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Texto: Inés Ripari | Fotos: Lucía Dellacha

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Paula Trama: “No hay potencia sin comunidad”

Paula Trama dice que ya no escribe poesía. “Dejé de escribir porque sentía que leyendo no pasaba nada y cantando pasaban cosas. Y si a la gente no le pasa nada, a mí tampoco”, explica, “necesito dialogar con la energía del otro”. Compositora, cantante y guitarrista de la banda Los Besos y el dúo Susi Pireli, Trama es una de las voces más potentes del under. Sin embargo, muestra un ego volátil, paciente para encontrar respuestas y alejado de los fresneles. “No hay potencia sin comunidad”, dice, y aclara que no le interesa para nada montar una carrera musical: es profesora de literatura y hace canciones.

 

-¿De qué hablan tus letras?

-Sé que hablan pero no se si hablan de algo en particular. Expresan, hablan a veces de otras canciones, siempre hay una idea que estructura esa manera de hablar. Pero si hay que hacer una síntesis de un sentido, se vuelve un poco forzado, ¿no? Eso está más en la escucha. ¿Para vos, de qué hablan?

 

-Creo que justamente son atractivas porque generan sentidos disparados para distintos lugares. 

-El otro día, Ivo Colonna -parte del dúo Bife- me decía que para él no era español, que había algo en la sonoridad y en el fraseo que hacía que no pudiera definir dónde empezaban y dónde terminaban las palabras. Y para mí eso tiene que ver con estar hablando por otro motivo que el de comunicarse. Es una manera de disfrutar las palabras. Tiene como ese exceso de estar montado en una frase pero sin querer decir “bueno, pienso esto”. Aunque a veces hay algunas ideas que me conmueven, aforismos reelaborados o cosas así. Como en el caso de “Copia Viva” (Mira cómo suena / ¿Te suena conocida? / Es copia viva / De otra canción de amor), por ejemplo. Hay algo ahí como una declaración de principios, por decirlo de alguna manera.

 

-¿Y cómo llegás ahí?

-La composición tiene que ver con una acumulación de determinadas experiencias. También con una escucha. Hay períodos de escucha que son obsesivos. Soy de discoteca chica: hay un archivo reducido de cosas que me gustan mucho, a las que vuelvo constantemente. Muchas veces tiene que ver con que eclosiona esa escucha con alguna cosa que está picando. Hace poco contaba el caso de “Sus palabras”, que es el primer tema de “Matemática Sentimental” -quinto disco de Los Besos, lanzado en octubre del 2019-. Ese tema nace como una frase escuchada a Diana Sacayán en una entrevista en la que ella habla de una canción de otra banda. Hay algo de la síntesis de la frase (Vos te reís de mí / yo me río de vos / pero ella se ríe de los dos) que es como una lanza. El efecto es como que pesca algo y trae un montón de cosas. Pero no me acuerdo del momento exacto de la aparición del primer trazo de la canción. Sí me recuerdo ampliándolo.

 

-¿Lo diferenciás de la escritura de otro tipo de géneros?

-Casi no escribo por fuera de las canciones. Hay una editorial que se llama Neutrinos, de Rosario, que está queriendo editar dos libritos de poesía que saqué entre el 2010 y el 2016, y como era poco, querían agregar una plaqueta -pequeña publicación de bajo costo- que escribí antes de eso. Todo el material se lo tuve que pedir a otra persona porque no tengo un archivo propio. Es un poco sintomático. Creo que hay algo muy mío de bajarle el volumen a eso. Como si no hubiese apropiación… No por no valorarlo. Creo que me cuesta mucho construir desde la soledad. No creo en esa cosa de la carrera profesional. Es contradictorio porque soy una persona muy solitaria. No tengo hermanos. Hay algo de una construcción propia desde el estar sola, pero en mi inserción en el mundo necesito compañerxs.  


 "A mí nunca me interesó la masividad. Me conmueven ciertas pequeñas comunidades y la posibilidad de estar hablando con personas que siguen mucho a la banda y que aportan más a lo que pensé por fuera del entretenimiento. Como no pienso la música como una realización laboral, me parece que va por ese camino"


-¿Cómo llevás esto de estar ocupando un lugar de exposición y de referencia para otrxs?

-No viene siendo un problema para mí. Pero sí siento que siempre las resonancias de la obra redirigen a una persona y lo que yo tengo para comunicar tiene que ver con la disolución personal en relación al trabajo común. La potencia con la que aparecen mis canciones en el mundo estuvo siempre vinculada con una interacción amorosa con un conjunto de personas que siguieron siendo público y que muchas veces me acercaron a las personas que son hoy mis bandas. Y a partir de mis bandas es que trabajo y sigo haciendo canciones. No hay potencia sin comunidad. Es un poco ese mi leitmotiv

 

-¿Creés que ese salto se vio musicalmente con la explosión de “Copia Viva”?

-Para mí lo conmovedor de la música es que llegue cuando tiene que llegar. “La cascada de tu pelo enredado” es una canción que compuse en el 2011 y llegó con fuerza siete años después. Podría llegar cuando muera. El sentido trasciende a los humanos. Eso es lo que me conmueve de la música. Por un lado, la sensación de estar dialogando con tu época. Y por otro lado, esa resonancia del momento en el que llegan las cosas. Y el sentido de que lleguen es sentir que estás teniendo algún diálogo con tu época y, si ese diálogo es entre cien, y bueno. A mí nunca me interesó la masividad. Me conmueven ciertas pequeñas comunidades y la posibilidad de estar hablando con personas que siguen mucho a la banda y que aportan más a lo que pensé por fuera del entretenimiento. Como no pienso la música como una realización laboral, me parece que va por ese camino. Hay casos buenísimos de artistas que están encarando un laburo masivo. Hablo particularmente de mujeres y disidencias que buscan ampliar cada vez más el público. Ese es un rol social al que yo no puedo aportar pero me parece buenísimo que alguien lo haga. Porque a cuantas más personas les llegue la obra de un artista trans o de una lesbiana, mejor. Es un camino heroico encarar en esa dirección en un mundo tan feo. 

 

 

-¿Qué querés de la música?

-No, ni idea. Intento que haya una potencia contracultural en Los Besos. Si hay un intento de algo, es eso. Es una suerte de pensamiento activo a la hora de componer, de pensar la difusión, la estética, la tapa. Pero hago canciones, qué se yo. No hago muchas cosas bien. Soy docente y hago canciones. Después, en el resto de las cosas, no apruebo. Cuando empecé a hacer canciones no había muchas lesbianas visibles. Estaban Paula Maffia, las Kumbia Queers... Hice “Destino” en el 2018 y la reacción era: mirá qué graciosa esta canción de lesbianas. Pero también era muy distinto el contexto. Antes escribía poesía. Dejé de escribir porque sentía que leyendo no pasaba nada y cantando pasaban cosas. Y si a la gente no le pasa nada, a mí tampoco. Necesito dialogar con la energía del otro. Tengo esa limitación que me lleva a determinado tipo de manera de moverme. Disfruto mucho más de un recital que tiene esa dinámica de la gente parada arengando en un espacio que no suena tan bien pero es a precio popular. Y a Los Besos y a Ine (Copertino) en Susi Pireli también les pasa lo mismo. Nos estamos moviendo entre personas que tienen un código de sensibilidad parecido.


 "El rol de meterse en el mercado, en la bolsa llena de mierda, para romper esa cúpula es un laburo recontra importante porque eso no lo quiere hacer nadie. Hay que tener muchos ovarios de verdad"


-¿Por qué se nombraron Los Besos?

-Le puse Los Besos porque era lo más simple que se me podía ocurrir y era un poco obvio. Siempre me atrajo eso de que algo muy fácil puede ser inolvidable. Inicialmente éramos Paula y Los Besos.

 

-¿Y por qué sacaron el Paula?

-Y, seguramente por todo lo que venimos hablando. Sacamos un doble EP que grabamos en la Confitería El Molino cuando estaba ocupada. Era un momento muy rústico de la banda. También había algo super performático de todo el tiempo estar en alguna aventura, que es algo que es un poco nuestra felicidad. Creo que cuando terminó ese disco hubo un quiebre estético porque apareció la sonoridad de la banda. También tiene algo medio nostálgico. Pensé que iba a haber cien bandas que se llamaran Los Besos. No hay otra.

 

-¿Cómo es compartir un proyecto con tu pareja?

-No, es al revés. ¿Qué onda cuando formás un proyecto y te das cuenta que esa persona es tu pareja? Ine es mi primera novia música. “Helados verdes” es el disco que compongo después de conocerla y para mí es el primero intrínsecamente musical de Los Besos. Hay algo de la aparición de Ine que me vuelve a la materia musical. Yo soy de las ideas, de las frases, de pensar. La música es como si fuera una consecuencia de la vorágine de tener que transmitir una cosa. Con Ine y Susi Pireli como expresión de eso, la materia musical está explorada al máximo. Y tiene que ver con la cotidianeidad de estar tocando, desayunar, ir a la compu, armar una base... Es una manera de disfrutar nuestro tiempo juntas. Pero en lo conceptual para mí es re importante porque yo nunca me puedo terminar de parar en las cosas. En Los Besos hay una cosa que va toda junta y para adelante. En Susi, en cambio, se siente la parte de laboratorio, que es de Ine, y hay un espacio sonoro tridimensional. Es un proyecto en el que lo conceptual y la sensibilidad musical van de la mano. Hay más tiempo y más escucha en Susi Pireli. La ansiedad en Los Besos es compartida y, como somos muchos, se va licuando. 

 

-¿Cómo es ser música, mujer y lesbiana?

-Pienso en que agregaría algo más para poder pensarlo con más claridad. ¿Cómo sería ser mujer, música, lesbiana y pobre? Porque si hay una zona de privilegios que tenés restringida culturalmente siendo lesbiana y mujer, por fuera de la clase media, es la invisibilidad total. Hay unas condiciones de producción mínimas y de posibilidad que se fueron transformando con mucho trabajo. Son procesos lentos y es muy hostil el ambiente. Yo soy un poco novata en el sistema de producción de discos pero hay que revolver para encontrar una piba. Por suerte hay lugares en los que la técnica es toda de pibas. En esto creo que no aporto mucho porque está re dicho, si hay que hablar de cupo trans está asperísimo. En todo lo que es componer, tocar, ensayar, podés vivir en una especie de tupper y subsistir muy bien siendo una disidencia pero en el momento de llegar al escenario se te hace cuesta arriba. Y yo soy una privilegiada siendo mujer y lesbiana en relación a otras expresiones de género y de clase. Tener en mente los privilegios, lo vuelve todo más sórdido aún. Está buenísimo que haya pibas que se meten con el mainstream y luchan para que se muevan las bateas. El rol de meterse en el mercado, en la bolsa llena de mierda, para romper esa cúpula es un laburo recontra importante porque eso no lo quiere hacer nadie. Hay que tener muchos ovarios de verdad. Pero no es posible fingir eso, tu pulsión tiene que estar ahí. Hay que darle la mano a esas personas porque está buenísimo. Y bueno, hay un montón por hacer.

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17/05/2024