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Texto: Lucas Villamil | Ilustración: Sofía Martina

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Noche border en Buenos Aires: la vida de un taxi boy

 

“Estaba cagado de hambre y necesitaba laburo. Una vez pasé caminando por Santa Fe y Pueyrredón y me enteré que había pibes trabajando, y a la noche siguiente ya me fui a laburar. Siempre me acuerdo el primer cliente: un tipo de unos cincuenta años en un auto rojo, pelo casi por los hombros, me llevó a provincia. Esa fue la primera vez que laburé, con un poco de miedo porque no conocía Buenos Aires y tampoco conocía de qué se trataba el tema, ¿viste? Se me juntaron un montón de cosas”.

Pasaron diez años desde que Mariano Robledo se prostituyó por primera vez. Estaba recién llegado a la ciudad de Buenos Aires desde su Quiroga natal, un pueblo de poco más de mil habitantes en el partido de 9 de julio, provincia de Buenos Aires. No tenía plata, dormía en un hotel de San Cristóbal y comía lo que encontraba en la calle. En ese momento ya había tenido sexo con hombres, pero nunca lo había hecho por plata. Entonces se transformó en escort, gato… taxi boy.

-¿Ahí viste que era más o menos fácil y arrancaste?

-Te aclaro una cosa porque creo que la gente está muy confundida. Es plata rápida, pero no es un laburo fácil. Te toca cada cosa… es más, hay situaciones que hasta ponés en riesgo tu vida, ¿viste?

-¿Qué cosas te pueden pasar?

-Podés ir en cana, te puede dar una sobredosis con la droga, te pueden robar y hasta te pueden matar. O sea, te puede pasar cualquier cosa.

-¿La droga es inherente a este trabajo?

-Hoy en día sí porque hay clientes que te llevan específicamente para que vos tomes con ellos, más allá de que haya sexo o no. Llegás a estar dos días tomando con el cliente, se crean situaciones a veces muy tensas. Hoy en día lo estoy dejando de hacer, lo estoy haciendo con algunos clientes que ya conozco de años, pero con clientes nuevos no porque prefiero estar tranquilo, con un cliente más o uno menos no voy a ser ni más rico ni más pobre.

-¿Qué precauciones tomás para evitar el contagio de enfermedades?

-Y… me tengo que cuidar, me tengo que cuidar porque la mayoría de la gente que vas tienen los retrovirales arriba de la mesa de luz. Y… o sea, con la perversión que tienen, si te pueden contagiar te van a contagiar. Es así. Yo me hago análisis cada tres meses y los obligo a usar preservativo, lógico. ¡Ojo, que en algunas veces no me he cuidado! Pero hoy en día, sí.

 

Hace tiempo que Mariano dejó de trabajar en la calle. De hecho, dice que los lugares de trabajo callejero desaparecieron, ya casi no existen. Ahora todo se hace desde la comodidad de internet. Mariano tiene su perfil en los sitios Soytuyo y Ratones. Jesús, dotación 18 x 5 cm, activo participativo. Sólo domicilios y hoteles. Atención a hombres, mujeres y parejas. No atiendo números privados ni respondo mensajes de texto (SMS).

-La publicación es cara, pero con uno o dos clientes que sacás ya lo pagas. Eso es una lotería porque al cliente le tiene que gustar tu foto, si no no te llama nadie. Pero yo, como ya conozco los morbos de los clientes ya sé qué fotos poner. Ellos tienen la fantasía con el jugador de fútbol, el policía… entonces te vestís con ropa deportiva.

-¿Tenés ropa de policía?

-Sí, tengo varios clientes policías, entonces a uno le pedí la ropa. Cuando me visto hago el rol porque me lo piden, ellos están mentalizados que sos policía.

-¿Te gusta actuar?

-¿Sabés que sí? Te digo la verdad, me gustaría ser conocido, no sé si famoso como Juan Darthés, ponele, pero sí conocido por algo. Así sea conocido por taxi boy, pero conocido.

-¿Los clientes son mayoría hombres o mujeres?

-Por lo general son hombres, cuando hay alguna mujer es porque una pareja te contrata para hacer un trío, pero la mujer sola que llama es muy raro, nunca me llamaron. Por lo general te llama el marido para hacer un trío con la mujer.

-¿Ves alguna motivación particular en los clientes? ¿Qué es lo que buscan?

-Mirá, en el mundo gay yo descubrí algo… Hace diez años que estoy en esto y conozco el mundo gay desde las dos partes, siendo taxi boy y siendo otro gay más. Yo hoy no llevo una vida gay porque, te digo la verdad, con las cosas que vi y que conocí del mundo gay me repugnó y me traumó, ¿viste?



 

Pero yo a lo primero tenía conocidos gay, iba a boliches gay, salía con gays de onda, no siempre fue cobrando. Hasta que fueron pasando los años, los fui conociendo y me traumó el tipo de gente que son. Te digo la verdad.

-Pero tal vez es el ambiente gay que vos frecuentabas…

-Mirá, hay algo que te voy a aclarar, porque muchas veces me dicen… Es lo mismo el gay que vos conozcas como taxi boy, es lo mismo el gay que conozcas levantándolo de onda, es lo mismo el gay de la Recoleta que el gay de la villa. Es lo mismo. Es como los gitanos, por más que estén uno en cada punta del mundo conservan el gen, las mismas costumbres, la misma perversidad, la misma forma de pensar…

-No te caen bien.

-No, hoy en día creo que te diste cuenta que no. O sea, lo tengo que hacer por el tema de que es mi laburo, pero salir con un gay por onda, ni en pedo.

-¿Vos no sos gay?

-Mirá, te voy a contar algo muy curioso. Hubo un tiempo de mi vida que yo creía que era gay. Es más, hasta soñaba con estar en pareja con un tipo. Pero a medida que los fui conociendo quedé traumado, ni en pedo. O sea, no me considero gay ni hetero, hay algunas prácticas homosexuales que me gustan más allá de la plata, pero no me considero gay porque no tengo amigos gays, no tengo conocidos taxi boys, no tengo conocidos travestis, ni siquiera hago amistad con los clientes… Y más allá de mi laburo, yo salgo de estar con un cliente y es una vida totalmente normal. En mi círculo de amigos nadie sabe que laburo de esto y pienso que el día que deje de hacer este laburo nunca más voy a tener relaciones con otro tipo, más allá de que hay algunas prácticas con otros tipos que me gustan. Es mentira el taxi boy que te dice que es por la plata y nada más, alguna práctica te tiene que gustar, más allá de que no te vayas a poner en pareja con un chabón.

-¿Te referís a alguna técnica en especial?

-Exactamente, pero no me gusta aclarar.

-No te referís a un tipo de cliente.

-No no, es algo personal, o sea, son morbos personales que cualquier persona tiene.

-Mencionabas a tu círculo de amigos… En general uno se hace amigos en el trabajo, en el pueblo, en la infancia… ¿Vos de dónde los conocés?

-El taxi boy está muy ligado a la calle… Mirá, el gremio que están las prostitutas está en la CTA, pero nosotros somos como trabajadores excluídos… Por lo general yo me junto con gente de la calle. Cuando yo me vine acá y me quedé solo, la gente de la calle fueron mis amigos y fueron mi familia. O sea, de ir a comer a los comedores, de estar en la calle, es con la gente que me junto y con la gente que me siento bien.

-¿Por qué pensás que los taxi boys no se organizan para tener los mismos derechos que cualquier trabajador?

-Lo que pasa es que hay diferentes tipos de taxi boys. Hay algunos que lo hacen desde hace años y por ahí están un tiempo y desaparecen, otros no viven de eso únicamente, otros que más allá de la plata son homosexuales y les gusta… Pero nunca hubo una organización. Aparte, los taxi boys, a diferencia de las mujeres, admiten que son taxi boys adentro del ambiente gay, pero afuera no. Es lo mismo que me pasa a mí. Por eso es muy complicado. Si vos te organizás, te agrupás, ya es como que levantás una bandera. Las mujeres no tienen problema, pero nosotros sí.

"Cuando yo me vine acá y me quedé solo, la gente de la calle fueron mis amigos y fueron mi familia"


 -Preferís seguir llevando una doble vida sin levantar la perdiz. -Mirá, no sé si es doble vida. Esto hoy en día lo hago como algo laboral únicamente, por la plata, pero fuera del laburo no tengo relaciones homosexuales, o sea que no sé si es una doble vida.

 

 

-¿Es un trabajo que da buena plata?

-Hay temporadas que sí y temporadas que no. Hubo temporadas muy buenas. Te aclaro que tuve laburos legales, en blanco. Laburé en mayoristas, supermercados, en kioscos, laburé de seguridad… Tuve un montón de laburos pero me reditúa más esto. Hoy un albañil por ahí está doce horas rompiendose el culo por quinientos mangos, y capaz que vos en quince minutos te hiciste setecientos ochocientos mangos. Lo que gana una persona en un día de trabajo vos lo hacés en quince minutos.

-Y si te quedás dos días tomando merca me imagino que te vas hecho.

-Sí, si querés te muestro una foto. (Mariano saca el celular y me muestra: en primer plano, un nutrido fajo de billetes de cien dólares; atrás, su rostro algo desencajado). Mirá, dos días tomando.

 

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-Tenés buenos clientes…

-Si. No es que constantemente aparecen clientes nuevos. Aparecen, pero está bueno cuando conservás alguno, también, porque ya sabés que cuando te llaman vas a lo seguro.

-Me decías que no tenés amistad con los clientes, pero imagino que cierto afecto por alguno, tenés…

-No. Mirá, tengo un cliente que es el más antiguo que tengo, hablo a cada rato con él. Lo conocí en la calle, Santa Fe y Pueyrredón, hace años, cuando recién empecé. Debe tener unos sesenta años. Casi todos los días voy a su casa, más allá del servicio me quedo con la computadora, a tomar un café, charlamos, le cuento mis cosas, me cuenta las de él, pero no hay un afecto porque por más que yo lo conozca y comparta otras cosas de fuera del laburo no siento afecto porque yo ya sé que es por la plata.

-Es una compañía nomás.

-Exacto. Es más, a mí me gusta tomar merca pero si no fuera porque está la plata de por medio tampoco iría. O sea, a mí me gusta la merca para tomarla solo o con mis amigos. Te digo que ni siquiera me inspiran afecto para ir a tomar merca gratis.

-¿Y a ellos no les pasa nada? ¿No sentís que algún cliente se enamora?

-No, eso se los aclaro a muchos clientes. Hay una especie de perversidad con ese tema porque muchas veces quieren enamorar al pibe o hacerle creer que están enamorados para que vos tengas sexo gratis. O como las mentiras que me decían cuando yo llegué a Buenos Aires, que te querían hacer creer que te iban a pagar un departamento, que te iban a hacer estudiar, que te iban a conseguir un buen laburo, y es todo mentira, es chamuyo para que vos vayas a estar con ellos gratis. Aparte, una cosa: yo cuando hablo de todos los temas hablo de la experiencia, no hablo ni de que me contaron o de la suposición, hablo de la experiencia. No sienten cariño ni amor por nadie, lo que sienten es atracción sexual, nada más, no sienten afecto. Está claro que van a estar tres o cuatro veces con vos y después te van a cambiar por otro.

-¿Salís con mujeres por fuera de tu trabajo?

-Sí, yo te vuelvo a repetir, por fuera de esto llevo una vida totalmente normal, no estoy en pareja, pero sí.

-¿Te ves en pareja?

-Yo sé que si termino mi vida acompañado va a ser con una mujer. Ni sueño estar con otro chabón, alguna vez lo quise pero hoy en día se me fue de la cabeza.

-Si salís con una mujer que te gusta, te interesa, ¿le contarías todo?

-Mmm… quizás sí. Depende qué tipo de mujer sea. Te comento una historia. Hace dos años yo fui a vivir a un alquiler y me puse en pareja con una mina y se me dio la confianza, enseguida le empecé a contar. Y ella reaccionó diez puntos. Es más, después de que yo me separé de ella, a los quince o veinte días empezó a trabajar de prostituta. Porque yo le decía: “cómo puede ser que estés trabajando todo el día en un kiosco al rayo del sol por 150 pesos las doce horas”.

-¿Te hace algo de ruido trabajar de taxi boy?

-Muchas veces, cuando me preguntan de qué trabajás he tenido la necesidad de contarlo porque para mí ya no es un tabú. Es mi laburo, pero no se lo podés contar a nadie. Me cuesta contarlo porque va muy ligado a tu sexualidad, enseguida me catalogan como puto y yo no me considero gay.

-¿La relación con tu familia se cortó cuando te viniste a Buenos Aires?

-Un poco después. Mis viejos se enfermaron, mi vieja falleció, tengo una hermana que nunca fue muy buena la relación, que hace años que no se nada de ella. Lo único que me queda es mi viejo, que está en un asilo de allá. Tengo ganas de cuando pueda ir a verlo, porque mi vieja falleció en septiembre y hacía cuatro años que no la veía. No fue por una enemistad sino por otras cosas. Mi vieja se enfermó y la última vez estaba en un estado tan deplorable que yo no la quise volver a ir a ver. Tenía Alzheimer, me preguntó quién era, eso fue lo que me traumó y por eso no la quise ver más. Pasaron tres años y en septiembre me avisaron que falleció. Ni siquiera fui a despedirla. Me dolió muchísimo. Hay muchas cosas que me arrepiento, por ejemplo no haberme quedado con ellos cuidándolos. Es un cargo de conciencia que lo voy a tener siempre, pero en el momento uno es más pendejo, no piensa, te querés venir acá porque tenés sueños. Nadie viene del interior diciendo “voy a prostituirme”. Todos teníamos una meta totalmente distinta a esta.

-¿Cuál era la tuya?

-Yo allá laburé en una radio doce años, era mía la radio. Venía con el hecho de ponerme a laburar, estudiar y laburar en una radio o tener mi propia radio como allá, pero la ciudad me jugó una cosa totalmente distinta. Y vos sabés que más allá de los traumas que yo tengo con el mundo gay y las cosas terribles que he vivido, nunca me arrepentí de este laburo, si vuelvo a nacer lo haría de nuevo. No es mi vocación, me da asco hacerlo, pero si no hubiera sido por este laburo hubiera salido a robar, estaría en la calle, no estaría acá hablando con vos.

-¿Te da asco hacerlo?

-Sí. Hoy en día, siempre. Siendo que muchas veces me tocan pibes jóvenes, qué se yo, la hago más llevadera, pero no siento placer de hacerlo. Es más, cuando voy con un tipo, asi sea un pendejo, le pido para ir al baño quince minutos y me concentro en alguien que me gusta, en una situación que a mí me gustó. En el momento que estoy con el tipo me mentalizo de tal forma que ni veo con quien estoy, ¿viste?

-Me imagino que hay veces que si no hacés eso es imposible tener una erección.

-Es imposible, asi tomés viagra.

-¿Tomás viagra?

-No, antes tomaba. Ahora tengo esta práctica que me mentalizo en alguien que me gusta y te olvidás de la persona con la que estás, por más que estés con una mina, un tipo de 150 años o un gordo de 200 kilos, llega el momento y vos ni la ves a la persona. Entrás en una especie de trance y hacés de cuenta que estás con la persona que a vos te gusta. Yo hice ese sistema, no se si los otros lo harán.

-Gajes del oficio, ¿no? ¿Sos selectivo con los clientes?

-Hoy en día acepto lo que venga, lo que estoy esquivando es el tema de la droga. Clientes que toman droga tengo uno o dos que vienen de antes, pero por lo general lo estoy dejando de hacer.

-¿Te da para vivir bien?

-Si, nunca estuve en la calle, nunca me faltó plata.

-¿Podés ahorrar algo? ¿Te da, por ejemplo, para comprarte un departamento? -No sé si comprarme un departamento, lo que quiero cuando cambie este Gobierno es ponerme un kiosco y largar esto. Si quisiera, ya hoy lo puedo dejar de hacer, pero no me puedo arriesgar por la situación que está el país. Aunque a pesar de la situación, el laburo mio no bajó.

-Es algo que la gente no resigna. -No, jajaja, y gracias a los putos que son tan putos nosotros tenemos laburo.

 

Toda esta información me llega en apenas media hora de charla, un martes al mediodía en el bar La Academia, en el barrio de Congreso. Está claro que Mariano necesita hablar, y tiene mucho para contar. Ahora, mientras hacemos una pausa breve para pedir otro café, aprovecha para escuchar los mensajes que le llegaron y responderlos. “Hola, cómo andás, che, disculpame que justo estaba en una entrevista. Desde ahora en adelante tengo libre, no estoy ocupado, avisame cuando vos quieras, no sé en qué zona estás o por dónde te gustaría encontrarnos, vos me avisás media hora antes y nos encontramos”.

-¿A qué hora empiezan a contactarte los clientes?

-A cualquier hora. Yo laburo más de día que de noche, a la noche voy solo con los que ya conozco.

 -Hablaste hace un ratito de “cosas terribles” que te tocó vivir. ¿Estuviste en situaciones límite? -Sí, con el tema de la droga, por eso lo dejé de hacer. Hay gente que se pone violenta, se persigue. Ponele que estás un día consumiendo y de repente les pinta “andáte” y capaz que a las ocho de la mañana te tiran a la calle re duro. Hace poco un tipo me quería acuchillar, y eso que era un tipo que me conocía de antes. Es un tipo muy violento y le pinta todos esos morbos del sadomasoquismo, los golpes.

 

"Tengo varios clientes policías, entonces a uno le pedí la ropa. Cuando me visto hago el rol porque me lo piden, ellos están mentalizados que sos policía
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Yo, por más que esté una semana tomando merca no pierdo la conciencia, sé lo que me gusta y sé lo que está bien y lo que está mal. El tipo me quería cortar un poco, y si ya empezamos con eso… El otro día uno me confesó que su fantasía es llevar un pibe a la casa y que el pibe lo mate. Es más, me comentaba: “Muchas veces traigo pibes y al final no les quiero pagar, pero no porque no tengo la plata sino para hacerlos enojar y que me maten. Es más, a uno le ofrecí un montón de plata y le di un cuchillo para que me matara”. Vos fijate hasta dónde llegan, y eso que éste no había tomado droga. Imaginate si ese tipo toma merca, es un loco en potencia. Con todo esto que te cuento, ¿cómo no puedo estar traumado? Me han tocado jugadores de fútbol y boxeadores famosos que cuando estoy esperándolos en la cama del telo dicen “voy a tomar un saque en el baño”, y cuando te salen están vestidos de mujer. Aparte todos tienen familia y los ves en la tele, los ves jugando al fútbol y decís, “el más macho”.

-¿Sentís que la sociedad tiene un prejuicio grande con el trabajo sexual? ¿Lo condenan?

-Horacio Guaraní hizo una canción que se llama La Villerita, sobre una chica de la villa que es prostituta y el primero que la condena es un juez, pero es el que estaba enamorado de ella. A mi me pasó más o menos lo mismo, el que me puso en cana a mí fue un policía que se terminó enamorando de mí. O sea, él estaba enamorado de mí pero no sabía cómo llamar mi atención porque yo no le daba bola, y él no sabía que yo era taxi boy. Una noche me para para pedirme documentos, qué se yo, y ahí nomás me dice que quiere tener algo conmigo, y como yo no quise me puso droga en el bolsillo y llamó a un patrullero, me metió tres días en la comisaría 35, de Belgrano. Después me iba a esperar afuera del laburo, uniformado y todo. Yo laburaba en un shopping. Al final tuvimos dos encuentros sexuales, de onda, pero el tipo se había enamorado y me perseguía, me volvía loco con el teléfono, y aparte el chabón tenía familia. Es más, a veces yo estaba laburando en el shopping y él iba al cine con la familia, los nietos, todo, y yo lo veía pasar y me dolía porque me sentía usado.

-Con todas estas historias que te toca vivir, ¿no perdés el equilibrio mental cada tanto?

-Sí, sí, soy una persona muy depresiva. Necesito terapia, necesito terapia pero no he tenido posibilidad de hacerlo. Lo que me mata a mí es la soledad, lo que desencadena mi depresión es que estoy solo. Necesito tratarme porque no sé cómo no me he vuelto loco, ¿viste? Ni lo canalicé por el tema de las adicciones. Todo me da la pauta de que Dios existe y fue muy bueno conmigo.

 

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03/05/2024