen, y si es posible que les pasen cosas, es maravilloso.
-Tu poesía es cotidiana, refleja el lenguaje bastante popular, ¿cuándo entendiste que la poesía era algo más que lenguaje enrevesado o lejano?
-Probablemente con el descubrimiento de algunos poetas del movimiento y generación de los 90. Con Durand, con Cecilia Pavón. Descubrir eso fue hallar una poesía sin grandilocuencia, pero en la que sucedían cosas muy intensas. Una posible definición de poesía es usar el lenguaje de manera sorprendente, divertida, flashera. No es más que eso. Y en ese sentido, la poesía está muy cerca de los juegos de palabras y códigos orales que se arman en grupos de amigos. Ahí ya está latente: empiezan chistes, palabras mal pronunciadas, apodos, lo interno, eso en algún punto, ese uso del lenguaje a modo celebratorio, creativo, es poesía. La gente está mucho más cerca de la poesía de lo que cree.
“Poesía es usar el lenguaje de manera sorprendente, divertida, flashera… Está muy cerca de los juegos de palabras y códigos orales que se arman en grupos de amigos. Ahí ya está latente: empiezan chistes, palabras mal pronunciadas, apodos (…) ese uso del lenguaje a modo celebratorio, creativo, es poesía”.
-Hay algo muy concreto en tu poesía, que es una especie de operación repetida: narrás una vivencia y una interpretación sobre la vivencia, ¿es consciente o sale así?
-Sale con las musas. Es decir, no es que tengo una idea previa. Probablemente uno se repite y me siento cómodo con mi tipo de escritura y sus características porque todos somos limitados y hacemos determinada cantidad de cosas y es lo que nos sale. Si pudiera decir qué es lo que quiero hacer con los poemas es que vienen a resolverme a mí una obsesión con una imagen, con una frase o con un sonido. Podría decir qué significa para mí cada poesía, pero no tiene importancia ni es necesariamente lo que le pase al que lee.
-¿Vos qué estás leyendo ahora?
-Me gusta leer novelas, cuando leo por placer me inclino por la narrativa. No estoy leyendo poesía ahora. Estoy con los diarios de un escritor inglés, Christopher Isherwood, y me obsesioné. Es una experiencia de lectura que recomiendo mucho, tomar toda la obra de un autor en forma cronológica. Requiere mucho tiempo, obviamente, pero se disfruta distinto.
-Y a la hora de editar, en ese tipo de curaduría que se hace, ¿qué buscás en esos libros o qué querés dar con esos libros elegidos?
-Nosotros estamos cumpliendo diez años y, aunque es mucho tiempo, en el oficio de editor es poco. Siento que esa pregunta está mejor para más adelante, como que todavía no tengo la experiencia suficiente. Pero igual la voy a responder: lo que yo busco es publicar libros cuya lectura me generó tanto placer como para decir ‘esto quiero que lo lean mis amigos y todos, sería egoísta de mi parte no hacer que más gente lea esto que es maravilloso’.
-¿Llegan manuscritos o van a buscarlos?
-Llegan muchos manuscritos, pero lo cierto es que nuestro plan editorial acotado hace que nuestra mayor cuota sea cubierta por libros que nosotros vamos a buscar o a los que llegamos. Muchos son recomendados de amigos. En esas recomendaciones y compartir lecturas está el juego, no es que son nuestros descubrimientos solamente.
-Suena muy poético, hay muchas editoriales pequeñas, ¿cómo ves el mercado?
-Hay muchas editoriales, pero no tantas logran sostenerse en el tiempo. Es un mercado y negocio muy difícil, es muy lindo trabajar en el mundo editorial para los que nos gustan los libros, es una experiencia hermosa la de publicar, editar, hacer ferias, pero en términos económico financieros no es un buen negocio. Requiere mucho esfuerzo, muchos años de trabajo no remunerado, o financiación de mecenas o de alguien que no necesite vivir de ese negocio. Están los que tienen suerte y pegan un fenómeno de ventas, pero no es lo habitual. Muchos proyectos editoriales empiezan por ese encanto que tiene, pero son pocos los que pueden hacer y sobrellevar ese esfuerzo personal que requiere.