Texto: Nicolás de la Barrera / Fotos: Natalia Marcantoni
En algún rincón perdido del universo o en más planetas de los que pueda imaginarse, hay vida extraterrestre. De eso está convencido Pablo Mauas, físico y director del grupo de investigación de Física estelar, exoplanetas y astrobiología en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE).
Su oficina es pequeña. Hay libros, una computadora, un pizarrón y no mucho más. Como en cualquier lugar de trabajo. De su escritorio, Mauas saca un viejo diario universitario: “¿Hay alguien ahí?” pregunta el título de una nota que aborda el interrogante de si hay vida fuera de la Tierra. En la bajada se da cuenta de que la nota lleva el testimonio de Pablo Mauas y el de “un especialista”: Fabio Zerpa. El recuerdo anecdótico sirve para aclarar: cuando Mauas habla de vida extraterrestre no piensa en ovnis o seres de cabeza grande y cuerpo delgado de piel gris. Más bien, como ocurre en el campo de la astrobiología en general, apunta a la vida que ya conocemos dentro de los límites de nuestro planeta -el único modelo a mano para salir a buscar organismos vivos en otros mundos-, y bajo qué condiciones podría originarse en otras partes del universo.
Una mañana, en el IAFE -en Ciudad Universitaria-, Mauas cuenta que de la investigación de las estrellas M -muy parecidas al sol-, y de la búsqueda de exoplanetas (los planetas ubicados fuera del sistema solar) surgió la posibilidad de comenzar a indagar en las posibilidades de que la vida se origine más allá de la Tierra.
“A partir de ahí surgió todo el tema de astrobiología. Nosotros primero lo hicimos mas astro que bio, digamos, usando lo que se llama principio de mediocridad, que es una cosa muy clásica de la astrobiología, que dice esencialmente que la Tierra es mediocre, o sea que no hay nada excepcional y que si conseguís las condiciones más o menos similares a las de la Tierra…”
-¿Indefectiblemente se va a producir vida?
-No indefectiblemente, pero que la probabilidad es muy alta y que entonces, si tenés condiciones más o menos similares, probablemente se va a generar la vida de la misma manera en que se generó en la Tierra. Nosotros dijimos que si un planeta recibe mucha más radiación de la Tierra se va a salir del rango de habitabilidad y si recibe mucha menos, también. Mucha más dañaría el ADN y con mucha menos no habría la energía necesaria para generar las primeras reacciones químicas que generan las moléculas. Por otro lado, también es necesaria la energía para las mutaciones y para que haya evolución. A partir de ahí dijimos, bueno, está bien, ¿pero por qué no hacemos algo mejor y estudiamos el daño de la radiación UV en seres vivos, en bacterias esencialmente? Entonces ahí es que nos metimos en el área más biológica y surgió la parte del grupo que hace astrobiología.
-¿En qué momento de la búsqueda de vida fuera de la Tierra está la humanidad?
-Primero encontramos planetas gigantes y después empezamos a afinar la puntería y los mecanismos de detección y a hacer algoritmos que nos permiten buscar más profundo en los datos. Desde el 97, cuando encontraron el primer planeta, se encontraron, para tirarte un número, 1.500 planetas, debe andar en el orden de 1.500 -1800 planetas. Todos los días se descubren planetas. Un artículo que diga “encontré un planeta” ya no te lo aceptan, te dicen “chocolate por la noticia”. Llegamos a encontrar planetas que se parecen a la Tierra, a la distancia justa de las estrellas como para tener una energía parecida a la que tiene la Tierra a esta distancia del sol. Entonces vemos que las condiciones necesarias para que se desarrolle vida deben ser muy comunes en el universo. Ahora el próximo paso es: ¿y cómo nos vamos a dar cuenta si un planeta si tiene vida? Vida, no inteligencia. Entonces está todo lo que se llama biomarcadores, una rama de la astrobiología que trata de decir qué tenemos que mirar para detectarla.
«Todos los días se descubren planetas. Un artículo que diga “encontré un planeta” ya no te lo aceptan, te dicen chocolate por la noticia»
-¿Y qué es lo que debería detectarse?
-Bueno, habría que detectar oxígeno, que en la Tierra es de origen biológico y fue generado por fotosíntesis. Lo más fácil para detectar oxígeno es detectar ozono. Entonces si yo pudiera observar el planeta, sacarme la estrella de encima, y detectar el ozono, entonces detectaría vida.
-¿Y es posible detectar ozono?
-No llegamos a buscar. Lo único que podemos hacer es observar. En el espectro electromagnético podemos buscar radiación X, ondas de radio, pero todo lo que hace la astronomía es observar luz, salvo las ondas gravitacionales. Un planeta para tener vida tiene que estar relativamente cerca de la estrella pero si está muy cerca, como el planeta no emite mucha luz, la estrella nos encandila. Entonces es como ver una luciérnaga puesta a medio centímetro de un reflector gigante. Tecnológicamente es muy difícil. Los planetas que se han observado, en general son planetas que están muy lejos de la estrella y que son muy calientes porque tienen mucha masa, son muy grandes, y de alguna manera emiten un poquitín de luz. Son planetas gigantes tipo Júpiter. Nosotros no necesitamos planetas tipo Júpiter que no pueden tener vida o que pueden tener pero, en principio, no vida como la imaginamos. El problema grave que tenemos es que no es fácil ni va a ser fácil diseñar un instrumento capaz de, entre toda la luz de la estrella, detectar la luz del planeta. Hay algunas maneras indirectas, por ejemplo, estudiando tránsitos -cuando el planeta pasa por delante de la estrella-. Cuando la luz atraviesa la atmósfera del planeta (si la tiene), entonces uno podría, yendo a buscar señales, ver las variaciones de luz que vienen de la estrella porque el planeta está delante. Y cuando no está adelante, decir “ah, esta variación se debe al planeta”, y de ahí inferir algo sobre la atmósfera. Por ahora lo que se ha hecho con eso es muy, muy grueso y no da para detectar líneas de ozono.
«Si me preguntás cuál es la probabilidad de que haya vida, yo creo que es muy alta, te diría que del cien por cien, que en algún lado hay. ¿Cuánto falta para que nosotros la detectemos? Ahí soy mucho más pesimista»
-El día que se anuncie que se encontró ozono en la atmósfera de otro planeta, ¿va a ser una certeza de que ahí va a haber vida o va a haber que mandar una sonda?
-Mandar una sonda olvídalo, porque cualquier lado está demasiado lejos. Bajo ciertas condiciones el ozono podría producirse por reacciones químicas que no tienen que ver con un origen biológico. Eso es algo que hemos demostrado con un trabajo hace un par de años, por lo que tendríamos que investigar si esas ciertas condiciones podrían darse, que tienen que ver con la radiación que viene de la estrella, entonces eso es toda una motivación para estudiar las estrellas. Pero no tenemos los instrumentos observacionales, y ni siquiera los telescopios más grandes que se están construyendo van a tener esa capacidad, o sea, vamos a tener que esperar una generación más de instrumentos para estar en condiciones de observar algo. Y aun cuando lo observemos, después científicamente habrá toda una etapa en la cual vamos a tener que discutir si eso que observamos y que parece una señal de vida es una señal de vida fuera de toda duda.
-Con frecuencia aparecen las opiniones de distintos científicos que pronostican que se descubrirá vida en los próximos 20 o 30 años. ¿Cuál es la tuya?
-Bueno, yo soy bastante más pesimista. No creo que en 20 o 30 años podamos decir con certeza que en tal planeta hay vida. Si me preguntás cuál es la probabilidad de que haya vida, yo creo que es muy alta, te diría que del cien por cien, que en algún lado hay. ¿Cuál es la probabilidad de que nosotros la detectemos o cuánto falta para que nosotros la detectemos? Ahí soy mucho más pesimista. Creo que falta mucho, que estamos lejos tecnológicamente de poder sacar de tanto ruido una señal. En el sistema solar -porque esa es otra rama- hay algunos entornos en los cuales podría haber vida, muy primitiva claramente, y a lo mejor ahí sí podríamos mandar una sonda. Por ejemplo, en Encélado, en Titán, en alguna zona de Marte no es descartable que bajo la corteza -yo por lo menos considero que no sería descartable- podamos encontrar algo. En esos entornos me parece bastante menos probable que haya vida, pero en caso de que la haya es bastante más probable de que la detectemos. Y yo siempre digo que la astrobiología es un juego de probabilidades, y uno busca donde es más probable encontrar.
-¿Qué sucede con la búsqueda de vida inteligente?
-Una cosa es cuál es la probabilidad de que haya vida, y yo te digo cien por ciento, o 99,9 por ciento de que haya vida, no necesariamente inteligencia. Yo no tengo muchos elementos para considerar que la vida va a evolucionar a inteligencia sí o sí. Hay toda una serie de consideraciones distintas.
-¿Es un tabú hablar de vida extraterrestre a otro nivel?
-No, yo no creo que sea un tabú, me parece que es mucho menos probable, es como una especie de embudo. Tenés que empezar a tener distintas condiciones, y no sabemos cómo se originó la vida acá, así que imaginate si queremos ir a ver si se puede originar en otros planetas. La vida acá se generó prácticamente en forma instantánea después de que se formó la Tierra. Prácticamente en cuanto se dieron las condiciones y ni siquiera, porque la Tierra era muy caliente. O sea, eso te da una idea, o a mí me hace sospechar, que es muy probable que en cuanto se den las condiciones, alguna reacción química por algún lado, alguna cosa aleatoria, genere el primer organismo vivo.
-Pero…
-Ahora, para que eso evolucione en un organismo más complejo, ya tiene que darse toda una cadena de casualidades que vayan produciendo la evolución y la inteligencia y que esa inteligencia llegue a un nivel tecnológico. Está la ecuación de Drake, que hace el producto de muchas probabilidades, que fue desarrollada para calcular cuál es la probabilidad de que haya una inteligencia. La primera probabilidad es que haya un planeta de tipo terrestre a la distancia adecuada del sol. Esa sabemos que es alta. La última es que una inteligencia no se autodestruya. ¿Cuánto dura una inteligencia en tener capacidad tecnológica antes de tener la bomba atómica y hacerla explotar? ¿O en calentar globalmente el planeta y generar desastres? ¿Cuántos años hace que la humanidad está en condiciones de emitir radiación de radio como para comunicarse, cien años? ¿Y cuánto años más vamos a estar en condiciones de comunicarnos antes de que metamos la pata y hagamos saltar todo?
-La búsqueda de vida extraterrestre se hace a partir de lo que se sabe de la vida en la Tierra. ¿La astrobiología, entonces, es también una forma de mirarnos y conocer más de nosotros y lo que nos rodea en este planeta?
-Puestos más en algo filosófico, claramente. Por empezar, te diría que el que estudia el origen de la vida en la Tierra a esta altura del partido está haciendo astrobiología, que por ahí hace 30 años no lo asumía. Una de las revistas científicas de la astrobiología se llama Origins of life. Todo lo que tiene que ver con lo que es el origen de la vida y cómo se produce la evolución, con la interacción de la vida con la atmósfera del planeta, tiene que ver con la astrobiología. Después, por supuesto, está la pregunta del millón, que la filosofía se viene haciendo desde tiempos inmemoriales: ¿estamos solos en el universo? ¿Somos una especie privilegiada porque somos los únicos o así como estamos nosotros acá existen otras tantas especies?
-Según la teoría de la panspermia, la vida llegó a la Tierra desde el espacio. ¿Qué opinión te merece?
-Para mí no hace más que mover el arco. La teoría de la panspermia dice que la vida se originó en otro lado y vino a la Tierra. Bien, ¿y cómo se originó en otro lado? Hay muchos estudios de bajo qué condiciones la vida puede transferirse de un lugar a otro, y sobrevivir en el vacío y en los niveles de radiación ultravioleta que encontraría en un viaje interplanetario, pero para la pregunta de cómo se originó la vida la panspermia no me resuelve nada. Ni siquiera tenemos una definición exacta y consensuada y estamos todos de acuerdo acerca de qué es la vida.
«Todo lo que tiene que ver con lo que es el origen de la vida y cómo se produce la evolución, con la interacción de la vida con la atmósfera del planeta, tiene que ver con la astrobiología»
-¿Existe la ansiedad por querer llegar a un resultado positivo?
-No sé, supongo que es más variable de una persona a la otra. Yo creo que probablemente no voy a ver señales de vida concretas, así que en ese sentido no soy demasiado ansioso. También tiene que ver probablemente con el lugar de la biósfera científica en el que uno está, en el sentido de que no es lo mismo si trabajás en el instituto de astrobiología de la NASA, en permanente contacto con los tipos que diseñan los instrumentos que van a viajar a Marte. Entonces estás mucho más prendido de los resultados concretos de un experimento que lo que podemos estar nosotros. Me parece que nosotros estamos más afectados con el día a día, de ver cuántos ingresos a la carrera del Conicet va a haber y cuál es la probabilidad de que nuestro becario ingrese y no tenga que irse a trabajar a la industria, y lo digo concretamente.
Como ocurrió el año pasado, el ingreso al Conicet es nuevamente una fuente de incertidumbre para miles de becarios que buscan ingresar a la carrera de investigador en el organismo de ciencia y tecnología. Días atrás, cientos de jóvenes científicos se manifestaron en contra del recorte a los ingresos en la puerta del Polo Científico. Pero el problema no es nuevo, y se suma a las polémicas de años anteriores.
“Hace un año hubo todo una discusión, cuando el ministro (Lino Barañao) salió a decir que cómo iba a haber un grupo que hiciera historia medieval en la Argentina. ¿Y por qué no va a haber un grupo que haga historia medieval en la Argentina? Se las agarraron con las ciencias sociales y ahora quieren recortarle plata al Conicet. En este momento no hay una discusión acerca de que en el Conicet se investigan tonterías. pero hace un año hubo esa discusión”, dice Mauas.
-Uno de los cuestionamientos a los números de nuevos ingresos a la carrera en el Conicet es la cantidad de cargos que habrá para lo que se etiqueta como ciencia básica.
-Ahora no hay una discusión sobre si esta rama o aquella merecen ser estudiadas, que hubo hace un año, pero es cierto que de alguna manera están recortando y devaluando el número de ingresos a la carrera que quedarían para la ciencia básica. Lo que quieren hacer, por lo menos, es la resolución del directorio, es dividir los 450 ingresos de la carrera en tercios. Solo un tercio sería para la investigación básica, áreas generales digamos, un tercio sería para áreas prioritarias y otro tercio sería para universidades del interior, que no está muy bien determinado qué universidades, bajo qué condiciones, ni cómo se van a elegir. Pero además en otro llamado, hipotético, más adelante. Yo creo que ese llamado no lo van a hacer nunca.
-¿Qué efectos tiene esto a futuro?
-Quedan menos jóvenes, quedan pibes que no entran a la carrera o se van afuera o se van a trabajar a la industria, porque si no entran a la carrera de algo tienen que comer.
«Nosotros estamos más afectados con el día a día, de ver cuántos ingresos a la carrera del Conicet va a haber y cuál es la probabilidad de que nuestro becario ingrese y no tenga que irse a trabajar a la industria»
-¿A qué industria?
-Bueno, algunos conseguirán y otros probarán el taxi. En la época de Menem tuvimos una situación peor que ahora -espero que nunca lleguemos a eso- en la cual la carrera del Conicet estuvo cerrada durante varios años y nos costó muchos años recuperarnos. Hubo mucha gente muy valiosa que se perdió, que se fue a laburar afuera o se fue de la ciencia. Yo estaba afuera y tuve que esperar que acá abrieran la carrera para volver. Creo que eso es muy grave y cuatro, cinco o diez años de sequía pueden ser muy difíciles de remontar. En los 80, en latinoamérica, Argentina era en muchísimas ramas de la ciencia el país más desarrollado. Y ya no lo somos, en algunas todavía lo seremos, pero en otras nos superó Brasil de lejos, y en algunas ramas Chile o México.
-¿Podrías explicar la importancia de hacer ciencia básica?
-Hay una frase de Houssay, que es que no existe aplicación si no hay ciencia que aplicar. Cuando le preguntaron a Faraday para qué servía la electricidad, él dijo para qué sirve un niño recién nacido. Y creo que a nadie le puede caber ninguna duda de para qué sirve la electricidad. El conocimiento no son compartimentos estancos, y las aplicaciones surgen a partir de las investigaciones, algunas con un poco más y algunas con un poco menos de aplicación en el horizonte cercano. Pero después, toda la ciencia termina siendo aplicada. Cuando se desarrolló la cuántica, a principios del siglo XX, nadie imaginaba una aplicación y hoy no tendríamos fotodiodos si no tuviéramos cuántica. Uno no puede decir hasta acá se aplica, a partir de acá son tonterías. Todo está relacionado y el que estudia los agujeros negros y el que estudia las ondas gravitatorias pueden responder problemas que después van a servir para que otros respondan problemas un poquito más abajo, y que eso termine siendo aplicado en algún otro lado. A mí me parece que esa separación de ciencia pura y ciencia aplicada es falsa, es artificial y no lleva a nada.
Si te gustó esta nota, ALMAGRO te recomienda que leas la entrevista a Mariano Ribas, coordinador del área de divulgación científica del Planetario de Buenos Aires.