“Hoy hay datos que son apocalípticos. Esos datos serían más que suficientes para cambiar nuestras formas de vida. ¿Qué hay detrás tan grande para que no reaccionemos?”. Esa pregunta parece el gran acertijo que guía a Elías Saez, director de cine y realizador audiovisual, que llevó adelante uno de los registros de la situación ambiental argentina más completas que se hayan documentado. Autosustentables es una serie de 13 capítulos y una película de 75 minutos que emitió Canal Encuentro a fines de 2019. A través de diversas voces y a lo largo de toda la Argentina, cuenta “los problemas ambientales que atraviesa nuestro país donde se atenta contra la vida, las causas, y también las soluciones”, describe Saez y agrega: “Queríamos demostrar que el cambio climático está”.
“Se trata de poner el amor en acción”, dice Adolfo Pérez Esquivel a la cámara en la presentación, en el single que rapea el artículo 41 de la Constitución Nacional: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo”. Biodiversidad, Agua, Agroecología, Alimentación Consciente, Semillas, Basura, son algunos de los capítulos que componen la primera temporada.
“En la puerta del Oráculo de Delphos, en el principio de esta civilización, dice ‘primero conócete a tí mismo’. Antes que nada. Es una advertencia. Si profundizás en otros pensadores o en otras religiones, como el sufismo, encontrás también la respuesta. Te dice: ‘el hombre está dormido, vive en un ensueño’”, parafrasea Elías, apasionado y caótico, como será la charla, apenas después de saludar y sentarse a conversar, unos días antes de que se determine el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, en su casa de Escobar.
-Como el Maya de los hindúes, “la ilusión”.
-Exacto. Y el primero que está dormido sos vos.
Elías creció en el campo, en Ameghino, provincia de Buenos Aires, fue a una escuela rural a la que iba a caballo con su hermano. Hizo la secundaria en un colegio pupilo industrial en General Villegas, las tierras de Manuel Puig. “Un lugar particular, es un cruce de rutas, la última línea de la segunda Campaña del Desierto. Tiene un contexto muy fuerte de tierra arrasada. De hecho, cuando arranco a estudiar cine hice un proyecto que se llama Alué basado en una historia que ocurrió en el campo donde me crié. Mi papá era el encargado, trabajaba para los dueños. Un día, dos de los empleados le dicen, ‘Alberto, encontramos dos muertos en la laguna’. Fue justo al mismo tiempo que Scilingo había declarado acerca de los vuelos de la muerte. Entonces, rápidamente el pueblo creyó que se habían encontrado a desaparecidos de la Dictadura. Se mandan a analizar a La Plata, pasan como 15 días de suspenso y se descubre que no, que eran cuerpos de 150 años y más también. Se descubre que hubo una gran matanza a costado de una laguna. Encontraron un cuerpo de 14 años muerto de un sablazo en la frente. La historia nuestra, directamente. No solo están los desaparecidos de la dictadura del 76, están estos desaparecidos también”. Los pueblos perseguidos y arrasados del granero del mundo. “De movida, en nuestra historia, todo es una tergiversación. La misma historia lo borra”.
-¿Qué pensamientos, sensaciones, ideas tenés frente a este momento de crisis social y ambiental?
-Tengo por momentos la claridad de entender que a esto hay que ponerle megáfono, como sea. El capitalismo o todo lo demás se disfraza constantemente. Te lleva al punto de que Coca-Cola te dice reciclate. Qué hijos de puta, cómo dicen esto, cómo permitimos eso como sociedad. En lo personal, toda la vida emprendí, siempre tuve la búsqueda de la independencia, y una productora responde a un modelo. Llamé a unos amigos, nos juntamos e hicimos Ruda Macho durante doce años. Eso mantuvo a nuestras familias, con eso me pude comprar esta casa, pero en un momento me empezó a hacer mucho ruido. No porque hiciéramos películas de guerra o cualquier mierda que te pueda fagocitar, pero sí respondía al mercado.
-¿Cómo responde lo audiovisual al sistema?
-Por ejemplo, ¿cómo ve una señal de satélite, una network norteamericana a nuestra región? Ve que lo primero que hace el pobre es ponerse cable, y ve que le gusta consumir violencia. ¿Por qué hay tanto narco en Netflix? ¿Por qué estamos viendo esto? Responde a que sin las herramientas suficientes vamos a seguir siendo dominados siempre. Todo tiene un interés. La network ve cuántos millones de pobres van a entrar al acceso básico de cable. Pero el pobre no tiene plata. Bueno, entonces tienen un sistema para sacarle más guita: el prepago. Me di cuenta de que yo no quiero trabajar con esto, vender mierda. La única pregunta que tiene que responder el laburo es ¿qué aporta? ¿Qué trae? ¿Tengo la necesidad de hacerlo? Hoy es el norte. Me puedo quedar en la lona. Pero si no lo hago ahora, ¿cuándo? Y si realmente sabés, no te podés quedar de brazos cruzados siguiendo la misma lógica.
-¿Hubo algún trabajo que haya caído en tus manos que hayas dicho que no?
-Una que no la puedo creer. Viene un flaco de América y me dice que le habían dado el segmento de las 21 a 23 horas. ‘Vamos a hacer todos contenidos para asustar a las señoras’. Cámara oculta, paco en la esquina, ta ta tá.
-¿Así te lo dijo? ¿Para asustar a las señoras?
-Sí, pero no nos asustemos de esto. En un momento dirigí Policías en Acción. Tres meses duré. Hasta el informe de violación. Estuve en Open Door, un depósito de personas. Y la Policía que es lo menos de lo menos de lo menos del mundo. No lo pude soportar.
“Yo busco jalarte, contarte algo, que no me guste sólo a mi. En televisión, en medios masivos, porque tiene una finalidad. ¿Cómo no va a tener valor lo audiovisual? Si un cartel no modificara tu comportamiento, no habría carteles en la Panamericana. Cualquier cosa modifica tu comportamiento. En cuanto tengamos más gente en este bando, llevaremos a más gente a cuestionarse”
-Volvamos al campo. ¿Cómo era la vida en Ameghino?
-Vivíamos en el campo el encargado, que era mi papá, la cocinera que era mi mamá, los peones, mi hermana, mi hermano y yo. El tractorista con su familia, el puestero, venía el molinero… Me fui a estudiar cine, en el último momento, porque un amigo me lo sugirió. ¿Se estudia eso? Para mí era como ser astronauta. Mi abuelo había sido encargado, después mi padre y yo, estaba destinado. Ya me había comido un par de veranos en el campo y no lo hacía mal. Está el administrador y el encargado es el que tiene que ejecutar. Era un campo grande, de 2500 hectáreas, se hacía agricultura y ganadería. Soja, trigo, maíz.
-Llegaste a convivir con la soja.
-A full. Recontra. Cuando volvía en los veranos que estaba estudiando cine, me quedaba en enero cuando mis viejos se iban de vacaciones y me ganaba unos mangos. En esa época, en los 90, andaba con la camioneta llena de bidones. Yo tirando (agroquímicos) como loco.
-¿Sabés cómo está el campo ahora?
-Debe estar como el orto.
-¿Viste mutar el ecosistema desde que naciste hasta que te fuiste?
-¡Sí! Obviamente, claro que sí. No se llegó a desmontar, pero llegaron los primeros riegos artificiales, se hizo perforación de napas con caños gigantes, y se garantizaban los mililitros de riego que hacía falta para producir las semillas que se recibían de Monsanto. Garantizaban su negocio, con agua de todos. Vos podés tener una tierra buenísima pero no podés garantizar el clima. Entonces, cuando sacan variedades de semillas, se hacían contratos de obra de infraestructura para riego con esas empresas norteamericanas que te garantizaban 20 milímetros cuando vos lo necesitás. Te garantizaban la lluvia. La inversión la hace el del campo, ¡pero sobre una cuenca de agua que es de todos! Estás haciendo un agujero en la tierra para regar semillas que fumigás. Así llegó esa tecnología, como mucha más, muy zarpada.
-¿En ese momento no te inquietaba?
-Para nada. Así como no me generaba inquietud matar pájaros. Hasta que un día vi uno muriéndose y fue el último día que cacé. En el campo los nenes andan con la honda. Es un tema cultural, pero un día decís, ya no, esto está mal. Lo del glifosato lo empiezo a entender en un programa de Diana Cohen Agresti que se llama Qué piensan los que no piensan como yo. Ahí logramos sentar al de Monsanto, con Eduardo Cerdá, Miryam Gorban y al Conicet. Eran dos a favor y dos en contra. Y ahí entiendo un poco mejor esto. También me comí el verso en su momento. Fue en 2015, el primer programa que hizo Encuentro con Hernán Lombardi como director. Mucha mano, mucha gente y temas muy delicados.
-¡Muy delicados!
-Eutanasia por ejemplo, y el de Aborto. Nos preparábamos un montón, había mucha rigurosidad. La lucha siempre fue por el equilibrio y por mantener una no postura. ¡Es imposible! Arrancamos por el de Eutanasia que fue bravo. Se sentó un colombiano que había practicado 300 eutanasias, con un asesor del Papa en el tema. Y hablan sin pelearse, cuando en ese momento en la tele era Intratables. Fue un laburo re cuesta arriba.
-¿Cómo arrancó la investigación para Autosustentables?
-Violeta Ramírez, que es con la que entro a Canal Encuentro, me presenta a una antropóloga que venía haciendo Los Nuevos Modernos, que retrató experiencias de quienes venían haciendo desde baño seco a zero waste. Siete historias, desde un lugar antropológico, con cero manipulación, sin musiquita ni acentuación. Que no es muy televisivo. Me junto con ella y con Clarisa, que escribe los guiones, trabajamos juntos y somos pareja hace 17 años. Hicimos el orden de lo que queríamos contar. Eso me permitió entenderlo. Basura, energía y todas las aristas hasta llegar a la participación ciudadana. Sin participación ciudadana no podemos hacer nada.
-Dentro de este plano de la sustentabilidad, ¿cuál es el valor de lo audiovisual? Porque también tiene un costo alto, en todos los sentidos. Energético, económico.
-Hoy existe la carrera de Creativo Publicitario. Ese pibe o piba va a dedicar los años que dure la carrera y después, su aspiración más grande, es hacer un comercial para Coca-Cola. Entonces, el laburo, siempre en lo audiovisual va a tratar de jalarte, como dicen los peruanos. Yo busco jalarte, contarte algo, que no me guste sólo a mi. En televisión, en medios masivos, porque tiene una finalidad. ¿Cómo no va a tener valor lo audiovisual? Si un cartel no modificara tu comportamiento, no habría carteles en la Panamericana. Cualquier cosa modifica tu comportamiento. En cuanto tengamos más gente en este bando, llevaremos a más gente a cuestionarse. Pero no es sólo eso. Porque más gente en este bando, pero sin medios, estás cagado también. Vamos a hacer la patriada, digamos, juntemos a Almagro, a la Garganta Poderosa, juntémonos todos. Con suerte terminamos en C5N a las 3 de la mañana.
-¿Cuánta gente vio Autosustentables?
-Todo el contenido de Encuentro está en la plataforma Contar y además en Youtube. Che, loco, ¿por qué en Youtube? ¿Qué acuerdo hizo el gobierno? Gracias a que está ahí, sé que, por ejemplo, el capítulo de Agroecología tiene más de 30 mil reproducciones y todas las semanas va subiendo. (La película ronda los 90 mil). Haber logrado que esté en un medio público fue lo mejor que nos podría haber pasado. Porque si esto se lo vendía a Netflix, no lo iba a ver la gente que lo tenía que ver, que para mí es la gente del campo, los pueblos ignoran que los están envenenando. Mucha gente todavía ignora eso.
-¿Te da miedo haberte metido en estos temas? ¿Tuviste problemas?
-No. En el principio, cuando empezamos a hablar de estos temas, había una búsqueda desde el canal que no sea todo un bajón. Cuando íbamos investigando, y llegamos al Agua, y queríamos buscar un caso de éxito, no encontramos ni uno después de seis meses de investigación. Fue el caso más complicado. No había una sola experiencia buena para contar. No había. Nos encontramos con estos temas que son complicados. Fernanda, la editora del canal nos dijo “y bueno, hay que decir lo que hay que decir”. ¿Hasta qué punto puedo? En ese momento estaba Macri, ¡y Lombardi! Me perseguí, pensé que nos iban a levantar. No me daban fecha de estreno. Y se filtró un video de la apertura. A los dos días tenía 12 mil reproducciones. El lunes llamo y aviso que se filtró la apertura. “Anuncienlo ya”, les dije, “que sale”. Yo sabía que a Pino (Solanas) le quedó toda una serie de los trenes que nunca se la publicaron.
-¿Cuánto tiempo llevó toda la realización?
-Una bocha, estuvimos todo un año grabando y todo otro año editando. En el país este también. Con un presupuesto del 2017 que se terminó de ejecutar en 2019. Cobré la última cuota hace poco. Es inviable. Le pasa a todos con el Estado.
-Deben tener muchísimo crudo. ¿Sabés cuántas horas de filmación hicieron?
-Es una barbaridad, una bocha de material. Creo que puede ser muy mágico pasarlo. La ves a Maristella Svampa en la serie hablar 3 o 5 minutos. La entrevista fue de una hora y media que no tiene desperdicio. Y así con todos.
-¿Cómo te dejó todo el proceso de Autosustentables?
-Arrasó te diría. Arrasó con todo lo que estaba. Entregué la productora, no va más. La productora sigue existiendo, pero yo me abrí.
“En tu conciencia, sabés lo que tenés que hacer. Ese es mi norte hoy. Estoy trabajando en proyectos que buscan tratar de explicar por qué estamos dormidos, por qué no reaccionamos, qué hizo que pases por al lado de una persona que está tirada en la calle y sigas caminando”
Se escucha a pájaros cantar. Elías se queda pensando. Llega Clarisa, su compañera, se despiertan sus hijas. Muestra con orgullo la huerta en el jardín, un árbol de paltas. El romanticismo y la simpleza a la que llegan quienes se sienten parte de la naturaleza. Y, durante la charla en una mañana nublada, comparte lo que parece lo más importante que vivió en el último tiempo: con familias de su barrio con las que se habían quedado sin vacantes para una escuela de pedagogía Waldorf, decidieron fundar una nueva. Consiguieron el terreno, las docentes, se arremangaron, construyeron y hoy la escuela es de la sociedad y de gestión comunitaria.
“La construcción de la escuela me hizo un click. Ahí sentí que es por acá, que esto es lo que hay que hacer. Remo Vénica (Naturaleza Viva) dice siempre una frase que parece una tontera: ‘tenés que hacer lo que sabés que tenés que hacer’. Eso sos vos y tu conciencia. En tu conciencia, sabés lo que tenés que hacer. Ese es mi norte hoy. Estoy trabajando proyectos que quizás termino en el privado, pero son proyectos que buscan tratar de explicar por qué estamos dormidos, por qué no reaccionamos, qué hizo que pases por al lado de una persona que está tirada en la calle y sigas caminando. ¿Y qué hace que haya un 1 por ciento de la población que tenga todo y no haga un carajo? El problema nuestro es la desigualdad. Si resolvemos eso, resolvemos un montón de problemas”.
-¿Cómo ves este momento? ¿Sentís a veces que hacer todo esto ya no sirve para nada?
-Creo que vivimos un tiempo de descreimiento. Está difícil ser optimista, están difíciles las causas nobles. Creer. Pero a la vez te encontrás con gente como, por ejemplo, Sergio Val, que me flasheó. Se dedica hace 30 años a sacar pibes de la desnutrición de la Villa Fiorito. Escucharlo a él, con lágrimas en los ojos, decir “estoy cansado de enterrar más pibes de los que les entrego el diploma. Salvarlos de la desnutrición para que se los lleve puesto el paco, para que se los lleve el gatillo fácil. Esta villa se creó porque sacamos a la gente del campo, y ahora tienen que agradecer porque los urbanizan y están viviendo en un espacio contaminado”. Así como Sergio hay un montón de historias anónimas. Ninguno es político.
De boina negra, mate y tabaco armado, recorre sus realizaciones, desde haberle hecho “branding” a Playboy, cosa de la que no se enorgullece, a la serie “El Domador de Caballos”, inspirada en su infancia y con un coterráneo de protagonista que se le animó a los caballos más fieros del mundo. Una sola ficción olvidada dirigió. Saez está convencido de que la realidad supera a la ficción, siempre. “Eso me atrae del documental. Todas las historias que me cuentan, son inverosímiles. Si me decís que se las inventaron, no les creo”, asegura, como le pasó con la historia de Cintia, de Viva el Monte, que vivía en una carpa al costado de un camino cordobés, estaba embarazada y tenía hambre. Por necesidad se metió entre espinal y hoy tiene un emprendimiento que pone en valor los frutos y diversidad de alimentos ancestrales que ofrece el bosque nativo. “Encontrar historias como la de Remo e Irmina Vénica, no tiene igual”, que se los escucha en el capítulo de Agroecología. “Tampoco quisiera referenciar documentales extranjeros o yanquis. Porque tenés a Juan Pablo Lepore, que es un luchador, hizo La Vuelta Al Campo, Agroecología en Cuba. Hecho en México, es precioso ese documental. Aunque lo hizo un canadiense, mezcla la cultura, la música y la filosofía. Porque al final, en todo esto que estamos hablando hay uno o dos interrogantes: ¿qué hago acá? La conciencia, la existencia. ¿A qué vine y adónde voy?”, vuelve sobre la reflexión. “Hay algo que aprendí en la pedagogía Waldorf y la Antroposofía que dice que el sentir, el pensar y el hacer, tienen que estar alineados. ¿Qué mierda pasa que, sabiendo todo lo que sé, sigo andando en auto, sigo comprando en el supermercado? La lucha es con uno. Pienso cómo mierda voy a transformarme yo para poder transformar. Pero me tengo que transformar yo”.
-¿A quiénes les hablás?
-A los pibes. Son los que la van a padecer. La comunicación en esto es clave. Que salga a la luz. Fue una búsqueda muy constante tratar de que sea digerible, que lo puedas ver. Si no termina siendo un grupo chiquito el que está y participa, y son siempre los mismos que están interesados.
-¿Tuviste un proceso emocional con todo esto? Porque hay que aceptar la información para poder empezar a hacer.
-Sí. Muy emocional. Te das cuenta que el sistema de vida que hemos armado es bastante sin sentido. Y te encontrás con conceptos como el que trae Pérez Esquivel: “poner el amor en acción”. Sí. Dice que hay un concepto fundamental en todo esto, el amor a la Tierra, el amor al otro.
-Tantas capas, hay que desprenderse para poder sentir.
-Sí. También entra acá haber dejado la productora. Para liberarte, tenés que estar dispuesto a perder. De eso se trata la transformación. ¿A cuánto estás dispuesto a renunciar? Porque vas a tener que renunciar si queres transformar.
-Con toda la información que alcanzaste, ¿sos optimista?
-No, no soy optimista. Creo que volvemos a la vela, de prepo. Veo que los que tienen que tomar las decisiones no las han tomado. E investigando, entiendo y sé que los poderosos se están acomodando para cuando llegue el cambio climático, están seleccionando los lugares del planeta donde va a estar todo bien y están viendo cómo se van a proteger y si van a invertir en tecnología e inteligencia artificial de la rebelión que esperan que venga. Eso es lo que va a pasar. Me baso en cosas que leí.
-Como lo que denuncian movimientos como XR.
-En la próxima generación sí veo la esperanza, y los estoy viendo. Van al frente. Ahí vas a tener una participación ciudadana activa. La generación que se salvó de la tablet, porque hay muchos que quedaron pegados. Ya hay estudios longitudinales sobre los niños a los que les regalaron un smartphone a los seis meses y hoy tienen 10 años. Cómo esto afecta un sector de nuestro cerebro que se llama ínsula que trabaja la empatía y eso se atrofia con las pantallas. De hecho, hay especialistas que aseguran que es el equivalente a un shock de heroína y que de adulto, de la única manera que lo va a poder reemplazar es con drogas. La Educación Waldorf, el estudio de la humanidad, la Antroposofía que va por detrás de la educación, habla de la individualidad del niño. Traés algo, tenés un don, venís a mostrarlo y yo estoy acá para mirarlo. Ese es el maestro. Te acepto y te tomo. También la naturaleza, los elementos, lo que usás, lo que comés.
“Los poderosos se están acomodando para cuando llegue el cambio climático, están seleccionando los lugares del planeta donde va a estar todo bien y están viendo cómo se van a proteger y si van a invertir en tecnología e inteligencia artificial de la rebelión que esperan que venga. Eso es lo que va a pasar. Me baso en cosas que leí”
-¿Qué dejó todo este trabajo?
-Logramos un lugar que abrió Autosustentables en el medio público. Había programas de Ambiente, pero perdidos. Ese paso no podemos perderlo. Ese espacio tiene que seguir estando, ese es el rol de un medio público. Hay mucho más que decir. Seguir machacando con el tema de la minería, con el fracking, el glifosato, y ya sabemos los temas picantes, tenemos que seguir trabajando sobre eso. Otro tema que se viene fuerte es el agua que estamos consumiendo. Es totalmente necesario hacer análisis del agua de todas las lagunas, de las corrientes, de las napas. Estoy convencido de que están todas contaminadas. Lo más terrible es que los propios intendentes lo niegan. Haría un capítulo o dos con Damián Marino. Vamos a hacer análisis.
-¿Hasta dónde se puede dar ese debate?
-Yo tengo mi postura. Por ejemplo, con respecto a los agrotóxicos hoy el debate dice cómo es inviable el campo sin el modelo convencional y hay letras chicas de esa discusión que no están puestas sobre el tapete. Se habla de los dólares que entran por la soja, pero no de los que se van por los insumos. El 60 por ciento de esas divisas, se está yendo en insumos. Así que es un cuento ese negocio.
-Comentaste que ya tienen la segunda temporada escrita.
-De Autosustentables se desprenden varios proyectos. Uno es la segunda temporada. Otro es a tratar de indagar por qué no reaccionamos. Y otro que tenemos como proyecto familiar, recorrer las comunidades de transición. Poner ese conocimiento, relevarlo, para traerlo. Las transformaciones empiezan en pueblos chiquitos, y tenemos un montón de pueblos chicos para hacerlo. Pero así como muchas personas desconocían que la envenenaban, desconocen también que se puede salir de esta lógica. Por eso es fundamental relevar estas ciudades, que están en Europa principalmente. En América Latina hay pocas y son sólo pequeñas aldeas. Hay que comunicar esto, cómo transicionar. En estos pueblos tenés la información de cómo trasladar el poder, el poder del Estado al del ciudadano. La sociedad se autogobierna, tienen sus propias monedas, mecanismos de toma de decisión. Eso después lo podés trasladar a barrios. Y bueno, las ciudades, deben morir las ciudades.