ines-ulanovsky--la-fotografia-como-forma-de-escritura

Compartir:

Inés Ulanovsky : la fotografía como forma de escritura

El lunes 18 de Julio de 1994, a las 9.53 de la mañana, una bomba estallaba y destruía por completo el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ubicado en la calle Pasteur 633. Fue uno de los atentados terroristas más sangrientos de la historia del país: por la explosión, 85 personas perdieron la vida y más de 300 resultaron heridas. 

 

Esa mañana de 1994, Inés Ulanovsky (Buenos Aires, 1977) –fotógrafa, productora audiovisual, guionista y escritora- vivía con sus padres, Marta Merkin y Carlos Ulanovsky, en un departamento ubicado en Viamonte y Pasteur, en la esquina de la AMIA. En su nuevo libro, Las fotos, Inés recuerda en el primer capítulo que, con la explosión, “todos los vidrios de todas las ventanas” de su casa estallaron. En aquel momento Inés comienza a dar sus primeros pasos en la fotografía y, como aún sentía vergüenza de fotografiar a desconocidos, lo hacía desde su ventana. Todavía revive cómo tembló su pulso para colocarle el rollo a la cámara y registrar el estado en el que había quedado su casa.

 

Tres años después del atentado, es julio de 1997. Como en cada aniversario, Inés continúa sacando fotos desde su ventana, “casi como un ritual”. Seis años más tarde, en 2003, la Inés fotógrafa descubre lo que denomina “algo de características extraordinarias” en su archivo fotográfico personal: en medio de una mudanza, encuentra la caja en la que había guardado sus primeros negativos, todos en blanco y negro. En uno de los sobres lee “AMIA 1997”. Inés lo abre. Entre las imágenes que ella misma había tomado aquel año desde su ventana, encuentra la de un fotógrafo que se asomaba por una ventana con su cámara, en plena acción. Lo que presintió de inmediato Inés, lo confirmó al escanear el negativo: aquel fotógrafo, llamado Diego Levy, años después y sin saberlo cuando lo fotografiaba, se convertiría en su marido. En aquel tercer aniversario del atentado, Levy cubría para el diario Clarín el nuevo reclamo de justicia.

 

 

Diez años después, en 2013, Inés publica en el suplemento Radar del diario Página/12 la crónica de aquel primer extraordinario hallazgo, como lo denomina, y comienza así una obsesión que, sin saberlo aún entonces, la llevaría a escribir y publicar en medio de la actual pandemia Las fotos (Paisanita Editora), un libro que, con archivos y material documental tales como grabaciones, fotografías, publicaciones, cartas, diarios íntimos y mails, pese a poder ser bien leídos como cuentos de misterio, reconstruye hechos “que efectivamente ocurrieron”. Fotos y textos dialogan entre sí y revelan, como si de una fotografía se tratase, tesoros ocultos de vidas que aguardaban ser descubiertos.


“Quería que Las fotos fuera un libro en el que la escritura fuera muy importante. Es como si hubiera utilizado las fotos como una excusa para escribir”


“La idea fue mudándose de cuadernito en cuadernito. Siempre tengo cuadernitos con ideas que van muriendo. Pero ésa se iba mudando; a veces, con mayor esperanza. Hacía una lista de posibles historias: cualquier cosa que leía en el diario, algo que alguien me contaba, lo iba anotando. Quería que fueran historias protagonizadas por fotos en donde, primero, estuviera el texto y, recién después, la imagen”, cuenta ahora.  

 

La nota publicada en Radar en 2013 fue la primera versión del primer capítulo de Las fotos, titulado AMIA 1997, como el sobre del hallazgo extraordinario. Al final de aquella columna, Inés invitaba a que los lectores le enviasen sus historias de fotos por mail o a través de una página de Facebook. “No tuve muchas respuestas. Habrán llegado dos o tres historias, pero sin remate: unas con foto, pero sin historia; unas con historia, pero sin foto. Ahí me dije ‘este proyecto es inviable’. Sin embargo, fue resistiendo el paso de las libretitas”, comenta.

 

Con el transcurrir de los años, Inés atravesó personalmente varias de las historias que cuenta en su libro. “Trabajé en muchos archivos y fue pasando. El hallazgo de los negativos de mi mamá (La fotógrafa); o la historia de Daniel Bibiano (Archivos incompletos) que, cuando trabajaba en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), aparecieron las fotos de su papá… Todo eso iba a una carpetita, pero no sabía lo que iba a pasar con ese material”, agrega.

 

Fue el año pasado, justo antes de la pandemia y cuando Inés concluía la Maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), que debía trabajar en su tesis y surgió la intención de darle forma a la idea eternamente migrante de cuadernitos. Y, de nuevo, lo extraordinario: “Volví al mail que había abierto en 2013, que estaba abandonado, recuperé la contraseña, y ahí había una de las historias que no había leído, que es la del capítulo llamado Sudestada, la de Maia Gattás Vargas. Es tremenda. Y me dije: ‘Claro… Estaba acá, me estaba esperando’”, recuerda.

 

La de Sudestada fue la primera de las historias que Inés escribió para Las fotos y configuró el modelo de lo que quiso hacer con el libro. Fue un trabajo de años, de idas y vueltas, como se encargará de subrayar ella. “Quería que fuera un libro en el que la escritura fuera muy importante. Es como si hubiera utilizado las fotos como una excusa para escribir”, explica.

 

 

 

Inés piensa que hay que escribir sobre aquello que uno conoce, y destaca la importancia que tuvo para ella el hecho de que no se pensara a su libro Las fotos como uno de fotografía: “es la unión de mis dos mundos”, resume para referirse a la escritura y a la fotografía.

 

Inés, que fue hija de una madre también fotógrafa, siente que ya no tiene ningún pendiente con la fotografía. En su primer libro, Algunas madres también se mueren, elabora y resignifica la ausencia que dejó la muerte de Mercedes Merkin. “Mi mamá también fue fotógrafa. Después fue productora; después, escritora. Hice un camino bastante parecido al de ella. Lo que puedo haber tomado de ella es la valentía de animarme a cambiar todas las veces que haga falta. Creo que, por mi personalidad, es necesario, cada tanto, pegar un volantazo y ver qué quiero hacer o con qué medio expresar lo que quiero expresar”, comenta.

 

“De mi viejo (el periodista Carlos Ulanovsky), tomo la disciplina, que en él es admirable y tiene muchísimo amor por el laburo. Algo que también viene de él es la sensibilidad al momento de escribir. Tiene un estilo con el que me siento parecida. No le tememos a lo sensible”, precisa.

 


“La manera en la que escribo tiene algo de lenguaje fotográfico, y es cierto: son textos breves que no muestran todo, no cuentan todo, no explican todo. Son casi fotos, también, los textos. Muestran un poco y hay un montón de cosas que el lector debe completar, debe imaginar, debe quedarse con lo que no está…”


Es en Las fotos donde Inés, la escritora, empieza a encontrar una voz que la representa. “Es un libro que tiene un trabajo completamente diferente a Algunas madres…: por las fotos, muchos más años de trabajo, por la Maestría. Siento que son textos mucho más complejos, más trabajados. Fueron todas decisiones que tomé a nivel narrativa, a nivel estética, a nivel estructural, porque sentí que podía hacerlo. Sí son buscados los efectos de misterio, de no contar demasiado. De no mostrar tampoco mucho mis emociones. Es un poco frío, por momentos”, añade. El ejemplo más concreto es el capítulo de su abuela, Eva Viniarsky, titulado Dos fotos nuevas de Eva. “No aparezo, no opino, estoy totalmente afuera del relato. Solamente se sabe que es mi abuela porque hablo de Carlos Ulanovsky, mi papá”, explica. Una de esas dos fotos nuevas de Eva es la que Inés decidió que fuera la tapa del libro.

 

Inés, que ya no trabaja como fotógrafa, cree que haber escrito un libro sobre fotos “cierra de alguna manera un círculo, un momento, una etapa relacionada con la fotografía, pero desde la escritura”. Para ella, que considera que lo que pasó con este libro está cruzado por el azar y los hallazgos inexplicables, es importante marcar esa diferencia, por lo que destaca el hecho de haber trabajado mucho la escritura. “Alguien me dijo hace poco que la manera en la que escribo tiene algo de lenguaje fotográfico, y es cierto: son textos breves que no muestran todo, no cuentan todo, no explican todo. Son casi fotos, también, los textos. Muestran un poco y hay un montón de cosas que el lector debe completar, debe imaginar, debe quedarse con lo que no está... Que también es lo mismo que pasa cuando ves una foto”, considera.


 “El libro rinde un homenaje a la fotografía en general, a mi paso por la fotografía y, también, a la fotografía en papel. Todas las fotos se pueden tocar. Hay algo en esto de una época que se está yendo”


Como si encarnase la cita de la vasta Susan Sontag con la que cierra Las fotos, Inés siente que la recepción del libro fue, a su vez, misteriosa: “Los lectores empezaron a escribirme, a mandarme sus fotos personales, y todo eso tiene que ver con el sentido del misterio que tiene la fotografía. No es casualidad. El objeto foto es misterioso, y esto cruza al libro”, indica. Se trata, sí, de una idea migrante de cuadernitos que por fin se materializa, de hallazgos extraordinarios y de un cierre personal: “El libro rinde un homenaje a la fotografía en general, a mi paso por la fotografía y, también, a la fotografía en papel. Todas las fotos se pueden tocar. Hay algo en esto de una época que se está yendo”, concluye.

Comentarios

|

19/05/2024